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Panfletos de amor. Una conversación con María Velasco

Y así me encuentro con ella…

Subo por un ascensor muy pequeño. Toco una puerta y entro en la casa. Ahí está María Velasco bebiendo un café. Parece muy seria.

Una música que no reconozco nos hace compañía. Con una taza de café frente a mí, conversamos… al fin, reímos.

Pero debemos ser serios.

Comenzamos.

Cuando se enfrenta a un nuevo proyecto, ¿en dónde pone su atención?

Estoy muy de acuerdo con el aforismo de Karl Kraus “quien vive del tema, muere antes que el tema. Lo que vive en el lenguaje, vive con el lenguaje”. La idea motriz, en mi caso, siempre es una experiencia vital relacionada el amor y el desamor. Lo importante es encontrar las palabras para revivirlas y desplazarlas al lector/espectador.

¿Tiene alguna premisa personal o algún tipo de “poética” que intenta seguir?

Me interesa la “política”, que define Enzo Cormann. La poesía como arma de combate, la literatura armada. Me gustaría escribir manifiestos terroristas o hacer panfletos sobre el amor libre.

¿Cómo ve el trabajo de sus pares-dramaturgos en estos momentos?

Soy groupie de muchos de mis pares, hincha de José Manuel Mora y Alberto Conejero. Las obras que más me enamoraron de la última temporada son de autores vivos: Autopsia, de José Manuel Mora; Conversación en rojo, de Antonio Fernández Lera; Escenas para una conversación después del visionado de una película de Michael Haneke, de Pablo Gisbert; El mal de la liebre, de Javier Hernando. Y he empezado la temporada atónita con Todo el cielo sobre la tierra, de Angélica Liddell. Está bien que sea así, porque ya hay demasiado necrófilo… 

 

¿Cuál es el personaje que ha escrito que más atesora?

Puede sonar maternal o “buenista”, pero los amo a  todos: Günter, el artista-terrorista; Mafuma, el buen salvaje; María, la puta noble; Aurore, yonkie del rechazo… y otros tantos. Son una especie de familia disfuncional. A veces me paro a pensar cómo actuarían en X situación y los emulo. Son pequeñas conciencias.

¿Qué obra que ha escrito le ha hecho llorar?

Nunca he llorado tanto como en el CDN. La ceremonia de la confusión, obra que estrené en el Programa de Escritos en la Escena, en el Valle-Inclán. Lloré sobre el propio libreto. Fue un antes y un después, una miríada de preguntas sobre las virtudes y defectos de esta profesión, sobre lo privado y lo público, sobre por qué había luchado tanto para tener esa oportunidad… Fue el proceso lo que me hizo llorar, pero los procesos están en las obras.

¿Con qué director o actores le gustaría trabajar o volver a trabajar?

Tengo más claro aquellos con los que no me gustaría que aquellos con los que sí… Aún estoy “casadera”. Preguntarse esto, es preguntarse además qué tipo de autora me gustaría ser en el futuro… Dime con quién andas, y te diré quién eres. Fue muy feliz la experiencia de Lorca al vacío con la dirección de Sonia Sebastián. Próximamente espero poder trabajar con Carlos Aladro. Me he enamorado de las voces de dos actores: Miguel Ángel Altet y Pablo Derqui (maravilloso en Roberto Zucco). Mi compañero de faenas es Aarón Lobato, coincidimos en la Real Escuela Superior de Arte Dramático y, desde entonces, padecemos recíproco Síndrome de Estocolmo. También me gustaría que se me pegara algo de Carlos Marquerie y del artista plástico Juan Zamora.

¿Qué está escribiendo en la actualidad?

Una obra sobre mi anhelo de primitivismo, mi anhelo de África. He tomado muchas notas en mis últimos viajes a Marruecos, donde pude entrevistar a Juan Goytisolo. La Cuarta Pared, en el marco de los talleres en Blanco 2.0, me va dar la oportunidad de escribirlo. Era ya una necesidad.

Dos besos, nos despedimos.

Ya no parecemos tan serios.

Quedamos para encontrarnos nuevamente…

Iremos al teatro y luego a por unas cañas.

Manuel Rodríguez

María Velasco (1984, Burgos) licenciada en Comunicación por la Complutense y en Dramaturgia por la RESAD. Diplomada de Estudios Avanzados (suficiencia investigadora) en historia y estética cinematográfica.

Entre sus trabajos destacamos la obra Gúnter, un destripador en Viena (2008), Perros en danza (Accésit Marqués de Bradomín 2010), La ceremonia de la confusión (proyecto desarrollado en el CDN en el marco de los laboratorios Rivas Cheriff: Autores en escena, 2013), entre otros.

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