En 2020 la Editorial Galaxia celebró setenta años de un proyecto que estuvo en mente de Xaime Isla desde mucho antes de 1950. En realidad, no solo en la suya, pues como cuenta Ánxel Fole, la propuesta de crear una publicación periódica y una editorial ya se había puesto encima de la mesa en la reunión celebrada en Coruxo (cerca de Vigo) en 1943. En aquella ocasión se decidiera dar prioridad a la reorganización del Partido Galeguista en la clandestinidad y aplazar los otros proyectos, especialmente los culturales, pues consideraban que aún era posible derrocar la Dictadura y recuperar la República. Con todo, a medida que fueron surgiendo los problemas, incluso en paralelo a la lucha clandestina, ganaban espacio iniciativas culturales como Bibliófilos Gallegos, la colección Benito Soto o la Editorial Monterrey. En ese aparente resurgir, no eran pocos los obstáculos que se encontraban, especialmente la censura, pues aunque no estaba prohibido publicar en gallego de iure –no había problema si eran temas folclóricos o poesía evasiva–, de facto la censura actuaba implacable si la finalidad era dignificar, a través de la palabra escrita, la lengua.
Antecedentes
Así las cosas, hubo diferentes tentativas de darle forma a aquel sueño de Xaime Isla y otros galleguistas, una de ellas se podría considerar el germen de Galaxia: la fundación de SEPT (Servicio Ediciones Publicaciones y Traducciones), en 1946.
“En Vigo, a primero de abril del año mil novecientos cuarenta y seis.
Presentes los señores Plácido Castro del Río, Xaime Isla Couto e Celso Collazo Lema, casado el primero y solteros los otros dos, todos mayores de edad y vecinos de esta ciudad. Con capacidad legal para este acto.
Acuerdan promover la constitución de un negocio editorial y de librería estableciendo a tal fin, las siguientes bases de colaboración:
Primero. El señor Castro del Río aportará las sumas de dinero precisas para los primeros gastos de instalación y puesta en marcha que se calculan en conjunto para todo el año en diez mil pesetas.
Además prestará su dirección y control constante sobre el desarrollo práctico del trabajo así como de aquellas ayudas precisas en algún momento, orientación de diversas actividades, etc.
Segundo. El señor Isla Couto aportará en todo momento, además de sus proyectos e iniciativas, el trabajo de asesoramiento en todas las cuestiones y cualquier otra labor de colaboración que sea necesaria o le fuera encomendada.
Tercero. El señor Collazo llevará la responsabilidad del trabajo diario del negocio, examinar la labor realizada y adoptar las resoluciones que convengan, y de su efectividad práctica, dedicando toda su actividad personal necesaria.
Cuarta. Periódicamente los tres celebrarán reuniones con el fin de cambiar impresiones acerca de la marcha del negocio, examinar la labor realizada y adoptar las resoluciones que convengan para el mejor desenvolvimiento.
Quinta. El negocio figurará a nombre de Plácido Castro que asumirá desde luego su administración y firma de manera exclusivamente personal. Si fuera indispensable por motivos de ausencia, indisposición, etc. otorgará poder a favor de cualquiera de los otros dos colaboradores –o de ambos, mancomunadamente- para sustituirlo en las operaciones e facultades imprescindibles.
Sexta. Sin prejuicio de llevar la contabilidad constante del negocio, trimestralmente se establecerá una liquidación de rendimientos, para hacer la distribución siguiente:
- a) se satisfará un 5% (cinco por ciento) de interés las cantidades anticipadas por el señor Castro del Rio;
- b) se destinará un 25% (veinticinco por ciento) para amortización de ese capital anticipado.
- c) el resto se repartirá por igual entre los tres colaboradores.
Figurarán entre los gastos como inversiones obligadas de la explotación, las asignaciones de local y personal que se convenga satisfacer a los señores Castro del Río y Collazo Lema, respectivamente.
