confía en la gracia
de Olvido García Valdés.
(selección de Anxo Pastor)
***
que calmara el hueco nervioso en esa luz
que deja el sol al irse
llegaba la bandada dividida
en grupos de dos, cercanía querían, lo más
juntos y se adherían, negro y negro
airosos, verticales, a la casi ausencia
de salientes, un nuevo
estado propiciaban, no
duradero, no solitarios y aún
no gregarios, dulzura parecía
ansiedad
de imán y materia receptiva, era lo raro
que la luz fuera sustancia de vuelo, que la
cosa negra fuera luz y a ella se rindieran
no puede
la carencia ser reparada mas no impide vivir, mide
cielos vuelos pulmonar ansia, dibuja
ramificaciones nerviosas
* * *
cazuela a fuego lento, lo que el temor
cocina se transforma o trasmuta y puede
convertirse en bondad, ver desde fuera, un tú
sin proyecciones, ay, si guardara calor aquella
lumbre prado verde, racheado, casi
sin luz, con flores de aligustres y cimas
de ciprés, había dos niñas, había entonces
más cipreses, dejar que todo vaya, ir
viéndolo pasar y que no haya
nadie y no haya nada
* * *
déjate, dice, reposar sobre la pelvis, cuenco
de huesos, alas arrancadas del temblor, ahí
en la pelvis aquiétate, date tiempo, que otra
dulzura llegue, halle cabida, otra calma
te acoja
voy por el mundo como en un sueño, los valles
frutales encajados en el relieve áspero, las personas
disímiles e iguales fluyendo rápidas, una pareja
en un cerro junto a una de esas esculturas
simbólicas contempla la ciudad, barrios de bloques
repetidos, viaje en tren, velocidad alta y destino
seguro, sin metáfora, voy y miro y todo es
como si no fuera yo quien lo mirara
* * *
¿Qué sabe de las formas
de la violencia que se ejerce
contra uno mismo? Inocua y
no visible parece.
Lo que
no se dice no se escucha.
La gran
escalinata trabajó los músculos
del muslo que el pulmón
no respondía.
* * *
confía en la gracia se dijo y esa noche
desapareció la prenda, pasó el día
en labor de traducción carta
de lejos, una palabra busca
mi corazón, contienen los espejos
el invisible gesto a plena luz que escamotea
niños
calcinados, todo en el campo ocurre a la vista
del aire, y de los ojos la confianza qué es, qué es
lo falso, qué hace de lo falso verdad
pudo
la madre pasar inadvertida, y en la historia cómo
pudimos no ver nada se preguntan quienes todo
tuvieron a los ojos, arañas de luz y palabras
afables, bulle la penumbra en los párpados
así era, ha
de ser el anillo de un grosor y una talla, sudor frío, rue
Cujas, todo baila en la mandorla, no es el mundo
continuo, tiene grietas, la bondad
un hueco entre las manos
* * *
los huesos de la cabeza de una pajarilla
flaca, ojos casi de rana
íbamos al sol, a
tierras de mucho sol en dos autos, luego
decía nosotros somos parias y pensaba
parias y gatos, palabras
que van juntas, huesos
de cabeza de pajarilla flaca
ojos casi de rana, casi de Dios
vino, voló en curva y medio se ocultó
entre las ramas frente a mí, hacía
tiempo que no lo veía, que no
lo buscaba, había traído
la hermosura, el sufrimiento, lo
que nos hace pertenecer siendo otros
* * *
hilos resplandecientes de las viejas
bombillas, de incandescente plata o solo
luz, la pared llena, blanca y en ella
todas las estrellas –hilos, cerrar
de nuevo los ojos, la aguja entra
ahora en zona carnosa y piensa
la sangre es un extracto, un jugo
de la carne más fácil que la vena
* * *
allí estarán, con tanto frío, pensaba
al despertarse y vio de pronto otro
cuarto, con la ventana al fondo y ranuras
de sombra en el techo que la persiana
dibujaba; podía seguir entonces como móviles
luces los coches allá arriba y recordó
que en poesía es mejor esconder
el tesoro que encontrarlo, con ese
