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Prosa y poesía

Se puede vivir en prosa o vivir en poesía. Yo necesito la poesía para vivir. Una vida de prosa me resulta insoportable. Tan insoportable que en prosa no podría resistir más de dos o tres días. Después moriría de aburrimiento, de asco y de desesperación.

 

Prosa quiere decir tener una mentalidad práctica y «realista». Hacer cosas necesarias e importantes tales como ir al banco, rellenar impresos, hacer colas en ministerios, llevar a arreglar aparatos y luego ir a recogerlos, etc. Hacer informes, contestar encuestas, rellenar impresos, hacer trámites, pedir permisos, hacer fotocopias del carné de identidad, poner un burofax, todas estas cosas me resultan intolerables. Tan intolerables que preferiría morir antes que hacerlas. No es una broma.

 

La poesía tiene que ver con el arte, con la vida de los sentimientos, con la naturaleza, con la belleza, con el placer, con la amistad y con el amor. Esta es la vida que me interesa. La belleza es, en realidad, lo único que me interesa en la vida. La belleza y el amor, vivir en amor, con amor, por amor. Por amor a la luz, a la naturaleza, una vida de sensaciones y de sentimientos, una vida entre otros, con otros. Todas estas palabras son intercambiables para mí: vida, naturaleza, amor, belleza, poesía, arte, amistad. Y también otra: aventura. Vida como aventura. Vida como búsqueda y descubrimiento, como aventura en el arte, en el amor, en el corazón, en los caminos del mundo. Aventura en los caminos del mundo junto con otros que también quieren participar en la aventura.

 

No me interesa estar informado, no me interesa la política. Leo poco los periódicos. No me interesa la economía ni las «pruebas científicas», ni la objetividad, ni los números, ni los datos, ni lo «comprobable». No me interesan esas cosas «aburridas pero necesarias». Los que las defienden son unos hipócritas porque en realidad a ellos no les parecen aburridas, sino divertidísimas. Es falso que a todo el mundo le horrorice la burocracia, que a todo el mundo le moleste hacer trámites o rellenar impresos. A muchas personas les encanta hacer todo esto, y nunca he entendido por qué mienten y afirman lo contrario.

 

 

No me importan las cosas que no me interesan. No me interesan las cosas prácticas y necesarias que me dan igual y nada tienen que ver conmigo. No me interesan las leyes ni las normas ni las ordenanzas municipales. Es falso que esto no le gusta a nadie: a muchas personas les encantan todas estas cosas. Si de verdad no les encantaran, no les prestarían la menor atención, y se dedicarían a las artes, a la naturaleza, a vivir, a crear, a leer, a pasear, a soñar despiertos.

 

No es cierto que «todo el mundo desearía vivir en la poesía pero que la prosa es necesaria». La prosa no es necesaria en absoluto, o lo es en pequeñísimas cantidades. Lo que es verdaderamente necesario es la poesía, la vida de la poesía. Sin ella, el ser humano ¿qué es más que una marioneta, una máquina sin alma?

 

La belleza no está sólo en el arte o en la naturaleza: la belleza más importante es la que uno crea en sí mismo, del mismo modo que el verdadero placer de la creación está en crear una obra que sea al mismo tiempo una forma de crearse a sí mismo. No todos tenemos talento artístico, pero todos tenemos el talento de convertir nuestra vida en una obra de arte.

 

La poesía no está en el poema, o no sólo en el poema. Está en los ojos, está en la forma de enfrentarnos al tiempo y al espacio. El gran tema del arte es el amor, y el amor no es más que la forma activa de la belleza. No deberíamos tener miedo a defender nuestro derecho a vivir una vida de poesía. La vida de poesía es la verdadera casa del hombre, es nuestro derecho y es aquello a lo que deberíamos dedicar todos nuestros esfuerzos una vez hemos solucionado los problemas básicos de la supervivencia. La vida de la poesía es la libertad. La poesía, la belleza y el amor nos liberan de la esclavitud, del miedo, de la mediocridad y de la ignorancia.

 

El que consagra su vida a la poesía, consagra su vida a luchar contra la esclavitud del hombre.

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