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Patrañas


Después del Mundial volvi a asomarme al circo deportivo y al mismo tiempo a asombrarme. Las palabras recias de Carlos Sastre hablando del fair-play de Contador con Schlek, más o menos, «están convirtiendo al ciclismo en una patraña de niñatos», y el propio espectáculo lánguido, calculador y amistoso de esta última edición de la ronda francesa, me provocaron sensaciones encontradas. Lejos quedaban aquellos ecos de los tiempos de Fuente y Merckk, de Delgado y Fignon, de Indurain y del primer Arsmtrong y, pese a los kilómetros en las piernas, los puertos de categoría especial y las carreteras de pavés, el sufrimiento que hace del ciclismo un deporte de clase obrera, una religión entre los que admiran el esfuerzo sobrehumano. Mi duda ronda a un campeón de nuestro tiempo, mucho más inteligente que los anteriores y que ha hecho gala de una dministración ejemplar del cronómetro y de los malos momentos propios y ajenos. Para muchos habrá ganado porque a su colega se le desmontó la cadena, pero nadie puede objetar ni un pelo al corredor de Pinto y a su innato talento. Lo que si es cierto que este Tour ha estado aburrido y la mayor parte del tiempo me lo he pasado admirando esas bellezas naturales que tiene Francia y que el Tour expone de manera si acaso involuntaria pero siempre acorde con aquella referencia que Roland Barthes dedicaba en sus Mitologías a la Grand Boucle.

Sobre ruedas estuvo también la cosa en el Gran Premio de Alemania en el que otra vez Fernando Alonso, un gran piloto, pero un tipo antipático donde los haya, alcanzó el triunfo tras una orden de equipo que alcanzamos a escuchar todos por televisión. Tampoco en este caso hay que restar méritos al asturiano pero si a la chapuza de Ferrari que parece ultimamente gobernado por la estrategia de Marcelino Botín, cada vez más a gusto en los boxes del cavallino.

Más rápido, más joven, más macarra, Lorenzo conquistó Laguna Seca, uno de los pocos circuitos del calendario que invitan a ver las motos al profano debido a un trazado tan espectacular como un rodeo. Pocas ambiciones he visto tan subidas como la de este chaval que ha logrado desquiciar a un mito indiscutible de la velocidad, el profesor Valentino Rossi. Casi con el telón bajado este año aguardamos ya las emociones fuertes de la próxima temporada con un retorno de esos que hacen felices al aficionado: Rossi vuelve a una escuderia italiana con Ducati.

Tres pruebas de velocidad con mucho o poco fair-play de fondo o lo que es lo mismo: casi siempre ganan los publicitarios.

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