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Periodismo y pensamiento político. Las revistas literarias salvadoreñas de principios del siglo XX

Aunque los periódicos son ampliamente reconocidos como una fuente de información crucial para el conocimiento y la interpretación de los eventos históricos y culturales, en El Salvador hasta ahora se ha prestado poca atención a la contribución que han dado en ese sentido las revistas literarias.

En los años 20 del siglo pasado, algunas revistas constituyeron plataformas de difusión cultural y también de crítica política y social, donde confluyeron activistas comunistas, seguidores del esoterismo y simpatizantes del fascismo que tuvieron en común la oposición al continuismo y el despotismo de los gobiernos de “la dinastía”, como llegó a conocerse al clan de la familia Meléndez-Quiñónez que gobernó El Salvador entre 1913-1927.

Un ejemplo de esta tendencia fue Espiral. Revista del hogar (1922-1923)[1]. En sus páginas se encuentran no solo algunas de las primeras producciones de escritores y artistas que llegarían a destacarse en las artes y letras de la primera mitad del siglo XX, sino también evidencias de los intereses políticos de un sector de jóvenes provenientes de la clase media capitalina.

La plana editorial de la revista estuvo presidida por Enrique Lardé Arthès y Miguel Ángel Chacón, y su director artístico fue Salvador Salazar Arrué (Salarrué). Este pintor y narrador publicó en Espiral ilustraciones muy influidas por las vanguardias estéticas europeas donde se revela su temprana vinculación con el esoterismo teosófico. La revista publicó, además, algunas de las primeras caricaturas de Toño Salazar antes de su partida a México y, posteriormente, a París, donde se unió a la vanguardia europea de entreguerras. Otros de sus colaboradores fueron los escritores Julio E. Ávila y Miguel Ángel Espino.

En Espiral no todo fue arte y literatura. Durante la campaña para las elecciones de 1923, la revista tomó partido al lado de Miguel Tomás Molina, rival político de Alfonso Quiñónez, el candidato de “la dinastía”. La campaña se desarrolló en medio de fuertes protestas por el desempleo y el retraso en el pago de los salarios de los empleados públicos. El día de Navidad de 1922, la policía disolvió a tiros, con saldos trágicos, una manifestación de mujeres que apoyaba a Molina.

La revista fue sometida a la censura previa por un artículo que denunciaba la corrupción en el Gobierno. Para llevar a cabo esta censura se utilizó la técnica del “empastelamiento”, que implicaba la manipulación aleatoria de los tipos de letra en la composición de las cajas con el objetivo de que el texto impreso resultara incomprensible[2]. Esta acción revela que las publicaciones literarias no escaparon de la censura de prensa.

Comunismo y esoterismo

Otra revista de oposición a la dinastía fue Verbo Estudiantil (1918). Esta publicación apoyó la candidatura presidencial de Tomás García Palomo, contra Jorge Meléndez, otro de los personajes de “la dinastía”, durante la campaña política para las elecciones de 1919. Entre los colaboradores de la revista estuvieron los escritores Alberto Rivas Bonilla, Juan Coto y Miguel Ángel Vásquez.

La actividad de Vásquez permite observar procesos que pusieron en la misma línea en el enfrentamiento con el autoritarismo a jóvenes reformistas, comunistas, vitalistas y filofascistas. Vásquez se exilió en Guatemala cuando tenía solo 19 años, huyendo de la persecución gubernamental. Siendo un estudiante de la Universidad de San Carlos participó en la famosa Huelga de Dolores de 1921, contra el dictador Manuel Estrada Cabrera. Un año después, estuvo entre los fundadores del Partido Comunista de Guatemala (PCG), y, en 1925, con sus compatriotas Moisés Castro Morales y Agustín Farabundo Martí, participó en la constitución del efímero Partido Comunista de Centro América (PCCA)[3].

Gracias a sus conexiones con la masonería guatemalteca, Vásquez logró acceder a información sobre jóvenes salvadoreños que estaban involucrados en redes vitalistas y teosóficas. Vásquez compartió dicha información con Farabundo Martí durante su exilio en Guatemala. Gracias a esto, en 1925, en una cafetería ubicada en el centro de San Salvador, se produjo el primero de numerosos encuentros entre Martí y Salarrué[4].

 

Democracia y fascismo

Aunque hasta ahora ha sido poco estudiada, el fascismo, sin duda, tuvo alguna presencia. Al igual que en otras partes del mundo, en El Salvador el líder italiano Benito Mussolini tuvo admiradores entre políticos, profesionales y escritores. La revista Espiral, opositora al autoritarismo de la familia Meléndez Quiñónez, publicó un perfil de Mussolini donde se le presentaba como la “expresión ardiente y fiel del alma nacional [de Italia]”.

En las primeras tres décadas del siglo XX Mussolini ejerció una fascinación en políticos, profesionales, escritores y artistas de todo el mundo. Antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, en los círculos políticos liberales de Estados Unidos era conocido como “el gran premier”, y el político británico Winston Churchill llegó a llamarlo “el más grande legislador vivo”[5].

Uno de los principales propagandistas del Duce fue Hollywood. El filme Mussolini habla (1933), producido por Columbia Pictures, presentó al fascismo italiano como una alternativa frente al desencanto que producía la democracia[6]. Esta película se estrenó en la capital salvadoreña en 1934, durante el régimen del general Maximiliano Hernández Martínez[7].