Séptima. La duración de este acuerdo provisional será por todo el año corriente, pudiendo, sin embargo, procederse antes a la firma de un convenio definitivo si la marcha del negocio lo aconsejase o bien echar el cierre en caso de pérdidas reiteradas. También podrá excluirse a cualquiera de los tres colaboradores en caso de incumplirse las obligaciones que vienen señaladas en este acuerdo.
Y en prueba de entera conformidad, firman en lugar e fecha señalados” (Archivo personal de Manuel Meixide).
Este documento es el acta fundacional de una empresa situada en la calle Lepanto de Vigo, que respondía a la puesta en marcha de un negocio editorial y de librería proyectado por estos tres socios: Xaime Isla Couto, Plácido Castro y Celso Collazo. De esta manera crearon un sello destinado a la distribución y venta de libros que estaba pensado, especialmente, para la venta a domicilio a través de catálogo. Con todo, era difícil que saliese adelante pues Celso Collazo, que era periodista colaborador de La Noche, se trasladó a Madrid en 1951 para trabajar en la Dirección General de Prensa. Y, con anterioridad, Plácido Castro se había instalado en Lisboa, en 1948, y posteriormente en Londres, por lo que la inestabilidad laboral de sus miembros no ayudó a que se consolidase el proyecto. Quizás por eso al año siguiente incluyen como socio a Xosé Meixide, pero esta incorporación no fue suficiente para que el proyecto comenzase definitivamente a andar.
“En Vigo a primero de marzo del año mil novecientos cuarenta y siete.
Presentes los señores Plácido R. Castro del Río, Xosé Meixide González, Celso Collazo Lema y Xaime Isla Couto, casados los dos primeros y solteros los otros dos, todos mayores de edad y vecinos de esta ciudad. Con capacidad legal para concertar el presente contrato de sociedad exponen:
-
a) Que por documento de primero de abril de año mil novecientos cuarenta y seis los señores Castro, Isla e Collazo acordaron promover la constitución de un negocio editorial y de librería, estableciendo a tal fin las bases recogidas en aquel documento” (Archivo persnoal Manuel Meixide).
El libro fundacional no contiene ninguna anotación más, muestra de que el nuevo intento había fracasado, sin embargo, ahí estaba el germen de la futura Galaxia. Cierto, que este grupo no había sido capaz de avanzar en los objetivos marcados, pero de alguna manera mantuvo encendida la brasa que avivó con el proyecto de la editorial, en parte con el mismo equipo, pero también gracias a la incorporación de nuevas personas.
Galaxia: gestión humana y económica
“del proyecto de la editorial ‘Galaxia’ me había hablado ya Meixide hace algún tiempo, una vez que pasó por aquí. A causa de mis achaques reumáticos salgo sólo para cumplir con mis obligaciones burocráticas y no suelo hablar con nadie más que un grupo de amigos íntimos, y por lo tanto no sé si sería fácil o no encontrar suscriptores; lo que sí considero indispensable para conseguirlos es que uno de ustedes haga un viaje por aquí y hable con la gente y la convenza” (Carta de Florentino López Cuevillas a Fernández del Riego, 29 de noviembre, 1949).
No sabemos en qué momento dieron por finalizado el proyecto de SEPT y cuando pusieron en funcionamiento la nueva empresa, pero ya en 1949 estaban registrando los primeros accionistas de Galaxia. Al tiempo, Xaime Isla y Fernández del Riego habían asumido la dirección del suplemento sabatino del periódico vespertino La Noche. En este periódico se anuncia la existencia de la Editorial Galaxia en noviembre de 1949:
“Las dos noticias más importantes de nuestra actualidad cultural se refieren a las actividades de fundación de la ‘Editorial Galaxia’ y al problema del Diccionario Gallego” (La Noche, 26 de noviembre, 1949).
