Pues bien, querido blog, hete ahí que treinta mil sevillanos invaden Barcelona con sombrero y son las seis de la tarde en mi entresuelo. El Barca acaba de ganar una Liga. El Madrid acaba un año blanco. Boston apunta a los Lakers. Nadal se revuelca en la arcilla primordial de los Masters. Y no sé por donde empezar esta especie de murmullo ahogado que tengo en la cabeza y que sólo puede solucionar el Mundial de Sudáfrica. Villa acaba de llegar al Camp Nou y ese es un buen regalo, pero Mourinho está ya en Chamartín porque el Anticristo no pierde tiempo en su guerra de las galaxias. Nos divertiremos, dijo Pep. Falta todavía ver lo del sábado. Si gana el Inter será un homenaje a ese Airbus con las alas desplegadas que el portugués puso frente a la portería del Camp Nou. Son sus palabras. Samuel Etóo en el Bernabeu puede tener su noche, pero también la carrocería alemana y la dura mandíbula del doctor Van Gaal. No me emociona esta final. Estoy más pendiente de Bryant, de Gasol y del inconmensurable Dejan Rondo. También de la lista de Del Bosque. ¿Por cierto han visto los arrechuchos de Casillas a su nueva novia? Un gran portero, sin duda. En medio Sandro Rosell se hace con la presidencia del Barca. Lo mejor es dejar mandar a Guardiola. No sé muy bien si Cesc y Xavi caben en el mismo cesto, pero parece que Fábregas vuelve también a La Masía. No estuvo bien lo de los aspersores. Mourinho sólo quería celebrar a solas con Dios su triunfo. Personalmente despediría al jardinero del Camp Nou. ¿Y nuestro amado Chygrinski? Creo que a estas alturas sólo tiene dos alternativas: o montar una banda de rock o darle unas clases de ruso a Carles Puyol. Cosas más extrañas se han visto durante la temporada. Elijo una: la misteriosa desaparición de Kaká. Suprimirle el twitter a su esposa tampoco dió resultado. Veremos como se lo monta ahora Valdano después de tragarse el despido del ingeniero Pellegrini. Y a ver también si los dioses nos son propicios y asciende el Pontevedra a Segunda División.