BIG MAK:
La calefacción se ha convertido en algo que hay que pensarse. Afortunadamente el calentamiento global nos favorece, a corto plazo claro, a los que tenemos anquilosamiento temporal en tesorería.
El frio se quita con una sopa calentita.
Anoche, mientras se tomaban la sopa protestando, traté de explicarles la situación a mis hijos. Y una cosa llevó a la otra y terminamos hablando de La Casta.
La Casta es un club muy exclusivo. Su objetivo y su labor única es perpetuarse, incluso a través de generaciones. Y lo hacen sin mirar abajo. Les importa un pito.
A La Casta se accede por familia, por política, por las armas, el terror, el dinero. También por matrimonio.
De La Casta se sale por defunción, por la fuerza o por torpe, es decir por expulsión.
Porque se defienden entre sí a muerte o hasta que peligra lo más mínimo su propia situación.
Pero en circunstancias normales, una vez en el club, se pasa de un puesto a otro sin mayores problemas.
La Casta no tiene país, ni religión, ni raza, ni moral. Pero usa los países, los dioses, las pieles y las grandes ideas para seguir subidos a la alfombra roja, por encima de nuestras cabezas.
¿Quienes son? Algunos son conocidos, otros no. Los más peligrosos no se dejan ver, pero son los que deciden cuanto es el mínimo para sobrevivir y seguir produciendo o cuantos años es razonable que vivamos. O si lo que hacemos es útil o no. Para ellos, claro.
Al acabar van y me preguntan que cómo se entra en La Casta. Creo que no me he explicado muy bien.
Y esta mañana han salido a la calle mirando al cielo, buscando alfombras rojas entre las nubes.