Pocos días después, Augusto Casas le escribe a Fernández de Riego: “La editorial Galaxia es un magnífico proyecto” (28 de noviembre, 1949), un proyecto que ya estaba en marcha antes del cierre del suplemento, que en no pocas ocasiones se ha dado como motivación para la fundación de Galaxia. Quizás el error beba de una mala interpretación de las memorias de Piñeiro (2002: 104) en las que afirma que poco después del cierre del suplemento La Noche se creó Galaxia, pero lo hizo notarialmente[1], pues el proyecto ya estaba iniciado mucho antes y nada tuvo que ver la pérdida de este espacio de difusión.
De los últimos días de noviembre hay varias cartas en los archivos que celebran el inicio de la editorial, pues días antes habían emitido el envío de uno de los primeros documentos de la empresa, el Prospecto de fundación. Así queda constancia en el acuse de recibo que Ánxel Fole remite a Fernández del Riego: “Recibí el prospecto de Galaxia. Me parece magnífico” (28 de noviembre, 1949). Esta hoja de presentación explicaba la estructura y los objetivos de Galaxia, y, muy especialmente, el concepto de universalidad desde lo particular, desde lo propio, de la nueva empresa. Sin duda, el nombre “Galaxia” reforzaba la idea, puesto que en su definición es un conjunto de gran tamaño constituido por millones de estrellas y objetos astronómicos unidos por fuerzas gravitacionales que giran en torno de un centro de masa común. Xaime Isla había elegido ese y no otro nombre para reforzar la imagen que Galaxia pretendía, en un momento en que el galleguismo estaba fagocitado y desconectado, poner en conexión ese “millón de estrellas” que tenían en común ideas galleguistas en sentido amplio, con el propósito de reunirlas alrededor de una estructura que fuese “masa común”.
Aquel primer envío se acompañaba de un boletín de subscrición de acciones, razón por la que las primeras emisiones tienen fecha de noviembre de 1949 y corresponden, en orden alfabética, a: Xosé María Álvarez Blázquez, Emilio Álvarez Gallego, Rodolfo Andrade Rodríguez, Antonio Beiras García, Emilio Bugallo Orozco, Francisco Fernández del Riego, Joaquín Fernández del Riego, José Luís Fontenla Méndez, Ricardo García Suárez, Aquilino Iglesia Alvariño, Fidel Isla Araújo, Fidel Isla Couto, Celso Isla Couto, Xaime Isla Couto, Manuel Isla Couto, Juan Manuel Lazcano Castedo, Cándido Lozano, José Meijide González, Luís Meijide González, Cristina Novoa Pedreira de Isla, Juan Novoa Pedreira, Mª del Carmen Pedreira de Novoa, Luís Pérez Pontón, Mª Magdalena Rodríguez, Adolfo Rodríguez Costas y Luís Viñas Cortegoso. En el mes de diciembre sumaron otro buen número de accionistas y así hasta alcanzar el objetivo de implicar a doscientas o trescientas personas y que el proyecto fuese viable. Con esta premisa se emitieron acciones de mil pesetas, que se podrían desembolsar a plazos, hasta un máximo de diez por accionista, para garantizar la pluralidad de la editorial.
Estas gestiones previas culminaron el 25 de julio de 1950, la fecha escogida para la presentación pública de la editorial. En la parte baja del Hotel Compostela, en Santiago, se celebró la asamblea fundacional de Galaxia, presidida por Ramón Otero Pedrayo, en un día marcado por la festividad y el simbolismo. Aquella reunión sirvió también para aprobar los Estatutos por unanimidad y para designar los cargos ejecutivos, es decir, a aquellas personas que se iban a ocupar del día a día de la editorial.
“Na cidade de Vigo, e no local social, ós dazaoito días do mes de agosto de mil novecentos cincuenta, baixo da presidencia de Don Ramón Otero Pedrayo e aituando de segredario Don Francisco Fernández del Riego, xúntase o Consello de Administración da Editorial Galaxia, S.A.” (Acta 1, Archivo Galaxia).
