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Porque estamos todos en peligro

 

 

Pier Paolo Pasolini sabía que su rechazo activo y público al sistema, le ponía en peligro frente a los poderes fácticos. En el verano de 1975, el inminente estreno de su última película Salo o los 120 días de Sodoma, había disparado todas las alarmas en las esferas sociales más altas. La política, la banca, la iglesia y la judicatura italianas, se veían amenazadas por esta parábola del mal, que Pasolini había tejido en su filme más radical, mamando de la compleja teta del Marqués de Sade, y del iniciático descenso al infierno de La divina comedia, de Dante. 

 

El poeta (nacido en Bolonia en 1922, de padre militar y madre de orígenes campesinos,) reivindicaba el derecho a escandalizar de los autores, tanto como el derecho del público a ser escandalizado; sólo rechazaba a los moralistas, precisamente porque no estaban dispuestos a recibir ningún escándalo. En el rechazo activo al poder -no individual, sino colectivo- veía el instrumento de lucha contra el nuevo fascismo que atenazaba a la sociedad de su tiempo: el consumismo. El entendimiento del sexo como una relación política, le servía para explicar el funcionamiento del sistema capitalista, donde unos dominan y otros se dejan dominar a través del conformismo. Si se quería seguir siendo libre, no quedaba más camino que decir: «¡No!», asumiendo todas las consecuencias.

 

38 años después de su muerte, sigue sin conocerse quiénes auspiciaron su asesinato, más allá del brazo titiritesco del joven chapero contratado para ejecutarlo. Aquel fatal encuentro en la playa de Ostia se concertó no precisamente como una cita sexual, sino porque -justamente allí- le iban a devolver las cintas de película, que habían sido robadas de los estudios donde se estaba ultimando el montaje de Salo. Fue una sucia estratagema para que compareciera en el escenario del crimen: un vertedero de basura cercano a la playa de Roma.

 

38 años después de su asesinato, estremece confirmar la lucidez profética de Pasolini, leyendo y escuchando las dos últimas entrevistas que le fueron realizadas. Una para la televisión francesa, y otra concedida al periodista Furio Colombo, del diario L’Stampa,  unas horas antes de su muerte. El título de esta última fue sugerido a Colombo por el mismo Pasolini: Porque estamos todos en peligro.    

 

 

Pasolini ante la tumba de Gramsci


Fuente de las imágenes:
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Gramsci_Pasolini.jpg

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