La crisis financiera de 1929 sacó a la luz las debilidades de la economía cafetalera despertando entre los sectores ilustrados salvadoreños un interés por encontrar un nuevo modelo político y económico. En este contexto, el escritor Alberto Guerra Trigueros elogió el modelo de “parlamentarismo económico” italiano como una alternativa a considerar. No obstante, advirtió que el carácter dictatorial del régimen fascista impedía considerar el sistema de cámara gremial como una opción ideal[8].

 

Dos revoluciones

Cuando se produjo el mencionado encuentro entre Farabundo Martí y Salarrué, Martí era un conocido activista del movimiento obrero que había experimentado la persecución política y el exilio. Salarrué era reconocido tanto como pintor y como escritor, y por su práctica autónoma de la teosofía. Mientras Martí luchaba a favor de una revolución social que emancipara a los obreros y campesinos, Salarrué creía que la única revolución posible comenzaba en el interior de cada persona.

Salarrué evocó aquellas conversaciones en su novela Catleya Luna (1974), en la que Martí aparece como “un hombre de ideales, sediento de justicia y decidido al sacrificio”, que estaba dispuesto el leer los alegatos antibelicistas de Romain Rolland. El otro personaje es Pedro Juan (el alter ego de Salarrué), un individualista de formación ecléctica, cuyo amor por lo bello y lo justo lo excluye de cualquier facción, partido, asociación o secta”.

Martí fue capturado y fusilado por su participación en los alzamientos populares de principios de 1932. En febrero de 1933, al cumplirse un año de la ejecución, Salarrué publicó un homenaje a su memoria, diciendo:

“Martí, por su calidad de hombre de ideal, de renunciador, de héroe, se merece la admiración de todo hombre sano, no por sus ideas sino por su entereza e inegoísmo para sostenerlas”.

El artículo fue publicado en la revista Vivir, del diario Patria, en medio del endurecimiento de la censura de prensa y la campaña anticomunista alentada por la dictadura militar. La aparición de Martí como un héroe brindó nuevos argumentos a aquellos que acusaban de “comunistas” a los editores de la publicación.

El escritor salió al paso de los ataques señalando la hipocresía de aquellos que aseguraban que el respaldo del diario a las demandas de justicia social había contribuido a estimular la revuelta popular de 1932:

“No sabemos de dónde han sacado algunos malquerientes que somos comunistas. Nosotros declinamos el honor, no por miedo sino por una sencillísima razón, por incompatibilidad de los ideales comunistas con los nuestros que son de pacifismo y absoluta no violencia (…) Y no estamos dispuestos a transigir con ninguna clase de violencia, venga esta de las masas proletarias o del capitalismo de mala ley”.

Aquel fue un momento problemático. Por un lado, el reconocimiento de la legitimidad de las demandas sociales estaba arraigado en los principios fundacionales del periódico. Por otro lado, el diario necesitaba separarse de la retórica comunista que había llevado esas demandas a extremos violentos inaceptables para su línea de pensamiento.

Las revistas literarias, al igual que los periódicos, jugaron un papel fundamental como espacios de gestación y difusión de corrientes literarias, artísticas y culturales de la época. Además, resultan relevantes para comprender la recepción que tuvieron las ideas políticas entre los sectores ilustrados, especialmente en los entornos urbanos.

Notas:
[1] Una parte de la colección de esta revista puede consultarse en la Colección Virtual Salarrué. Biblioteca Florentino Idoate S. J. UCA. San Salvador. https://coleccion.uca.edu.sv/s/salvador-salazar-arrue-salarrue/page/presentacion

[2] López Vallecillos, Ítalo (1987). El periodismo en El Salvador, p. 245-247. UCA editores, 2ª. edición. San Salvador.

[3] Lucas Monteflores, Omar y Taracena Arriola, Arturo (2022), ‘Vásquez Eguizábal, Miguel Ángel”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. https://diccionario.cedinci.org/vasquez-eguizabal-miguel-angel/

[4] Melgar Bao, Ricardo (2009). “Cominternismo intelectual: Representaciones, redes y prácticas político-culturales en América Central, 1921-1933”. Revista Complutense de Historia de América No. 35, p. 141. Madrid. La tercera persona en ese encuentro fue Joaquín ‘Quino’ Castro.

[5] D. Losurdo (2002). Il revisionismo storico. Problemi e miti, Roma-Bari, citado en Alejandro Andreassi Cieri (2006). ‘Fascismo y antifascismo en la cultura comunista. La resistencia antifascista y la internacionalización del movimiento comunista’. Afers. Fulls de recerca i pensament, No. 53/54, p. 245-265. https://www.aacademica.org/alejandro.andreassi.cieri/24/1.pdf

[6] Doherty, Thomas (2017). ‘When Fascist Heroes Took Over the Movies’. Slate. 2020. (Extracto de Hollywood: Sex, Immorality, and Insurrection in American Cinema, 1930–1934, Columbia University Press, 1999) https://slate.com/news-and-politics/2017/03/1930s-hollywoods-fascination-with-authoritarian-personalities.html

[7] [Anuncio] Mussolini habla…, 17 de julio, p. 5. La Prensa, San Salvador.

[8] Guerra Trigueros, Alberto (1931). ‘El parlamento gremial III’. 22 de junio. Vivir, Patria, p. 7, San Salvador.

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