En Burkina Faso una de las actividades que más tiempo ocupan a los altos funcionarios es estar todo el día de parranda… No me refiero a que se dediquen a beber y bailar, que por supuesto lo hacen, sino a que se pasan la mayor parte del tiempo en visitas oficiales, ferias, talleres, formaciones, inauguraciones y ruedas de prensa.
En los periódicos la casi totalidad de las noticias, salvo cuando alguien le corta la cabeza a la novia para sacarse unos cuartos o se producen sublevaciones de estudiantes o militares, son sobre cuestiones tan insulsas como esas.
Así que, claro, para gestionar unas agendas tan apretadas de actos soporíferos (que son largos de cojones) los ‘oficiales’ se dotan de la estructura adecuada: el Jefe de Protocolo.
Están a mitad de camino entre lo que es un relaciones públicas de discoteca y un segurata, también de discoteca. Hay alguno que es un verdadero armario de doble cuerpo, de entre los que conozco. En realidad les llaman Protocolo a secas, porque no son jefes de nada, ni de nadie.
Este es Wendy, Protocolo del Gobernador. En realidad se llama Wend (Dios, en mooré) Prendge, pero le apodan Wendy, que queda como si le llamaran Campanilla a un tiarrón como éste. Es muy, muy simpático, pero no querría tener que cruzármelo en una bronca
Aquí en Ouahigouya hay 4 Jefes de Protocolo, para los siguientes ‘oficiales’:
Gobernador de la Región del Norte
Alto Comisario
Presidente del Consejo Regional
Alcalde
Conozco otros pero están en la capital, así que no cuentan para este artículo.
La cuestión es que últimamente nos hemos visto mucho, los protocolos y los olvidos (dices en Burkina del personal de la Biblioteca OLVIDO), actos varios, visitas a las sedes oficiales, etc.
Y ya no sé cómo ha sido la cosa, si el huevo o la gallina, si ellos o nosotros, porque no creáis que me entiendo muy bien con la gente de aquí, ni siquiera con mi mujer y directora de la biblioteca, Asséto. O me refiero, más bien, que no sé si entiendo su francés o ellos tampoco tienen mucho interés en que entienda el transfondo de lo que quieren transmitir.
Así que no sé muy bien cómo, ni por qué, me propone Asséto que por qué no invitamos a los jefes de Protocolo residentes en Ouahigouya a cenar uno de estos días.
Maldita la gracia que me hace el plan que yo a las 9 de la noche ya me retiro a casa con más ganas de meterme a dormir que de ponerme a cenar y menos con extraños en un restaurante, el único aceptable de la ciudad, con más de 10 platos diferentes, pero que como mínimo tienes 1 horita de espera para empezar a cenar.
Pero ¡qué le vamos a hacer, son las servidumbres de la púrpura…!, así que le digo a Asséto que de acuerdo, que acuerde el día cuanto antes que estos cálices es mejor apurarlos lo antes posible, antes de que te plantees que la vida no vale nada y que no vaya a ser que sea la última cena, algo protocolario…
Me llega por la tarde, mi Asséto, y me cuenta que los jefes de Protocolo se han sincerado con ella y le han dicho aquello de que si hay que ir a cenar se va pero que para qué… Que si no podríamos hacerles el favor de cambiarles la cena por una tarjeta de prepago de teléfono móvil de 10.000 Fcfa (15 €) a cada uno…
He aceptado encantado aunque me salga un poco más caro, pero doy por bien empleados los 60 eurazos (40.000 Fcfa) con lo que me he ahorrado de tediosa velada. Lo siento por Asséto que se habría divertido con 4 protocolos para ella sola, tan desenfadados y poco protocolarios. Pero yo adoro esta franqueza, más que comer con las manos, que también se hace mucho.