Medellín, Parque de Berrio en el verano de febrero
Periodismo de Autor: es periodismo porque cuenta historias reales, pero es de Autor porque tiene un pie en la literatura. En el Periodismo de Autor la objetividad consiste en ser subjetivo, pero la honestidad es el punto de partida. La honestidad y la responsabilidad que cada uno tiene consigo mismo. Por eso nos pasamos por las bolas las estadísticas y las fuentes que hablan sobre generalidades. Nosotros vamos al ojo del huracán, a las historias particulares. El periodismo raso puede recurrir a la mentira. La literatura es un arte y como tal tiene que decir la verdad. ¿Pero qué diablos es la verdad? En este género de no-ficción la verdad es el estallido de una granada de fragmentación en tu cerebro, es una experiencia vivida que te mueve las tripas. La inolvidable visita a un burdel y las lecciones de vida de un proxeneta, la visión directa de la matanza de un lote de vacas que luego llevaremos a la parrilla. El juego precipitado en un casino. La conversación con un sicario colombiano. En el Periodismo de Autor una impresión vale más que mil datos. Esa es la verdad: una impresión, lo que te mueve las visceras. Un recuerdo que no se te borra, un tatuaje mental como recordatorio de lo que eres, lo que fuiste, una premonición de lo que serás. Una canción noventera que revienta el recuerdo del primer porro que te fumaste, un olor que odias, una frase dostoievskiana que te golpea en la jeta, una cursilería que te arruga el corazón, una imagen, la visión de tu novia en calzones peinándose en el espejo. Esa es la verdad, tu verdad. El Periodismo de Autor es retorcido pero sincero.
PD: Gracias a Alfonso Armada por este espacio en FronteraD.
