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Paisaje destruido: frontera, transgresión, territorio, fracción…

 

 

 

La matriz de este proyecto tiene la intención de crear geografías transitorias e indeterminadas por medio de la pintura y el collage. Mediante la aplicación pictórica en papel y tela se desarrolla una interpretación no lineal de un paisaje realizado desde el principio para ser destruido, obteniendo como resultado una desorientación del contenido visual.

 

La idea de una primera etapa se basa en crear una estructura del paisaje natural a través de trazos que conforman un territorio determinado, un lugar específico. A través del uso plástico de una primera aplicación técnica se codifica el paisaje mediante ejes y perspectivas. Aquí se trabaja el soporte base elegido, se pinta haciendo uso de distintas técnicas y se construye la primer parte del proceso. Se hace uso de espátulas para crear algunas texturas con óleo, separando algunas capas de color en relación a las formas armadas. Finalmente se deja secar y en algunos casos se vuelve a trabajar hasta obtener un mejor resultado, donde el contraste de tonos también será importante. No se utilizan pinceles en ningún momento durante el proceso.

 

En una segunda fase de la obra las piezas realizadas se destruyen aleatoriamente con las manos, sin uso de materiales de corte. La obra cortada se clasifica de acuerdo a las formas sesgadas y su orientación horizontal y vertical. Obteniendo estos dos grupos se van ordenando para su colocación en el bastidor de madera.

 

Finalmente los pedazos del Paisaje Destruido se vuelven a ensamblar, buscando abstraer por completo el paisaje original eliminando el primer estado de observación, desequilibrando la arquitectura de la naturaleza, obteniendo una tensión sobre un espacio concreto y otro inestable. De este modo se obtiene un paisaje sin identidad ni orientación, logrando una ruptura en la percepción lineal sugiriendo distintas capas de información visual. Esta fase del proyecto se apoya en lo dicho por Davi Arrigucci Jr en su libro El alacrán atrapado. La poética de la destrucción en Julio Cortázar  “Las formas vitales, en su innumerable variedad, son amontonadas y decapitadas en el cerco de las palabras. Así se construye un laberinto verbal, imagen de un caos mayor.” [1]

 

Mi idea surge de la necesidad animal del dominio de un territorio y de la necesidad humana de crear mapas para ordenar y delimitar un sentido de pertenencia. En México es común encontrar infografías asociadas a los cambios sociales, estadísticas de conflictos y personas desaparecidas en un limbo cada vez más grande que nadie quiere ver. Cada 112 minutos desaparece una persona en México[2]. Se habla todos los días de la conquista de grandes y pequeños territorios delimitados por el poder o la fractura de cárteles de la droga. Se vive una diáspora constante en todo el país, al mismo tiempo que se niega un sistema de control hegemónico. Somos parte de un nuevo lenguaje social, indefinido e inclasificado que se modifica a diario.

 

La serie Paisaje Destruido muestra un ángulo de esta cartografía. Por un lado la necesidad de ordenar, construir y edificar un paisaje propio, y por otro la necesidad de la ruptura, reconfiguración y transición para generar nuevas situaciones. De tal modo se podrá tener la imagen de un paisaje en transición.

 

En el trabajo Paisaje Destruido se entabla un diálogo bajo los siguientes ejes conceptuales: frontera, transgresión, territorio, fracción, reconfiguración, tejido, espacio, lugares de transición, velocidad y compresión.

 

Zygmunt Bauman aporta una importante línea de trabajo relacionada en este proyecto, la cual deriva en los paisajes en transición y formas de movilidad. En su libro Modernidad Líquida menciona “una vez comprendida la relación entre la sociedad sólida (seguridad, contenidos, valores) y la sociedad líquida (movilidad, incertidumbre, relatividad de valores), el segundo paso necesario es modificar la realidad y comprender que la vía del cambio es la única posible y la única necesaria, además de ser oportuna, para evitar los conflictos sociales y mejorar las condiciones de vida.[3]

 

Teniendo en cuenta las lecturas mencionadas anteriormente, propongo una cartografía que se podría codificar en anclajes y rupturas geográficas, asociaciones a la memoria, al territorio y a la velocidad.

     

Galería Eduardo Jácome / @jacomero

 

 

 

Notas


 

[1]    Davi Arrigucci Jr., El alacrán atrapado. La poética de la destrucción en Julio Cortázar, Universidad Nacional Autónoma de México, Fondo de Cultura Económica, Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar Universidad de Guadalajara, México, 2002, pp. 242-243.

 

[2]    Revista Proceso, El país de los desaparecidos, número especial en línea www.desaparecidos.proceso.com.mx.

 

[3]    Zygmunt Bauman Modernidad Líquida, (México, Editorial del Fondo de Cultura Económica, 2004).

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