No ha quedado muy claro cuáles eran los objetivos de la non-nata Alianza de civilizaciones inventada por el gobierno de Zapatero y que nos ha costado buenos cuartos y mucho tiempo. ¿Aliarse con quién y contra quién? ¿Establecer un diálogo fértil con el islamismo?
Dado que lo de aliarse parece un poco infantil, imaginamos que los creadores de la quimérica iniciativa querían centrarse en el diálogo y en él ciertamente hay mucha tela que cortar y mucho diálogo que mantener con gobiernos islámicos. Diversos ejemplos recientes nos muestran que no sólo grupos fundamentalistas hacen una interpretación extrema de la ley coránica produciendo resultados que escandalizan en el siglo XXI sino que lamentablemente esa interpretación y esos resultados son arropados por la normativa del gobierno.
El caso de la adúltera a punto de ser lapidada en Irán por haber mantenido relaciones con un hombre casado es un buen botón de muestra. Que, en el civilizado Irán, la pena de muerte pueda ser aplicada legalmente a un adulto por el motivo indicado es algo que choca a nuestra mentalidad y ha movilizado a muchos medios occidentales.
Más medieval aún es lo que revela el “Sunday Times”. Los hechos esta vez ocurren en Afganistán. Un enfermero de 45 años puede ser colgado por haberse convertido al cristianismo. El hecho da escalofríos e indigna. Hace semanas circuló un vídeo en el país en el que se veía algo que allí se consideró totalmente blasfemo: unos afganos eran bautizados por un cristiano. Aquí ardió Troya. Nada menos que el presidente Karzai, un hombre supuestamente moderado y que se mantiene en el poder gracias a la ayuda occidental, ordenó que se actuase con mano dura para parar esta aberración.
El enfermero, Said Musa, es una víctima de la mano dura. Conociendo que la policía iba a por él fue detenido cuando intentaba refugiarse en la embajada alemana. Está en la cárcel donde, al parecer, ha sido humillado, escupido y hasta torturado. Su delito es el mencionado, convertirse al cristianismo.
Los pormenores del caso son reveladores del extremismo:
-Un juez que lo ha visitado en la cárcel le ha dicho que será colgado en tres días si no se arrepiente y vuelve al islam.
-Varios abogados rehúsan ocuparse del asunto por haber recibido amenazas de muerte. Otros dicen que sólo podrían hacerse cargo si Musa acepta argumentar que es un desequilibrado mental y que ello le llevó al cristianismo. Otro afirma: “Le dije que el único modo de escaparse de la horca es que renuncie al cristianismo y podrá ser perdonado. No quiso y yo no acepto el caso, lo perdería”.
Señalemos, además, que Afganistán es signatario de acuerdos internacionales de derechos humanos.
Apostasía, horca, vejaciones, defensores que se inhiben, fingirse demente… es bastante tenebroso, el puro siglo XV. Con el que habrá, ya que no aliarse, que dialogar-