En los pétalos del Jazmín, está reflejada tu sonrisa, tus ojos brillantes y el aroma de tu aliento y de tu piel. Flores blancas como mariposas, de cuerpo altivo y raíces profundas, símbolo del tesón y la fuerza de tu alma.
Recuerdos que emanan palpitando con el corazón encogido de tu cuerpo, de tu voz, de la manera en que me mirabas y me amabas, del calor de tus manos y los besos intensos y profundos del ayer.
No te has ido. Sigues conmigo, apoyando mi camino, siendo el sostén de mi equilibrio y sigo amándote como el primer día en el que nuestros labios sellaron la unión de dos amantes sin medida.
Seguimos juntos. Puede que ya no físicamente, donde el destino ingrato ha querido destrozar nuestro amor. Pero si en los recuerdos, en tu imagen, en el ¿buenos días! de cada mañana, en los sueños que perdidos a veces afloran en mi mente, en la huella que has dejado en mi vida.
A veces, la soledad me aflige y te añoro. Me hubiera gustado pasear contigo cada atardecer cuando los luceros brillantes saludan de forma distante por el bosque de nuestras ilusiones. Ahora lo hago solo, pero he dejado símbolos que hacen no perder mi rumbo, seguir siendo capitán de mi propio destino y llevando siempre por bandera en el mástil más alto, tu corazón y mi llanto, la fuerza que nos une en nuestra pasión y el infinito amor de nuestra unión.
Cada paso
son llantos hundidos
en la luz serena
de un laberinto incierto.
Sigo buscando
tus ojos
que escondidos
en una flor,
querer quieren
pero no pueden
llegar a mi corazón.
El tiempo pasa
gastando las hojas
de un árbol
herido.
Sigo tu luz.
la estela de tu alma,
el sendero
que quedó marcado
de surcos y lágrimas
calladas,
de besos perdidos
que acarician la piel
de mis palabras.
Mi canto
recordando tu ayer
suena en la cascada,
brilla con reflejos
al alba,
vuela entre las nubes
y montañas,
sonríe a la mariposa
en la llanura soñada.
Y cansado de buscar
remuevo mi mente
de un pasado,
de un tiempo
que no volverá,
de un corazón
que nunca dejó de amar.