Si dentro de un millón de años un extraterrestre llegase a la Tierra y estudiase su suelo, vería trazas del paso del hombre, en forma de restos de plástico. De todos los objetos manufacturados, los plásticos son los menos biodegradables y más contaminantes, los más persistentes. Muchos de ellos liberan peligrosos vapores clorados al ser incinerados y por ello ya han sido limitados en algún país: es el caso del PVC.
Relevantes medios de comunicación como el semanario Time o la revista de divulgación científica Scientific American, han revisado este mes su importancia y las dudas razonables que se plantean por su uso y abuso.
La FDA norteamericana ha recomendado a los ciudadanos no utilizar recipientes de plástico para alimentos calientes. Otro tanto podría decirse de los contenedores para microondas. Estos envases y recipientes plásticos pueden liberar sustancias nocivas, como los phtalatos, o el bisfenol-A.
El bisfenol-A es una molécula que funciona en los animales y el hombre como un disruptor endocrino, una sustancia que se comporta como una hormona, imitando su función. En concreto simula ser una hormona sexual femenina. Tiene importancia por tanto, especialmente, en el caso de las mujeres embarazadas del primer trimestre de gestación, evitar esta exposición. Existe una frecuente malformación congénita llamada hipospadias, consistente en que el orificio uretral se encuentra, en lugar de en la punta del pene, en posición mas retrasada, que podría estar relacionada con esta exposición. También sería importante en los niños pequeños, que, paradójicamente son los más expuestos.
En cuanto a los phtalatos (se lee falatos), estos se utilizan para ablandar los plásticos y con frecuencia están presentes en los juguetes, que son chupados por los niños. La exposición reiterada podría explicar la reducción en el recuento espermático de los varones, que se ha observado en todo el mundo desarrollado.
En contra de la supresión de estos aditivos o del uso de los plásticos en la industria alimentaria se indica el hecho incontrovertible de que la esperanza y calidad de vida de los habitantes de países desarrollados no ha dejado de crecer, a pesar de la exposición universal de sus habitantes a estas sustancias: tan venenosas no serán.
Sin histeria, pero es evidente que debemos reducir drásticamente el uso de envoltorios de plástico perfectamente inútiles, solo promocionales, y que los alimentos deben estar en contacto mayoritariamente con superficies inertes y seguras como el vidrio, la cerámica o el acero inoxidable. Como toda la vida.