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Preguntas y respuestas sobre el «no» de la CUP a Mas

 

¿Quién gana y quién pierde? Pese al escepticismo de muchos, la CUP ha terminado diciendo «no» a la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat. Era una promesa electoral, pero, pese a todo, como partido asambleario que es, sometió a votación esa decisiva y controvertida cuestión. La coherencia entre los compromisos de campaña y la votación final es digna de señalar y es la verdadera ganadora de hoy (por poco margen: sólo seis votos), pese a los accidentes que ha habido de por medio en forma de empate entre las dos almas que conviven juntas dentro de la CUP: la independentista y la anticapitalista. Ha ganado la segunda y se agradece que en este contexto se anteponga la agenda social sobre la nacional. No en vano, el Estado catalán que desea construir la CUP no tiene nada que ver con el que querría Artur Mas. No sólo eso. Serían antagónicos. Artur Mas y JxS se equivocaron al pensar que la CUP primaría sus aspiraciones independentistas sobre otras cuestiones. Y el principal damnificado por esa equivocación ha sido el propio Mas, desprestigiado, humillado, verdadero obstáculo de ese ‘procés’ que cree haber impulsado o, al menos, encabezado. 

 

¿Lecciones para «Madrid»? La buena noticia para el Estado español está, seguramente, en el toque de atención que ha dado la formación catalana independentista y de izquierdas: hay que primar la cuestión social y la decencia política (no nos olvidemos de Pujol, por favor) sobre la cuestión nacional. ¿Mensaje para Podemos? Sí, pero sobre todo para el Partido Popular y para Ciudadanos, que se quedan sin la coartada perfecta para plantear una gran coalición por la unidad de España y contra el separatismo. Si el ‘procés’ se para, el PSOE perdería un argumento para apoyar, por activa o por pasiva, un Gobierno del PP. 

 

Posiblemente, esta interrupción, esta piedra en el camino en el proceso soberanista catalán debería ser una oportunidad para que Madrid tomara ventaja y retomara la iniciativa. ¿Por qué no un Gobierno formado por Podemos, un PSOE que recuperara su idea de la consulta popular, y otros, para tratar de zanjar con un acuerdo el eterno problema de las españas? Sin necesidad de que haya nuevas elecciones, pero sin excluir que el pacto se alcanzara después de los comicios a que puede que forzosamente nos veamos abocados. Existe la duda de si la celebración de nuevas elecciones favorece o empeora las perspectivas de ese pacto que prime la cuestión social sin dejar de lado la cuestión nacional. ¿Es demasiado arriesgado dejar ese pacto para más adelante, como parecen querer tanto PSOE como Podemos mirándose su propio ombligo? La posible convocatoria de elecciones en Cataluña habría de servir para que Madrid tome la delantera, pero con una voluntad de resolver problemas, no de confrontación. 

 

¿Acaba el ‘procés’? No se puede dar por muerto al «procés» y por tanto, tampoco a la amenaza de una gran coalición en el Gobierno central con la vista puesta en Cataluña. Muy probablemente, a Junts pel Sí, la lista unitaria formada, fundamentalmente, por Esquerra Republicana de Catalunya y Convergencia Democrática de Cataluña, no le venga bien la convocatoria de nuevas elecciones. Sobre todo a Convergencia, a la vista de los malos augurios que se derivan de los resultados de las elecciones generales (se ha reducido a la mitad su representación en el Congreso de los Diputados). Esquerra sí ha mejorado resultados, ha triplicado su número de escaños entre 2011 y 2015. La duda respecto a si habrá nuevas elecciones, o no, quizás gravite en torno a la relación de fuerzas existente entre ERC y CDC. ¿Se mantendrán ‘junts’ para intentar continuar con el ‘procés’? Cabe la posibilidad de que JxS esquive el «no» de la CUP a Mas presentando a otro candidato más aceptable. 

 

¿La convocatoria de nuevas elecciones es ineludible? No acaba el procés porque existe la duda respecto a si habrá propuesta de nuevo candidato por parte de JxS y también porque, de haber nuevas elecciones, probablemente JxS se disuelva y concurran por separado ERC y CDC, quizás con más éxito para los primeros que para los segundos (ERC ya tiene más escaños que CDC en el Congreso de los Diputados), quizás; con una reducción de apoyos para la CUP, por quienes se puedan ver traicionados porque los de David Fernández no hayan ido a piñón fijo con Mas y el camino a la independencia; y con un incremento de sufragios para En Comú Podem, la marca catalana de Podemos, firme partidaria de la celebración de un referéndum en Cataluña y con el posible empujón que podría proporcionar Ada Colau como potencial cabeza de lista.

 

Las grandes incógnitas estarían en el modo en que todo esto afectaría al voto a Ciudadanos (se puede desinflar, si tomamos como pista la decepción sufrida por la formación en las elecciones generales, lo que podría hinchar un poco el resultado del Partido Popular). Una nueva cita electoral también sería una dura prueba a superar por parte de un Partido Socialista inmerso en una grave crisis en parte por su actual posición respecto a la cuestión catalana: quizás le pase otra factura su negativa al llamado «derecho a decidir». Quizás el resultado de las elecciones generales en Cataluña (En Comú Podem se convirtió en primera fuerza tras el más que discreto resultado de Catalunya Sí Que Es Pot, resultado de la confluencia de Podemos e Iniciativa Per Catalunya, principalmente, en las autonómicas) implique que el eje del debate ya no esté en torno a la independencia o la permanencia en España sino alrededor de un referéndum que dé voz a los ciudadanos de verdad y no con trampas en forma de elecciones supuestamente plebiscitarias pese a lo que se han seguido contando escaños y no votos. Un referéndum, además, que se convocaría para que ganara la opción unionista, pero que lanzaría el mensaje subliminal de que las relaciones centro-periferia cambiarían.

 

 

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