Home Mientras tanto Piacenza FC: radiografía del fracaso de un modelo

Piacenza FC: radiografía del fracaso de un modelo

 

Casualmente me encontraba paseando por los alrededores de Piacenza esta semana, cuando me encontré de golpe con el Leonardo Garilli, en las afueras de la ciudad en medio de una especie de híbrido entre polígono industrial y centro comercial. Hasta ese momento me había causado curiosidad la conspicua ausencia de camisetas, bufandas, banderas o cualquier otro tipo de artículos de colección del club en la ciudad, así una vez confrontado con el estadio decidí profundizar un poco y enterarme del motivo por el cual la afición, al parecer, se había desenamorado del equipo de la lupa.

 

El Piacenza nunca ha sido un equipo de estrellas ni renombre: un club con un pasado modesto que lo remite al periodo de entreguerras, en el que el combinado, como el deporte, es estableció en el corazón de la afición local. Mi referente del club proviene de mucho más tarde, de la década de los 90, el apogeo de la Serie A, durante la cual el Piacenza ha menudo se encontró entre los equipos que batallaban por mantener su puesto en la máxima división del fútbol italiano. Fueron los años del debut del Pippo Inzaghi, piacentino de nacimiento, quien se formó junto con su hermano, Simone, en las filiales juveniles del club, antes de contribuir con 15 goles al ascenso del equipo a la Serie A en la campaña del 94-95.

 

El Pippo pasaría al Parma, primero, al Atalanta después, antes de escribir la historia del fútbol italiano con la nacional, la Juve y el Milán en la primera década del nuevo milenio. En tanto, por las filas del Piacenza debutarían también Simone Inzaghi (15 goles en su primera temporada como titular, 98-99) y Alberto Gilardino (99-00), quienes perfilaron en el mismo equipo donde vendría a colgar las botas Pietro Vierchowod, el mítico “Zar” de aquella inolvidable Sampdoria de Mancini, de Vialli, de Pagliuca, de Attilio Lombardo que en 1992 perdiera la final de la Copa de Europa en Wembley contra el Barcelona de Cruyff (y de Guardiola, Stoichov, Laudrup…) a gol de Koeman en la prórroga.

 

Fue allí, poco después de la retirada de Vierchowood en el 2000, que empezó el declive del club, relegado a la Serie B en 2003 y destinado a caer en una espiral tan común como peligrosa: la ambición por retornar el club a la primera división lleva al fichaje de jugadores excesivamente costosos que, en última instancia, no consiguen cumplir con las expectativas pautadas. Lo que sigue le sucedió al Picenza, pero podríamos estar hablando de cualquier otro club entre los cientos que han pasado por circunstancias similares, desde el Leeds United o el Blackburn, a, sin ir muy lejos, el Atleti: las perspectivas económicas reales del club obligaron un éxodo masivo que dejó al equipo expuesto y peleando para evitar un nuevo descenso. Este llega, finalmente, en la temporada 2010-2011, en la que algunos de los jugadores del Piacenza se ven envueltos también en el escándalo de corrupción que de manera intermitente viene azotando al fútbol italiano desde 2005.

 

Ya en tercera división la crisis económica obliga la venta del Piacenza en 2011, pero menos de seis meses más tarde el club se ve obligado a realizar un procedimiento concursal. Para la nueva temporada el equipo se inscribe en la cuarta división de la Liga italiana, pero las dificultades económicas lo llevan al cese oficial de actividades. Actualmente, una asociación de fanáticos, los que al fin y al cabo terminan por sufrir más, ha obtenido el derecho para usar el escudo y el nombre del Piacenza, inscribiendo al nuevo equipo en la liga regional Eccellenza Emilia-Romagna, el equivalente a la sexta división en el país.

 

Víctima del modelo económico prevalente en el fútbol europeo, el futuro del Piacenza es hoy en día más incierto que nunca. De la estructura que sirvió de cuna a grandes figuras, como los Inzaghi y Gilardino, ya no queda casi nada—apenas el recuerdo. Pero es precisamente en estas situaciones en las que el protagonismo de los aficionados en el fútbol se torna más evidente. Sin ellos todo este entramado multimillonario no tiene ningún sentido. De la misma manera, si la afición del Piacenza consigue reencontrarse con la pasión que alimenta al deporte conseguirán salvar a su club—a pesar de que la organización sea otra. El camino de vuelta, no hablemos ya a la Serie A, sino, al menos, a la dignidad deportiva, será arduo. Pero en el fútbol, como en la vida, a menudo los fracasos son meas valiosos que los éxitos.

 

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