Vi la foto ayer en la portada de la edición digital de El País. Pensé en la brutalidad humana. O en la «bêtise humane», que tanto irritaba a Flaubert. El epígrafe decía que aquello podía haber terminado en tragedia, pero la foto resulta si acaso cómica. Decenas de jóvenes están apiñados en la entrada del coso y entremedias, como parte del grupo, surge una bovina cabeza con cara de absoluta resignación. Un mozo, a su lado, sonríe, otro mira con cara de pasmo, otro tiene una mueca de espanto. Podría ser un aguafuerte de Goya titulado «pobre de mí».