No tardaron mucho en realizar la siguiente reunión, en pleno mes de agosto, para no posponer las publicaciones que tenían programadas. En esta ocasión, el grupo que se reunió era más pequeño, lo conformaban: Ramón Otero Pedrayo, presidente; Manuel Gómez Román, vicepresidente; Xesús Ferro Couselo, vocal; Xaime Isla Couto, consejeiro-delegado, y Francisco Fernández del Riego, secretario. Faltaban para completar el Consejo de Administración Sebastián Martínez-Risco y Antonio Fernández López, vocales. No sorprenden estos nombres, los unía su galleguismo y su filiación al Partido Galeguista o a las secciones juveniles del mismo. Además, muchos de ellos habían participado en iniciativas como el Seminario de Estudos Galegos, del que fue último presidente Ramón Otero Pedrayo, a quien la dictadura lo había inhabilitado, al igual que a Antonio Fernández López o a Fernández del Riego, entre otros.
“Otero Pedrayo converteuse rapidamente na máxima figura viva da cultura galega. Coa súa presencia, serena, harmoniosa, e coa súa palabra, oral ou escrita, a idea e o sentimento de Galicia revivían no ambiente. Medraban con entusiasmo nos corazóns mozos, e con esperanza nos de tantos magoados pola adversidade dos tempos. Pasou a ser axiña, sen se decatar, un símbolo da Galicia verdadeira. Esta autoridade, este prestixio, que foron aumentando no sentir colectivo dos galegos, identificábaos o gran polígrafo, de cheo e absolutamente, con Galaxia. Consideraba que esta empresa político-cultural era a gran empresa de reconstrucción interna do país. Con esa convicción profunda, presidiuna ata o día do seu pasamento. A identificación con Galaxia faríaa patente mesmo alén da morte, ó lle legar o seu patrimonio trasalbés e a súa obra literaria” (Fernández del Riego 1996: 36).
El Consejo de Administración había sido elegido por la Junta General de Accionistas, mientras el secretario general y el Consejo Técnico Asesor salía del Consejo de Administración. Y aún había una Comisión Ejecutiva a la que Martínez-Risco denominó “Comité permanente de Vigo” y en la que estaban Isla Couto, Fernández del Riego, Viñas Cortegoso, Ricardo García Suárez, Emilio Álvarez Blázquez, Antón Beiras, Rufo Pérez y Xosé Meixide.
Las primeras reuniones sirvieron para definir las funciones del equipo, así en la primera se propuso a Ramón Piñeiro para llevar a cabo la “actividad intelectual” y a Luís Viñas Cortegoso para encargarse de las “labores de tipo administrativo y comercial”. De esta manera comenzaban siendo asesores Ramón Piñeiro, asesor literario, y también se escogió a Carlos Maside como asesor artístico, aún que su precaria salud hizo que poco tiempo después delegase esa responsabilidad en Ricardo García Suárez, Xohán Ledo.
Álvaro Gil fue el presidente del Consejo Técnico Asesor y designó a Ramón Cabanillas como secretario y a Xosé Ramón Fernández-Oxea como vicesecretario. Con el tiempo y con la ampliación de funciones se sumaron nuevas áreas y personas encargadas; así Xosé Meixide fue designado Consejero de Ventas y Rufo Pérez el encargado del área de contabilidad.
“A miña postura fronte a aquel proxecto inicialmente foi máis ben cauta, por varias razóns. En primeiro lugar porque, tal como lle expliquei a Xaime Isla, aquela concentración de figuras galeguistas no consello da editorial podía parecer unha provocación. Despois tampouco vía claro cómo se podía montar unha editorial nunha situación política como aquela, cos problemas de censura que había, sen descartar a cuestión económica” (Piñeiro 2002: 104).
No eran tiempos fáciles para conseguir suscriptores ni accionistas, pues muchos galleguistas habían sido inhabilitados, otros tenían miedo a ser involucrados en un proyecto que los comprometiese, por lo que las reticencias de Piñeiro estaban fundadas. Frente a ese pesimismo, encontramos el optimismo de Isla Couto o Fernández del Riego que se esforzaron, junto a otros compañeros, en la captación de suscriptores, tal fue así que dos años después de la fundación de la editorial contaban con más de seiscientos. Si repasamos la lista, encontramos fundamentalmente profesionales liberales que hicieron viable el proyecto. Además de doscientos accionistas de los primeros años y de la generosidad de galleguistas que puntualmente hacían donaciones a la editorial.
