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Periodistas: Echar a volar con el American Dream

 

Que nadie te robe el privilegio de soñar, de volar y de creer en un American Dream. Así de sencillo. Si confundes juventud con idealismo es porque no estás hecho de la materia de los sueños. «Porque la vida es sueño«, nos lo dijo Calderón de la Barca en boca de Segismundo, y los sueños son motor de arranque, fuerza emprendedora, energía que te lleva. Ilusión.

 

Uno puede imaginar «sus castillos en el aire», de aquello que aún está por venir, y gracias a esa entelequia, orientarse en una dirección, igual que se proyecta un misil con un objetivo. Haciendo posible lo imposible. Aquel que insiste una y otra vez, cae una y mil veces, y se levanta otras tantas, pero avanzando si se tienen las ideas claras. Tal vez tenga razón ese anuncio que decía que «todo el mundo se aparta de quien sabe adónde va«.

 

4 casos de jóvenes en las Américas

 

Rubén siempre lo tuvo claro, nacido en Málaga pero madrileño de adopción. Quería ser director de cine, volar a Los Ángeles y cumplir su propio American dream. Trabajó varios años en una importante cadena de televisión, gozaba de la compañía de buenos amigos en Madrid, pero tenía que perseguir el cosquilleo que tenía en el estómago desde hacía tiempo. Una primavera da el gran salto, hace las maletas y deja todo para encauzar a new life in LA. Agotará todos sus recursos, pero realiza un máster de cine en la UCLA y termina por hacerse al American lifestyle. Rubén Navarro, a raíz de su estancia en Los Ángeles, se ha iniciado en numerosos proyectos cinematográficos, ha conocido a importantes actores y directores de cine, e incluso ha dirigido su primer cortometraje como puede observarse en este teaser, titulado «In tune with you». Lo más importante, se encuentra más que satisfecho con la mejora del inglés, del esfuerzo realizado y del cambio de vida.

 

El caso de Bea es el de una periodista madrileña, que tras cursar un máster de Periodismo, aunque le cueste dar con un trabajo como periodista en España, finalmente es contratada por El Economista. No obstante, un contacto le proporciona la luz más allá del Atlántico, en México D.F., donde jamás pensó encontrar el hueco, en el portal digital de CNN México. No lo duda y se muda de capital a capital en verano, deja todo y abraza otra América profunda. Si hoy le preguntas si se arrepiente de la decisión tomada, contesta con seguridad que «no», sino más bien al contrario, repite.

 

Buenos Aires tenía algo especial para Gabi, que después de varios veranos en Argentina, un buen día se despide de su trabajo como periodista en Madrid, donde estaba contenta. También arriesga a pesar de las dificultades que entraña el cambio. Retira sus ahorros del banco, deja su casa de Madrid y abre la brecha al sur de América. Buenos Aires le abrirá puertas artísticas, donde canta y toca el piano, también hará buenos amigos, aún así, no le será fácil ejercer la profesión periodística. Y sin embargo, se halla feliz en el nuevo mundo.

 

Para Francis, extremeño en paro, filólogo, enamorado de las letras y del periodismo, en un principio le mueve el corazón. El amor le lleva hasta Lima sin saber que, finalmente, ese mismo amor le conduce a otro, el de su vocación periodística. A Francis, después de trabajar en una publicación agraria, se le ofrece un contrato en La República, el periódico más importante de la izquierda peruana. Se hace «al carajo», siguiendo la expresión del país, y ya lleva escribiendo desde Lima varios años. Un sueño del que se siente afortunado porque le ayudó a encontrar «su lugar».

 

Inter-mundos, como ciudadanos del mundo

 

Los cuatro casos corresponden a jóvenes que no tenían ningún inconveniente en «abandonar el nido», en cortar cordones umbilicales, aquellos establecidos con la familia y los amigos de toda la vida. Anhelaban un cambio de vida, sin importarles la distancia, los miles de kilómetros, los largos vuelos ultramar. Y con la pasión de ser buenos contadores de historias.

 

Sin lazos emocionales como una pareja que pudiera condicionarles de algún modo, algunos de ellos tienen que liberarse de sus vínculos económicos, ya fuera en forma de trabajo o de hipoteca. Todos hacen realidad una especie de American dream, aunque en algún caso no fuera imaginado, ni soñado, simplemente llevado a cabo por la fuerza de las circunstancias.

 

Todos superan el shock cultural que se produce cuando uno se inicia en un nuevo país como foreigner. Como animales de costumbres, no nos queda más remedio que hacernos al medio, bajo la idea darwiniana de que «la especie más fuerte es la que sobrevive al cambio». Adaptación.

 

Todos, también, habrán de afrontar, con el tiempo, una «pérdida de identidad» respecto al país de origen. Cuando regresen a España y sean conscientes de que ya no son los mismos de antes, de que se han adaptado tanto que se encuentran a medio camino entre los dos continentes, a caballo en el Atlántico como el rapto de Europa que se confunde de mar. A partir de ahora, ni americano, ni europeo, sino «inter-mundos», como ciudadanos del mundo.

 

 

 

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