BIG MAK:
El futbolista empezó siendo un compañero de barra. Beber juntos une mucho, ya se sabe.
Después se convirtió en Mecenas. En esto del arte no tenemos clientes.
Y al final es simplemente un amigo.
Y cuando hay un problema hace falta un amigo.
Problema: me ha contado mi hijo, Mak, que entraron ladrones en casa hace dos noches. Que yo estaba dormido y no me enteré de nada. Que él les oyó. Que salió de su cuarto disfrazado de Orco fosforescente blandiendo un hacha de plástico, tambien fosforescente. Que se enfrentó a los intrusos haciendo ruidos propios de Orco, quienes, aterrorizados, se dieron a la fuga.
Que yo no me enteré porque dormía con tapones en los oídos esa noche.
No lo recuerdo, es posible.
Exige una recompensa, un juego de la Play de asesinos bastardos con el que lleva dando la brasa desde hace un tiempo.
No me he creído ni una palabra, hasta que he descubierto todos los papeles revueltos en los cajones. Se que la historia es inverosímil, o sea mentira, pero algo ha pasado.
Se lo quería contar a alguien, y he quedado con el futbolista.
Pero he llegado al bar y estaba con su mujer, Olga Viborovna, el cuerpo que vive subido a un par de piernas. La he saludado y a partir de ese momento todos me han empezado a sonreír. El barman me ha preparado un combinado exótico, las chicas me han empezado a mirar de reojo, los tios me han lanzado miradas de complicidad… En fin, que se me ha olvidado a qué iba, pero me he sentido estupendamente. Otro dia le contaré al futbolista mi historia policiaca. Y a Mak le tendré que torturar para que cante la verdad.