frío, ¿cuántos quedarán?, como cuenco
o cuna de los montes el barranco, el arroyo
los árboles, el mundo era un
milagro porque lo contenía, querría
que no hiciera tanto frío, sabía
que también eso era ajeno
(eloísa otero)
* * *
el pavimento absorbe y guarda huellas
de clara sangre, herida que no cierra, se hace
llaga y supura, limpiar lamiendo y
agrandando, inflamando y limpiando
y agrandando, ya solo bebe, ya
solo agua, solo a la noche, no se
le ve, se sabe por las huellas
* * *
la luna casi llena en un cielo que clarea
la buena luz –viva, brillante–
en el azul que anuncia que la noche
ya acaba
se desprende de sí y exenta
es aplicable a quien mira, un estar
en el aire, regida sin embargo por las fuerzas
del mundo, en el aire y en marcha
aunque quieta, los ciclos de la luna
sin fin, salvo cuando no haya
ciclos y sea también ya luna, noche
que clarea un sábado de enero, alba
y brillante como lo sin peso, la luz
que está y la luz que llega, sin peso
decía: hay preguntas
que no se han de hacer porque confunden
origen y respuesta: tu miedo, tu
no ser
decía: no hablen de los objetos
transicionales, el poema, el arte, eso
que a nadie interesa más que al niño
el osito, la esquina de la manta
decía: si no te amas, morirás, lo que
siempre ocurre al final de la vida
leía: ¡qué suerte estar antes del principio! Nada
puede pasarnos porque no podemos chocar
con nosotros mismos
* * *
todo lo que tiene alas es ángel, mosca
golondrina mirlo cucaracha –puede
volar– pero la tierra se va hinchiendo
de cadáveres animal color
de asado apoyaba con cuidado
los pies al caminar por si se hundieran
costillas zonas violáceas casi
moradas ángeles los que vuelan el
peso era el pulmón y de la vida
la meta un respirar de árbol
(william rowe)
* * *
¿quién vive en ese árbol? ¿qué dios o ninfa le habría
dado su presencia? acacia es y así diría
el poema si antiguo fuese, de verde intenso y frondas
densas y redondas, no pesa y todo en él
es luz, diría, un suspendido estar de la presencia, si
fuera antiguo ese decir y un dios o ninfa le hubiera
dado aliento
acacia es saliendo de
la A4 a la altura de Jaén, un abril que
ya acaba y llega mayo alargando
para la estrella tardes y mañanas
* * *
recibe este objeto en tu corazón, mira
en él algo que ames, mira de nuevo, nada
hay, ¿qué había?, ¿qué hubo?, ¿qué fue?
* * *
Olvido García Valdés (Santianes de Pravia, Asturias, 1950) es licenciada en Filología Románica y en Filosofía. Profesionalmente, ha sido catedrática de Lengua Castellana y Literatura. Ha sido también directora del Instituto Cervantes de Toulouse y directora general del Libro y Fomento de la Lectura. En la actualidad reside en Toledo. Entre otros premios, mereció en 2007 el Premio Nacional de Poesía por su libro Y todos estábamos vivos (Tusquets, 2006, 2007). En Esa polilla que delante de mí revolotea. Poesía reunida (1982-2008) (Galaxia Gutenberg, 2008, 2016) se recoge su obra poética entre esas fechas. Posteriormente ha publicado Lo solo del animal (Tusquets, 2012). Algunos de sus libros han sido traducidos al francés, inglés, italiano, polaco y sueco. Es asimismo autora del ensayo biográfico Teresa de Jesús; de textos para catálogos de artes plásticas (sobre Zush, Kiefer, Vicente Rojo, Tàpies, Juan Soriano, Bienal de Venecia 2001, Broto…) y de numerosos ensayos de reflexión literaria.
Los poemas para esta entrega de la nube habitada han sido seleccionados del libro Confía en la gracia, editado por Tusquets Editores en Barcelona, durante el año 2020, en su colección Nuevos textos sagrados. https://www.planetadelibros.com/autor/olvido-garcia-valdes/000029392
El retrato de Olvido García Valdés es de Su Alonso & Inés Marful.