“Aproveitei a ocasión pra lle prantexar a Álvaro [Gil] o asunto de ‘Galaxia i-o do Pazo das Casas Reales. Díxome que il estaba disposto a invertir ata cincuenta ou sesenta mil pesetas na editorial; que tiña autorización dos de Bos Aires pra invertir outras cincuenta mil en nome d-iles; que tiña falado con Valentín d-iste asunto e que Valentín tamén se mostrara disposto a invertir na empresa” (Carta de Piñeiro a Fernández del Riego, Lugo 06 de mayo, 1950).
No se entendería Galaxia sin la diáspora, sin los emigrados y los exiliados que estaban en Argentina, Uruguay o México, fundamentalmente. Muchas fueron las aportaciones económicas desde el otro lado del océano, especialmente para mantener la Revista de Economía de Galicia, así en el año 1959 recibe 50.000 pesetas de la colectividad: 35.000 de la emigración argentina y 15.000 de la uruguaya. Si hacemos un cálculo del valor adquisitivo de la peseta, teniendo en cuenta las tablas de valores, sería una cifra similar a 18.000 euros, que se ingresaron anualmente a favor de Galaxia. Lo más probable es que no solo se destinasen a esta publicación periódica, sino que se cubriesen otras necesidades. También contribuía el Banco del Trabajo Italo-Americano y Banco de Galicia de Montevideo con 15.000 pesetas que gestionaba Jesús Canabal, figura destacada del galleguismo en Uruguay, mientras en Argentina Valentín Fernández y Manuel Puente recogían entre la colectividad las aportaciones puntuales, pero también las extraordinarias cuando había que cubrir alguna necesidad. Así, en 1959 el Centro Gallego invirtió 300.000 pesos en la publicación del libro Obra completa de Ramón Cabanillas, unas 100.000 pesetas de la época, y las protestas de algunos socios no tardaron en llegar por la importante inversión realizada.
El altruismo procedía fundamentalmente de la diáspora, aunque en Galicia también contaba con algunos nombres propios como el ya señalado Álvaro Gil o el de Sixto Seco, que cuando entró a formar parte del Consejo de Administración de Galaxia, para reforzar su total adhesión a los fines de la empresa, ofreció la cantidad de 10.000 pesetas para sufragar un proyecto o para atender a las necesidades que hubiese. Se acordó que esa cantidad sirviese para afrontar la edición de la Historia da Literatura Galega Contemporánea, de Ricardo Carballo Calero. Sixto Seco mostró su satisfacción, pues iba a subvencionar la obra de su maestro, su profesor en el Bachillerato Universitario.
Primeras publicaciones
Con los apoyos económicos suficientes era importante llegar a los suscriptores y a las librerías, pero también consideraban relevante, como queda constancia en el Prospecto, la línea editorial que querían marcar. Cierto es que no renunciaban a géneros como la poesía, pero se decantaban por afianzar otros de menos tradición como el ensayo, los manuales, las publicaciones periódicas, las traducciones o la narrativa. En esos objetivos continuaban el trabajo de la Generación Nós, pero adecuándolos a las necesidades del momento, que eran otras.
“Por lo que respecta a las otras series de publicaciones de la Editorial, la de creación se inaugura con una obra de Cabanillas, porque la paga de su bolsillo Álvaro Gil; la de manuales, con mi Historia de la Literatura Gallega, revisada y actualizada; la de reediciones de clásicos con el Onomástico de la Lengua Gallega del P. Sarmiento. Si nos dejan seguir adelante, creo que lograremos realizar algo fundamental para nuestra cultura” (Carta de Fernández del Riego a Seoane, Vigo 6 de febrero, 1951).
