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Mientras tantoPequeña crónica de una merecida celebración

Pequeña crónica de una merecida celebración


Fundadores y directores de la revista ‘El pájaro de paja’. De izquierda a derecha: Federico Muelas, Gabino-Alejandro Carriedo y Ángel Crespo

Abadía cisterciense San Isidro de Dueñas, Palencia, 17 de diciembre de  2023

Parto desde Cuenca, en un tren que se desliza por vía de alta velocidad, directamente hacia Palencia. La estación de Cuenca se llama Fernando Zóbel,  nombre merecidamente «divinizado» en la ciudad de las Casas Colgadas, donde él instaló en 1966, pagando la restauración de ese fetiche conquense, entonces completamente abandonado, con el dinero de su propio bolsillo, el Museo de Arte Abstracto Español, que hoy sigue en el mismo sitio, más esplendoroso aún, desde el primer día. El pintor hispano-filipino Fernando Zóbel tiene además, en Cuenca, un instituto de enseñanza media y una calle. Él realizó el milagro de convertir la rancia ciudad repleta de sotanas negras en una relevante marca española del arte moderno.

Fernando Zóbel junto al rey Juan Carlos I en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca en 1977
Clara Campoamor

La primera parada del tren es en Madrid, en la estación de Chamartín-Clara Campoamor. Campoamor fue escritora y abogada. Se afilió al Partido Radical de Lerroux, defensor, en principio, de los derechos que ella proclamaba. Luego lo abandonó, cuando los radicales se acercaron a la derechista CEDA. Abogó con empeño por el sufragio femenino, enfrentándose con la socialista Victoria Kent, que no quería que las mujeres votasen, ya que lo harían -pensaba Kent- inducidas por los confesores. Al final la mujer pudo votar. Al estallar la guerra civil, Clara Campoamor huyó de España, temiendo ser represaliada por las checas, exiliándose en Suiza. Queda, desde entonces, su controvertido papel, mas lo cierto es que el arrojo de esta mujer es de un valiente e impecable republicanismo.

Pilar de Valderrama, la ‘Guiomar’ de Antonio Machado. Fuente: Diario de Pontevedra

La siguiente parada del convoy es en Segovia. ¡Qué alegría, su estación tiene nombre de literata!: Segovia-Guiomar. El sobrenombre de Guiomar eclipsa el nombre verdadero, Pilar de Valderrama, a causa del enamoramiento hacia ella que sintió el célebre poeta español Antonio Machado. Tras la muerte del sevillano, Concha Espina desveló el idilio, pero mostrando siempre el pseudónimo y no el nombre real. Ella escribió poesía y teatro. La editorial española Torremozas, de libros de poesía escrita por mujeres, ha publicado dos antologías poéticas de su obra, la última bastante reciente, en 2020. En 1981, a los dos años de fallecer, Plaza & Janés publicó Sí, soy Guiomar. Memorias de mi vida, recogiendo el epistolario con Machado y recalcando que su relación fue casta.

Viajé a Palencia para participar en el congreso Integridad y vanguardia, que celebraba el centenario del nacimiento del poeta palentino Gabino-Alejandro Carriedo (1923-1981). Justamente el día que mi vieja amiga Fanny Rubio dictó la conferencia inaugural se cumplía la fecha exacta: 12 de diciembre. Se impartieron tres conferencias más (yo pronuncié una de ellas) y se desarrollaron otras dos mesas redondas. En el folleto informativo figuraban los logos del Ayuntamiento palentino, del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, de la Junta de Castilla y León y de la Fundación Jorge Guillén. Realmente en esta última recayó la minuciosa organización del evento, que devino perfecto, con las expertas manos de Antonio Piedra, el director; la eficacísima gerente Pilar Alonso; y la técnica, y activa camarógrafa, Marta Valsero. Los actos tuvieron lugar en el salón de actos del Centro Cultural Lecrác, una antigua cárcel de mujeres (su nombre es cárcel al revés) convertida en atractiva biblioteca, auditorio, salas de estudio, de exposiciones, salas infantiles, cafetería; en definitiva, un diáfano elemento difusor de la mejor y más dinámica cultura.

