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Pedro Casaldáliga: la luz de la Amazonia

El pasado 8 de agosto se fue en silencio, con su palabra y su lucha de manos extendidas, con su corazón verde del color de la selva, ignorado por muchos organismos tradicionales de la iglesia, con su mirada puesta de siempre en los pobres, en los menos desfavorecidos, en los pueblos indígenas que tanto le amaban… se nos fue un gran hombre amante de la paz, despreciado en el vaticano, un obispo de sandalias y vaquero querido por su pueblo, amenazado y odiado por los ricos y terrateniente. Su fe en el evangelio entendió que no era solo predicar en el púlpito, que consistía en bajar a la pobreza, en vivir como ellos, en sentir sus propios problemas, el dolor de sus corazones. Buscó en la poesía conectar con sus palabras alumbrando el sendero de los que más le necesitaban. Fue amenazado de muerte y se cometieron varios atentados a su persona donde varios compañeros suyos fueron asesinados. Las autoridades le ofrecieron escolta y él dijo “La aceptaré cuando tengan escolta también todos los campesinos de mi diócesis amenazados de muerte como yo”.

Sin embargo en España ha sido ignorado y poco reconocido. Se dan Premios de príncipe de Asturias, ahora princesa, a numerosas personas de otros países y sin embargo ignoramos a las grandes personas de nuestro país que realizan o han realizado grandes obras en defensa de la vida. Pedro Casaldáliga ha sido otro de los grandes olvidados de nuestra sociedad española pero ha tenido la fortuna y el honor que ser querido por miles de personas en la Amazonía.

En mayo de 1952 fue ordenado sacerdote en Sabadell. El creía en una iglesia diferente, sin jerarquías, comprometida, libre, con cercanía al pueblo y lo encontró en 1968 cuando viajó a Brasil y se instaló en el Mato Grosso. No volvió a España, allí se quedó, en una región sin escuelas, sin dispensarios de atención médica, con un campesinado explotado  y hundido en la pobreza y contactó acercándose a ellos y luchando por sus derechos con los pueblos indígenas. Creo escuelas, trabajó para que se instalaran puntos de atención para las curas y enfermedades más graves.  Sus sandalias como las de Jesús, caminaron por la selva, cruzaron ríos y su sencillez de vida era el mayor ejemplo para mostrar su amor por los demás y su absoluta entrega y servicio hacia los más pobres.

En 1970 fue nombrado obispo titular de Sao Félix do Araguaia y el mismo día publicó un extenso documento donde se analizaba detalladamente cada uno de los casos de maltrato y violación de los derechos humanos apuntando a los responsables y causas titulado: “Una iglesia de la Amazonía en conflicto con el latifundio y la marginación social”. Famoso documento que le creó muchos enemigos y desde ese momento ha sido el punto de mira de muchos sicarios, salvándose de varios atentados e incluso teniendo que estar desaparecido durante un mes. Pero no rectificó ninguna coma a pesar de la Dictadura de Brasil y sus amenazas constantes de muerte.

Cuando se tenía que trasladar por razón de su cargo a la capital, lo hacía en autobús que tardaba tres días de viaje y que era el transporte “de su gente”. Cuantas lecciones ha dado a la mayoría de los obispos del mundo que además de su séquito y sus coches disponibles para ellos y privilegios, disponen de amplias casas y cuando se jubilan como el obispo Rouco Varela se traslada del Palacio Obispal a un piso de 400 metros. La casita de Pedro donde vivía aún siendo Obispo era muy pequeña y siempre estaba abierta para dar cobijo a cualquier persona que lo necesitara. Cuanto tiene que cambiar la iglesia en su conjunto para llegar a la humildad de Pedro como seguidor e impulsor de la Teología de la Liberación.

El Papa Juan Pablo II llamó a Pedro al Vaticano para que explicara su conducta. ¿La de estar con los pobres? ¿La de no utilizar grandes cochazos como el resto de los obispos? ¿La de vivir como Jesús enseñó? ¿La de no estar con el gobierno o con los terratenientes? ¿La de luchar por los derechos de los pueblos indígenas? ¿Acaso no debería hacer él lo mismo en lugar de vivir en un Estado que en nada tiene que ver con los evangelios que se predican? Se presentó ante el “Santo Padre” en camisa, sin anillo que debe tener los obispos, con un collar indígena en su cuello.  No se sabe cuál fue la conversación. El caso es que Pedro volvió a su casa, a la selva amazónica con su gente, a seguir con su  trabajo en defensa de la vida.