Con todo, el deseo era dar a imprenta una publicación periódica en la que tuviesen cabida todas las disciplinas, todas las cuestiones relacionadas con el pensamiento en las letras y en las artes, en definitiva, una revista que sirviese para difundir conocimientos y también un discurso. La Colección Grial conoció cuatro números: ‘Presencia de Galicia’, ‘Pintura actual en Galicia’, ‘Presencia de Curros y doña Emilia’ y ‘Aspectos jurídicos y económicos de Galicia’. El primer número salió el 12 de abril de 1951 y el último el 25 de marzo de 1952, por lo que la experiencia no consiguió pasar el año de vida. Cierto es que habían intentado evitar la censura mostrándose como un monográfico, pues no obtuvieran la autorización da Dirección General de Prensa para una publicación periódica, al no contar con un periodista titulado que la dirigiese. Con todo, esta estrategia no fue suficiente, como tampoco ayudaron muchos de los artículos que no tardaron en llamar la atención del Régimen y así, el de Piñeiro en el primer número fue el blanco de la denuncia de Juan Aparicio[2], en aquel momento director del periódico Pueblo. Lo cierto es que al poco tiempo Aparicio fue nombrado director general de Prensa, cargo al que accedió con la creación del Ministerio de Información y Turismo, y tardó bien poco en enviar una carta prohibiendo la continuidad de la colección.
El proyecto en el que habían depositado más expectativas había quedado suspendido y no se veía una salida a corto plazo, por lo que en seguida resolvieron que apostarían por el ensayo en libros colectivos, sin que perteneciesen a una serie: serían libros sueltos, pero con la misma idea que había inspirado la revista. El primero salió el 16 de julio de 1952, muy poco tiempo después de la suspensión de la colección, el cual fue posible porque ya estaban con la preparación del quinto cuaderno de la Colección Grial, dedicado a Rosalía de Castro, que fue reconvertido en monográfico. El volumen 7 ensaios sobre Rosalía inauguraba esta serie, después saldrían La Saudade (1953), Paisaxe e cultura (1955) y O segredo do humor (1963), solo de la autoría de Celestino Fernández de la Vega.
Al lado de estos proyectos apareció en el año 1958 la Revista de Economía de Galicia, de la que lograron editar sesenta y cinco números, hasta diciembre de 1968, que finalizó su trayectoria. Con esta publicación se buscaba cubrir un desierto absoluto en este campo y, al mismo tiempo, realizar una reflexión profunda del estado de la economía del país y trazar las líneas de su revitalización. En esos primeros años hubo diferentes publicaciones, entre ellas destaca la Guía de Galicia (1954), de Otero Pedrayo, pues supuso el primer éxito de ventas de la editorial. Esta publicación saldría en Madrid en el año 1926 y la segunda edición en Santiago en 1945, por lo tanto, Galaxia publicaba una tercera edición, eso sí actualizada, con nuevos mapas, fotografías, también itinerarios a mayores… Lo cierto es que esta obra le va a reportar a Galaxia importantes ingresos, pues Otero Pedrayo declinó cobrar lo que le correspondía de derechos de autor en favor de la casa editora. Para hacernos una idea, en los primeros cinco meses se agotaron 1.000 ejemplares de los 6.000 que tenía la primera edición y, después de varias reimpresiones, en 1958, debido a la creciente demanda, que no parecía disminuir con los años, acordaron encuadernar 500 ejemplares más.
Las misiones de Galaxia
Uno de los documentos más interesantes de estos primeros años lleva por título Galaxia, y es un resumen de los objetivos de la editorial en esos primeros años y que iban más allá de los éxitos o fracasos de las publicaciones, de los problemas con la censura, eran las misiones que tenían como grupo. Fueron redactadas en 1958 por Ramón Piñeiro, aún que el texto lo leyó Isla Couto en la reunión que mantuvieron algunos miembros de la editorial en Galicia con Perfecto López, delegado del grupo de Buenos Aires.
