“Abandoné la Enseñanza y durante ocho años me dediqué al pastoreo, viviendo de la explotación de un pequeño rebaño de cabras en una aldea de montaña del interior valenciano. Por razones de pobreza atenazante, solicité en el estío del 2001 el reingreso de excedencia; y di, hasta hace poco, clases de ciencias sociales y geografía en la SES de Alpuente. Padecí esa circunstancia como una contradicción intolerable. Me alivió pensar que, como anteayer, estaba solo de paso por la educación; y que aquel baño de infamia acabaría algún día. El diecisiete de octubre de 2010 renuncié definitivamente a la educación administrada; dejé de trabajar y dejé de obedecer, entregándome a la experiencia demoníaca de la extinción en libertad”. Estas son las palabras de Pedro García Olivo, un exprofesor que en su juventud creyó posible una ruptura con los convencionalismos del sistema educativo: la deserción de la constante clasificación del alumno a través del examen, la figura de autoridad del profesor, la excesiva competitividad que se promueve entre el alumnado, la visión casi unilateral de las enseñanzas… Pero la renuncia a todo esto implica –y así lo comprendió García Olivo– una renuncia todavía mayor: la de su propio trabajo. A raíz de la publicación de El irresponsable, este enemigo de la pedagogía imperante se ha convertido en uno de los pensadores actuales de los planteamientos nocivos del sistema educativo. Destaca en su labor su especial interés por las comunidades indígena-campesinas de Latinoamérica. Con motivo de la celebración de la Semana de la Educaciones Alternativas, Pedro García Olivo visitará Colombia para compartir en sus críticas y aportaciones al campo de la educación.