La literatura produce territorios: bien lo sabía Borges cuando, en su brevísimo cuento Del rigor de la ciencia imaginó un mapa que reprodujese, a escala real, el territorio del Imperio. Bien lo sabía Faulkner cuando, al momento de retomar la escritura de su tercera novela, imaginó bajo el nombre de Yoknapatawpha un condado ficticio en donde el sur pudiese finalmente exhumar sus penas. Bien lo sabía Arguedas al momento de construir, en esa maravillosa novela póstuma que es El zorro de arriba y el zorro de abajo, un Chimbote fantasmagórico donde el Perú pudiese alucinarse otro. Bien lo sabe, también, Gunter Silva Passuni, quien, luego de explorar las peripecias de los inmigrantes sudamericanos en su libro de cuentos Crónicas de Londres regresa con su nueva novela Pasos pesados al Perú reciente, esta vez con la intención de adentrarse en el inestable territorio de la violencia política que sacudió al país durante la década de los ochenta.
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La literatura esboza territorios: marcos desde donde entender el malestar social y desde los cuales imaginar posibles líneas de fuga. Si en Crónicas de Londres, Silva Passuni había esbozado –a través de sus emigrantes a la deriva– los males de una globalización desigual, en este su debut como novelista se sirve del conflicto armado para esbozar los malestares de una nación en batalla consigo misma. Dentro de este territorio inestable, torbellino de una violencia cíclica que nos remite a aquel bíblico huracán con el que cierra Cien años de soledad, la literatura se establece como el oasis en el que una generación completa busca ahogar sus miedos. Como muchos autores de su generación –desde Alejandro Zambra hasta Pola Oloixarac– Gunter Silva Passuni ha decidido explorar las formas en las que la violencia histórica llega a interrumpir las vidas privadas de esa generación que apenas llegaba a la mayoría de edad por esas fechas. Pasos pesados toma, así, la forma de la novela de aprendizaje para retratar el instante exacto en el que una vida –la de su protagonista, el joven Tiago E. Molina– entra en contacto con el gran torbellino histórico de la violencia política peruana, para luego perderse entre las ráfagas de su furia. Narrada con gran talento y con fluidez cinematográfica, Pasos pesados logra trazar las siluetas de un mundo en donde nada es lo que parece, un mundo sin puntos fijos, en el cual todo parece mutar violentamente.
Dentro de este territorio ciclónico, dos espacios se entreabren, como posibles utopías: el mundo de la música y el mundo de la literatura. Allí, entre el rock y la literatura, entre la revista Spin y los poemas de Vallejo, entre acordes estridentes y poemas esbozados a medias detrás de exámenes universitarios, una generación completa intenta hallarle sentido al ruido de fondo que marca el soundtrack de la época. La bohemia esboza otra vida posible, una línea de fuga que termina por producir espacios de resistencia. Hablando del bar de bohemia donde se juntaban los amigos, el narrador subraya:
“La Oficina era el refugio de todos los chicos de mi generación que se sentían amenazados por los cambios y transformaciones que sufría el país”. Desde allí, otra generación perdida –muy distinta de aquella que marcó a Hemingway, a Fitzgerald y a Faulkner– intenta, a base de libros, rones y acordes de guitarras eléctricas, encontrarle sentido al ciclón histórico que los devora de a poquito. Pasos pesados es, en este sentido, la épica de una generación que madura en medio de una patria en ruinas, una Lima que es como una olla a presión a punto de estallar.
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Casi como si de reflejos inversos se tratase, la novela comienza y termina esbozando un panorama no tan distinto al que los lectores de Silva Passuni conocíamos luego de leer sus Crónicas de Londres. En esa escena inicial que enmarca la trama, el lector encuentra a Tiago E. Molina, protagonista de la novela, mirando cautelosamente el mar de Lima, como quien esboza fugas posibles. “En Lima to be or not to be significan la misma cosa”, es la frase con la que abre el libro y esa recomposición lúdica de las palabras de Hamlet nos devuelve al anhelo que recorría los cuentos de Crónicas de Londres: escapar a otra parte es siempre la utopía, imaginar ese lugar donde el mundo es finalmente moderno. La valentía política del autor recae en negarse a aceptar que tal utopía sea posible, sobre todo para esa generación que lo perdió todo buscando entenderse a sí mismos. En el torbellino histórico que retrata Pasos pesados no hay escapatoria, precisamente porque la globalización, lejos de ser un oasis de oportunidades, es una maquinaria ciclónica que se dedica a perpetuar las desigualdades. El lector que se adentre en las páginas de esta novela encontrará el retrato de una generación que comprendió que no bastaba con cruzar el Atlántico para escapar de esa terrible pesadilla histórica que alguna vez imaginó Joyce.
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Pasos pesados narra y da forma, a través de Tiago E. Molina y sus amigos, la experiencia de toda esa generación joven de peruanos que se sienten, en cierto modo, en conmoción con su propia historia, que tuvieron que salir a flote en medio del terrorismo sanguinario de Sendero Luminoso, la crisis económica de finales de los ochentas y la corrupción política. Y que ahora sólo escarban entre la memoria, esos huesos y muertos. ¿Qué queda entonces? ¿Existe esperanza o salida de este torbellino histórico que retrata el autor en la novela? “En Lima to be or not to be significan la misma cosa”: tal vez ya desde el comienzo, desde la primera frase con la que abre la novela, se nos da a entender que en esta historia la literatura será el único horizonte de salvación, la única guarida ante una realidad que se empeña en volverse pesadilla. Además de la literatura, sólo les quedan a estos muchachos, el amor, la amistad y la música. “En Lima to be or not to be significan la misma cosa”: la frase, en su ironía cruel, subraya a su vez la temible realidad que tendrá que atravesar la escritura para llegar a puerto seguro. “La historia es una pesadilla de la que intento despertar”, decía Stephen Dedalus en el Ulises de Joyce. El lector que se adentra en Pasos pesados encontrará una novela que se atreve a profundizar esa pesadilla histórica y que reemerge dispuesta a afrontar no sólo el temible pasado de la historia peruana sino su más contemporáneo presente.
Pasos pesados, Gunter Silva Passuni. Myrdle Court Press, 2016
Carlos Fonseca (San José, Costa Rica, 1987) obtuvo un doctorado en literatura latinoamericana por la Universidad de Princeton. Ha colaborado en revistas literarias como Bazar Americano, Quimera, Buensalvaje y Otra Parte. Es autor de la novela Coronel Lágrimas (Anagrama, 2015). Actualmente es profesor del Centre of Latin American Studies de la Universidad de Cambridge.