¿No se le cayó la cara de vergüenza  a Juan Pablo II hacerle viajar de tan lejos y con tantos gastos? Si al menos hubiera aprendido de su humildad, de su trabajo, de su apostolado. Pero no tuvo la dignidad y la fe de dejarlo todo y seguir a Pedro como en el evangelio.

Además de ponerse al lado de los campesinos sin tierra, Pedro fundó varias Organizaciones Indígenas para que lucharan por sus derechos. Se unió con los Xavantes de Marawatsédé, los Tapirapés y los Carajas enfrentándose a los latifundistas y paramilitares. Escribió más de 50 obras en prosa y en versos. Su legado literario estaba siempre dirigido a los suyos, con llamamientos serios hacia los responsables de tanto dolor. Sus palabras se clavan en el corazón de quien lo lee y muestra la otra cara de Pedro, el gran comunicador de la esperanza teñida de su fe. Su lema como escribe Tom C. Avendaño desde Sau Paulo en los medios digitales era: “No poseer nada, no llevar nada, no pedir nada, no callar nada y de paso no matar nada”. Versos que mostraban su vida y su entrega al pobre.

En 2003, cuando cumplió 75 años, a partir de los cuales los obispos pueden jubilarse, el Vaticano lo relevó de inmediato sin que Pedro hubiera tenido la posibilidad de continuar. Aún así, se quedó trabajando en su diócesis, como uno más, despreciado por el Vaticano pero dignificado por su pueblo, por los pueblos indígenas y campesinos, por los más desfavorecidos y olvidados. El único Papa que lo apoyó alabó su trabajo fue Pablo VI que dijo: “Quien toca a Pedro, toca a Pablo”.

Ha muerto a los 92 años de su “hermano parkinson”, como él llamaba a su enfermedad, en Sau Paulo y ha sido enterrado como él quería, bajo un árbol a la orilla del río Araguaia de San Félix. La entrega de su vida por los demás, ha sido todo un ejemplo y una lección sin medida para la iglesia estancada en jerarquías y un Vaticano sumido en la ignorancia de la pobreza de las enseñanzas de Jesús. Personas como las de Pedro hacen que la fe cristiana se propague entre los más necesitados con el ejemplo de su humildad y entrega, en contraste con la mayoría de los obispos y jerarquía eclesiástica que viven con los ojos cerrados a sus predicaciones, con el apoyo frecuente a los gobiernos corruptos y dictadores, con un enjambre de cientos de sacerdotes y obispos que viven en el  hormiguero del Vaticano.

Es cierto que hay aún sacerdotes como Pedro que trabajan en sus parroquias dando su vida y amor en una sociedad cada vez más necesitada no solo en las selvas, sino también en las colmenas de las ciudades llamadas civilizadas. Pero como la vida de Pedro, las suyas también son olvidadas por la propia jerarquía eclesiástica.

 

BRA01. SÃO FÉLIX DO ARAGUAIA (BRASIL), 12/08/2020.- Fotografía cedida por la comunidad Riberão Cascalheiras del entierro de Pere Casaldáliga hoy en la ciudad de São Félix do Araguaia, en el estado de Mato Grosso (Brasil).

Puede que Pedro haya perdido la batalla contra el terrateniente que aún sigue violando los derechos humanos de los pueblos indígenas y comunidades campesinas sin tierra. Puede que la Soja en el Mato Grosso del Amazonas  haya proliferado a punta de pistola y muerte. Puede que la selva talada sea un símbolo de haber sido derrotado y la lucha que tantos años Pedro ha combatido con la palabra no haya servido para cambiar muchas cosas. De todos es sabido que el plomo de las balas mata a la paloma de paz. Pero de lo que no hay duda, es que ha dejado una luz de esperanza en la vida de los más necesitados. Un faro en la selva amazónica de ilusión, de la lucha por los derechos humanos y de la propia Tierra.

La Amazonía llora por su partida. Tal vez en el Vaticano alguno suspire de alivio. Pero no cabe duda a pesar del silencio de muchos medios de comunicación, que las lágrimas de los pueblos indígenas, de los campesinos, de los más pobres, forman un río de dolor y esmeralda verde  de la esperanza que se transforma en la luz intensa que alumbra hoy a los pueblos de la Amazonía.

 

Pedro Pozas Terrados 

 

Biografía: algunos datos consultados en:

.- Pedro Casaldáliga: 90 años de vida. 50 del obispo del pueblo”, por Tom C. Avendaño.

.- “Adiós a Don Pedro Casaldáliga, enterrado bajo un árbol a la orilla del río Araguaia”, por Salvador Martí i Puig.

.- “Pedro Casaldáliga: amigo de Dios y defensor del pueblo (I)”, por Juan José Tamayo.

 

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