En pocas líneas se trazan las siete misiones que cumplía Galaxia y también el diseño de las estrategias que se llevaron a cabo para conseguir los objetivos marcados. Con todo, era inevitable comenzar por el principio, por el giro hacia la cultura después de la lucha política clandestina, y así argumentan que en aquel momento vieron la necesidad de reorganizar el galleguismo desde otra estrategia, pues políticamente habían fracasado. Así las cosas, la idea de Galaxia surgió como una empresa cultural y también política, como una estructura emergente, novedosa, que fuese capaz de crear expectación e ilusión en un panorama tan desolador.
En esa primera etapa, que llegaría hasta 1963, Galaxia se preocupó de dar a conocer la “fisionomía espiritual” de Galicia dentro y fuera de nuestras fronteras y en los lugares de prestigio, como universidades o centros de difusión de la cultura. Especial interés mostraron en los talentosos universitarios gallegos y a mediados de los años cincuenta un grupo de universitarios compostelanos asumieron el compromiso con el país y dieron a imprenta obras literarias en Galaxia, como Xosé Luís Méndez Ferrín. Incluso se creó la Colección Illa Nova, para alentar las publicaciones de los nuevos valores: Xohana Torres, Franco Grande, María Xosé Queizán, Bernardino Graña, Carlos Casares…
Otros objetivos tenían que ver con proyectos concretos como la Revista de Economía de Galicia o la creación de la Fundación Penzol, que se inauguró en Vigo en 1963. También con el apoyo material y moral a aquellas personas que participaban del ideario y que estaban en una situación económica precaria, como Cabanillas o Ánxel Fole. Aunque si hay una misión importante esa fue la del estudio sistemático del gallego, porque la lengua se convierte en la principal preocupación de Galaxia. A pesar de invertir en ella muchos esfuerzos, no consiguieron dotarla de una gramática o de una normativa, porque no encontraron a la persona adecuada que se comprometiese a realizar esta labor. Pues lo cierto es que, para ser rigurosos, era preciso un estudio sistemático de la lengua y las instituciones encargadas de liderar ese proceso no lo hicieron. Será Galaxia quien abandere la cuestión lingüística, o cuando menos la que hizo el intento por rematar con la anarquía ortográfica y proponer unas normas tácitas que se conocen como “normativa Galaxia”.
Estos puntos de acción fueron considerados por el grupo Galaxia como un programa político y así lo manifiestan por escrito en el documento. Como también dejan claro que estas líneas de actuación formaban parte de un proyecto de futuro, pues se negaban a vivir celebrando el pasado, y para combatir eso era necesario poner la mirada en el horizonte y soñar otras misiones como sucedió durante estas siete décadas.
Bibliografía:
(1949). “Notas de oír y ver…”. La Noche, 26 de noviembre, 1949 [suplemento].
Alonso Montero, Xesús (2009) Ramón Piñeiro ou a reinvención da cultura galega. Vigo: Editorial Galaxia.
Archivo deEditorial Galaxia
Archivo de Francisco Fernández del Riego
Archivo personal de Manuel Meixide
Dasilva, Xosé Manuel (2013): ‘A Colección Grial e a revista Grial perante a censura franquista’. Grial: Revista galega de cultura 200, 75-79.
Fernández del Riego, Francisco (1996). A xeración Galaxia. Vigo: Editorial Galaxia.
Piñeiro, Ramón (2002). Da miña acordanza. Memorias. Vigo: Editorial Galaxia-Fundación Caixa Galicia.
[1] Xaime Isla consiguió que Galaxia se escriturasen en gallego y castellano, gracias a un reglamento de la República que seguía vigente. De tal modo que el 3 de noviembre de 1950 quedaba constituida como Sociedade Mercantil Anónima a Editorial Galaxia S. A. que “terá por ouxeto a edición de libros, revistas e demais pubricacións, a sua exportación, espallamento e venda e calisqueira outras aitividades afíns”.
[2] La censura aplicada a los cuadernos ya fue muchas veces relatada por alguno de los protagonistas, como Ramón Piñeiro (2002: 109) y también por investigadores como Alonso Montero (2009: 187) o Dasilva (2013: 75).