Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img

Pesados


 

Se presenta de sopetón con un nombre árabe e indicando que es un palestino “living in Lebanon…”. Casi como yo, que soy una española living la vida loca en Lebanon o aquel de más allá, que es un marica que un día sorprenderá al mundo explicándole el verdadero porqué de esa pasión por Oriente Próximo de tantos extranjeros. Rima con nabo.

 

Me doy perfecta cuenta de que no puedo haberme vuelto más libanesa cuando mi cerebro cambia automáticamente de canal al oír que tengo enfrente a un palestino. Desde luego, sí, es una congoja ser palestino. También lo es haber nacido en Moldavia, en Kosovo, en Sierra Leona, no gozar del suficiente presupuesto para hacer otra película anual sobre el exterminio nazi, y no te digo ya ser un desgraciado Erasmus español… La vida es terrible para todos, yo soy una treintañera sin casar, sin embarazar, sin chacha etíope a la que lanzarle una chancla a la cabeza por no limpiar bien el polvo, sin todoterreno, sin proxeneta que la proteja… Ni siquiera podría soportar a un gato. No paro de soltar pasta a todos los que pasan por el tercero a cobrar. No vivo en un dúplex de 300 metros cuadrados y la alergia me impide percibir ese olor a azahar al que dicen que huele Beirut. A mí solo me huele a mierda.

 

En el supermercado no me respetan porque los empleados son tan ineptos que meto yo sola las cosas en las bolsas sin el apoyo moral de los cuatro retrasados que han puesto junto a las cajas para ayudar a las libanesas a guardar sus tampax en el carro. No me pagan 4000 euros por determinar el orden en el que enlatar a 13 sirios en una tienda de campaña, no estoy en el sur vestida de uniforme y dirimiendo disputas por culpa de las vacas que osan cruzar la frontera israelí, no formo parte de ese elenco de orcos diplomáticos cuya máxima preocupación es poder ligar sin enseñar, ya no la chorra, pero sí el pasaporte…Así que no, hoy no voy a tragarme la historia del abuelo huyendo de Palestina al miserable Líbano, lo bonito que resultaba el huerto y los olivos en primavera antes de que vinieran los judíos con una sierra mecánica, la chabola de hojalata en el campo de refugiados, el primo desdentado reconvertido a mártir, Arafat y la causa, Sharon, Hobeika, las bengalas en la noche…

 

No y mil veces no.

 

El chaval pone toda la carne en el asador, ha viajado varias veces a España, tiene fotos en el Camp Nou, le gusta la paella, Almodóvar, y hasta ha sido alumno de nuestro insigne Cervantes. Cuánto daño han hecho los institutos de español…Dice “hola” con ese rostro cejijunto enmarcado por unas galopantes entradas, con esa cara bobalicona que solo ponen los moracos en busca de una esposa que un día les pase por alto sus deslices, sus gilipolleces, sus mamonadas suníes…Me cuenta que es ingeniero de telecomunicaciones y manager en una televisión local sobre la que no me atrevo a indagar por miedo a averiguar que exista un Tele Sabra y Shatila.

 

Me pregunta si hablo árabe cuando su interrogatorio policial empieza a asemejarse ya al del ejército israelí en un día de mal rollo a la entrada de Gaza. Es curioso lo del árabe, -pienso yo-, a mí que al principio me parecía un completo despropósito esa gente que llevaba 5 años en un sitio y no hacía el menor ademán por enterarse un poco del idioma, y mira por donde, aquí estoy yo, con una condena que alcanza ya los 1535 días de cautividad… y disimulando como puedo mi falta de interés por aprender a pedir la laca de uñas, las copas o un poco de sexo en el dialecto nativo.

 

Quiere saber a que me dedico, y la pregunta fundamental, si vivo sola. Le digo que cuando me quito el maquillaje soy muy fea pero Romeo, envalentonado, me pide el teléfono ignorando la de putadas que voy a escribir en cuanto tenga el ordenador delante….

Más del autor

-publicidad-spot_img