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Pobreza y desigualdad globales, a la baja, según el Banco Mundial

 

El número de pobres del mundo, desde los 1.850 millones de 1990, ha bajado hasta los 767 millones en 2013, de acuerdo con el último informe publicado por el Banco Mundial. Ello supone una reducción de la población mundial que vive con menos de 1,9 dólares al día desde el 35% de 1990 hasta el 10,7% de 2013. Grandes noticias.

 

 

¿Quiénes son los pobres de la tierra? De acuerdo con el Banco Mundial, son sobre todo habitantes de zonas rurales, jóvenes, con escasa educación, que tienen empleos habitualmente en el sector agrícola. De hecho, el 80% de los pobres de la tierra viven en zona rurales y el 64% trabaja en la agricultura. Además, el 44% tiene 14 años o menos y el 39% no ha pasado por la educación formal. Otro dato que apunta la mayor incidencia de la pobreza en la población rural: en ella, afecta al 18,2%, frente al 5,5% de la población urbana. Si abundamos un poco más en la cuestión de la edad, el Banco Mundial apunta que los niños tienen más probabilidad de ser pobres: los menores de 18 años constituían la mitad de los pobres a nivel mundial en 2013, pese a que sólo suponen el 32% del total de la muestra del estudio. Los más jóvenes, los menores de 14 años, contribuyen especialmente a las cifras de pobreza en mucha mayor proporción a su participación en la población mundial.

 

 

El Banco Mundial también mide el modo en que se reparte la prosperidad. ¿Cómo lo hace? Evaluando el crecimiento de los ingresos o el consumo del 40% más pobre de la población, puesto que cuanto más rápido crece su renta, más avanza el reparto de la prosperidad con los sectores menos aventajados de la sociedad. Más precisamente, el Banco Mundial calcula este indicador comparando el crecimiento de las rentas del 40% más pobre con el de la media en cada país. Y el balance es desigual: en un total de 49 países de los 83 analizados, el 40% más pobre registró crecimientos de ingresos superiores a los de la media entre 2008 y 2013, pero en otros 23 países las rentas del 40% más pobre cayeron durante ese periodo. Por áreas geográficas, los países que más avanzaron en el reparto de la prosperidad fueron el este asiático, el Pacífico, América Latina y el Caribe, mientras que los países más industrializados se comportaron peor. Así, Grecia registró una contracción anualizada del 10% en los ingresos del 40% más pobre.

 

Pero, volviendo a los números globales, el Banco Mundial apunta que si, de media, en tasa anualizada, el crecimiento de los ingresos del 40% más pobre fue del 2% entre 2008 y 2013, la prima sobre el 60% más rico fue de sólo un 0,5%, y se plantea la duda de si ésta es una cifra suficiente para reducir la pobreza hasta hacerla desaparecer en 2030, como se había planteado como objetivo la institución.

 

 

Los países son menos desiguales entre sí, pero la desigualdad dentro de cada país sube

 

¿Qué está pasando con la desigualdad a nivel global? De acuerdo con el Banco Mundial, desde los años noventa estamos asistiendo a una significativa reducción de la desigualdad de la renta o el consumo a nivel mundial. Es un fenómeno al que se asiste por primera vez desde la Revolución Industrial y ha tenido lugar durante un periodo de creciente integración global. La desigualdad había crecido sin parar desde 1820 hasta 1990.

 

Según el análisis del Banco Mundial, esta reducción de la desigualdad sin precedentes se debe a una convergencia en las rentas medias de los diferentes países, sobre todo empujada por los incrementos de las rentas de los países más populosos, como China e India. Como consecuencia, la desigualdad entre países se ha reducido, pero, por el contrario, la desigualdad dentro de los países ha cobrado nuevo protagonismo. Si comparamos países, el mundo es menos desigual. Si miramos cada país por dentro, las diferencias no han mermado, sino que se han incrementado, hasta tal punto que eran mayores en 2013 que 25 años antes.

 

Los países en vías de desarrollo tienen tendencia a mostrar niveles de desigualdad interna más elevados en relación con los países desarrollados. América Latina, el Caribe y el África subsahariana son regiones con muy alta desigualdad, aunque la última es la zona que más éxito está teniendo en la reducción de las diferencias sociales. En Europa del Este y Asia Central, la desigualdad media creció de manera muy importante después de la caída del Muro de Berlin, mientras que en los países industrializados registró un incremento del índice de Gini (el que se utiliza como referencia para medir la desigualdad) desde los 30 hasta los 33 puntos entre 1988 y 2008. A partir de esa fecha, la desigualdad ha caído en todas las regiones, a excepción de Oriente Medio, el norte de África y el sur de Asia. Entre 2008 y 2013, el número de países en los que la desigualdad ha caído era el doble que el de los países en los que se registraba una ampliación de la desigualdad.

 

 

Es curioso mostrar cómo el 1% más rico está incrementado de manera muy importante su participación en la riqueza nacional:

 

 

Los mejores de la clase

 

Pero el Banco Mundial también da una gran relevancia a los países que lo están haciendo remarcadamente bien en la reducción de la desigualdad y en el impulso de la prosperidad compartida. Así destaca que Brasil, Camboya, Mali, Perú y Tanzania se encuentran entre los mejores. De acuerdo con la institución, estos países han realizado una apropiada gestión macroeconómica y han sabido manejar bien los shocks externos, al tiempo que han realizado reformas sociales, económicas y de sectores en concreto. Además, se han beneficiado de las favorables condiciones externas, el abundante y barato crédito internacional, los precios de las materias primas y la fortaleza del comercio mundial. Junto a ello, las decisiones adoptadas han permitido un crecimiento económico rápido, sostenible e inclusivo. Según el Banco Mundial, estos países han resaltado la importancia de los mercados de trabajo a la hora de trasladar el crecimiento económico a la reducción de las desigualdades incrementado las oportunidades laborales y también los salarios, así como reintegrando a quienes habían sido excluidos y reduciendo las brechas por razón de género, residencia o sector de actividad. 

 

 

 

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