Pinto para no morir…
para no estar en continua despedida…
para no llevarte mi angustia…
para no acercarte mi tristeza…
para no decir las palabras que tanto odio…
para dejar al silencio…
que sea eso…
solamente silencio…
Así pues… bendigamos todos los días que nos vimos…
Todos los días que nos quisimos…
Todos los días que fuimos nosotros mismos…
Los mismos de antes… de ahora… de lo que siempre seremos…
¡¡Caballos salvajes después de la tormenta!!
Desde muy niño, desde mi infancia, recuerdo mirar al cielo… mis manos juntas se agarraban entre sí… suavemente contemplaba mi familia… miraba al cielo y me preguntaba qué sería de mí…
Supe en ese instante que tenía una misión, no sabía cuál… pero estaba llamado a ella.
Los arboles mueren de pie…
algunos hombres mueren en la cama.
Esta frase tenia mi papá en un poster con una fotografía de un bosque. Mi relación con la muerte estará presente desde niño… sentía angustia al pensar que tan solo dispondríamos de un espacio de tiempo…
Una fuerte depresión a los 25 años se encargó de detenerme… de hacerme temblar… y de provocarme una gran tristeza.
El silencio y el dolor se instalaron en mí y desde allí mi necesidad de comunicación crecería…
Después de un gran desierto de vida… mi corazón buscaría lo que tendría sentido para mí… llevar con mis pinturas todo aquello que amara con toda mi alma. Esta sería mi tarea… mi misión… mi comunicación… mi descanso y mi verdadero alimento.
Me lancé a mi búsqueda y encuentro conmigo mismo… y desde allí a cada trazo… a cada paso… en cada pintura… sentía volar allá en lo alto.
Las necesidades materiales desaparecieron… los colores hablaban por mí… me pedían ser extendidos y sentidos directamente sin filtros… me llenaban de paz… la verdad de todo cuanto contemplaba era belleza… esa que debía traer a los demás para tal vez sentirme útil.
Así me convertí en pintor… con el niño que fui… con un abismo eterno y con un dolor que me sigue acompañando.
Busco acercarme al misterio callado de cuanto me rodea… intuyo que hay algo ahí que debe ser expresado… siento su presciencia… algo que tiene que ver la luz… algo urgente que detendrá a quienes actúen mal y que dará un lugar a las personas buenas… un lugar de encuentro y silencio… una razón de ser… siempre fiel a sí mismo y a todo lo que nazca en cada ser.
Ser contemplativo me completa…. buscar la esencia de las cosas me entusiasma… llevar tan lejos como pueda todo dolor… todo sufrimiento me hace más humano.
Vivo pintando… mi alimento es la verdad de las cosas y realidades que descubro… la armonía de cuanto encuentro en la naturaleza establece un puente… restableciéndome y ayudándome a conocerme más… es una búsqueda sin fin…
Pintar es hacer oración… es estar más cerca del cielo… es el privilegio de elevar el espíritu para que una vida no se detenga con una muerte sino que allí mismo comience su verdadera vida…
Esta Vida es solo la preparación para aquella vida eterna donde la luz siempre permanece encendida… ardiente… luz que desnuda mi oscuridad.
Yo solo me siento un testigo frente a toda la belleza que descubro a mi alrededor… y que continuamente se transforma y cristaliza.
Una Vida… es poco tiempo para abrazar toda su belleza… intento tal vez… llevarles TODO cuanto descubra.
Siempre agradecido…