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Prólogos


 

Mi vida es una sucesión de preámbulos. Habito en ellos descubriendo conexiones que me permiten, con el tiempo, acceder a otros nuevos y a sus contrarios. Así voy construyendo una enredadera de prólogos donde vivo con la confortable extrañeza de la salamandra que se sabe tangente a las cosas.

 

En “Perder teorías”, Vila-Matas recuerda como Kafka nos descubrió que la espera es la condición esencial del ser humano. Quizás, pero no es un buen lugar para vivir. La espera es incómoda, cuando no inhabitable; debilita, produce desasosiego, nos coloca en las blandas manos de los demás o de Dios. Toda espera es fruto de la necesidad, el deseo o la obsesión por conseguir algo. Toda espera busca un epílogo, y los epílogos cierran y matan. Por el contrario, los preámbulos -tanto en los libros como en la vida- abren, excitan, prometen, sugieren, seducen, activan. ¿Qué es aprender sino fabricar preámbulos?

 

Quisiera leer un libro hecho solamente de prólogos. Una hermosa biografía.

 

 

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