Entre el público, de izquierda a derecha: Mario Paz, Fanny Rubio, yo, Concha Carriedo y Antonio Piedra. Foto: Marta Valsero

Las dos jornadas en que homenajeamos a Carriedo estuvieron muy bien, las sentimos muy necesarias. Como yo dije al comenzar mi charla, es una pena que un gran poeta como fue Carriedo, hoy esté casi completamente olvidado, aunque es verdad que cuando se cumplió el 25 aniversario de su muerte, en 2006, la Fundación Jorge Guillén publicó su poesía completa en edición de Antonio Piedra y su sobrina Concha Carriedo y con un prólogo muy pródigo de Fanny Rubio. Hay que seguir recordándolo, seguir leyéndolo y seguir publicando cosas suyas. Estaría fenomenal que el lector conociera pronto sus diarios. En esta ocasión, la Fundación Jorge Guillén ha sacado un volumen de 21 relatos suyos en edición de Mario Paz, un profundo estudioso de Carriedo, autor de una de las tres tesis doctorales que analizan su espléndida creación, junto a la de César Augusto Ayuso y Francisca Domingo, siendo Paz el ponente que dio la conferencia de clausura sobre la prosa del poeta.

Además de los críticos y especialistas en la obra de Gabino-Alejandro Carriedo (yo he publicado, amén de otros artículos y ensayos, dos libros sobre la historia de su vida), estaba felizmente congregada su larga familia, una tribu y no un clan, como dijo uno de sus parientes. Cosa que ayuda a mantener su memoria y a engrandecer la pervivencia de su recuerdo humano. Gabino es el miembro-estrella de todo el nutrido número de familiares. Algunos de ellos son también estudiosos de la obra del tío Gabino, como así tanto se lo nombró. Concha Carriedo es la que inició, desde hace tiempo, muchas y grandes tentativas en torno al poeta, trazando ahora una semblanza de su tío acertadamente cabal. Otro sobrino, Manuel Carriedo, trasmitió para el auditorio el ajustado panorama de la vivencia de Carriedo en su Palencia natal hasta que marchó a Madrid.

La intervención de David Amón, hijo de Santiago Amón, íntimo amigo de Carriedo, fue muy entretenida. Él es actor y actuó como tal. Recitó de memoria, con gran maestría, cuatro sugestivos poemas del palentino, entre ellos «El melófobo» y «Las casas»: «En las casas que habitamos / con su duende y su portera, / con sus gatos trapisondas / y su alcoba de Alcobendas, / todos nacen dando voces, / todos mueren dando pena.» Pero la joya del congreso, la colosal lección, a mi juicio radicó en la conferencia que impartió su sobrino-nieto Pablo Carriedo, explicando muy sabiamente la génesis del libro carriediano Los lados del cubo, en la etapa, ya al final de su vida, en que Carriedo estaba volcado en los ámbitos pictóricos, arquitectónicos y de diseño. Un libro que remite a unos fundamentos matemáticos y geométricos y se expresa, por contraste, en una grácil lírica concisa y discursiva. Los demás siempre suponíamos, sin más, la influencia de la poesía del brasileño Cabral de Melo en esta colección, que creíamos simplemente concretista y no verdaderamente cubista (los lados del cubo), como acertó a revelarnos Pablo Carriedo, que aún no ha concluido su rica y prolífica investigación, pero al que pediríamos que ofreciera, ¡ya!, un oportuno avance. Es un texto muy importante que debiera exponerse en las más escogidas tribunas universitarias a escala mundial, rescatando al poeta, liberándolo del olvido injusto en que está.

Mario Paz en la conferencia de clausura disertando sobre la prosa de Carriedo. A su lado Pilar Alonso y Antonio Piedra. Foto: Marta Valsero

Reitero que el encuentro fue estupendo. A toda la entusiasta peña se nos alojó confortablemente en el céntrico hotel Castilla Vieja. Consumimos uno de los almuerzos en el excelso restaurante La Encina. Degusté un sabroso plato típico de Palencia: un lechazo que estaba de rechupete. Verdaderamente titánico.

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