Poco antes de estas fiestas, que afortunadamente ya terminan, me enfrasqué en la lectura de una novela de un italo suizo, Giuliano da Empoli, Le mage du Kremlin (El mago del Kremlin, Gallimard 2022) muy entretenida y que ha tenido gran éxito en Francia. Es uno de esos libros de realidad y ficción centrado en la atormentada personalidad de Vladímir Vladimirovich Putin, el zar ruso del presente siglo, y contado por un personaje ficticio, Vadim Baranov, intelectual bohemio, poeta, productor de televisión, hijo de un destacado miembro de la nomenklatura soviética, a quien Putin recluta como estrecho asesor y del que al cabo del tiempo prescinde. Un poeta entre lobos. Al parecer, Baranov está inspirado en la figura de Vladislav Surkov, el que fuera todopoderoso Rasputín putiniano y expulsado más tarde de los muros del Kremlin.
Putin es descrito como un individuo frío y calculador, que estudia bien a sus interlocutores y que se deshace de colaboradores y supuestos amigos a los que mete en cárcel cuando no le sirven, oligarcas protegidos como Mijail Jodorkovski o Boris Berezovski. que huyen a la Costa Azul o a Londres para salvarse. Es el poder despiadado de un individuo que al final se recrea en su soledad o en el afecto a los animales. La soledad del poder. Crea estrategias para seducir y luego manipular y a ello contribuye su Rasputín Baranov.
En la novela se cuenta un episodio con la canciller alemana Angela Merkel. Uno de esos sucesos que se non è vero è ben trovato. Merkel sufre pánico canino por haber sido mordida en la niñez por un perro. Putin es conocedor de ese incidente. La canciller, en su primera visita al Kremlin, llega con los deberes hechos, habiendo estudiado los dosieres y con los datos bien procesados. Sin embargo, no cuenta con que Putin le vaya a recibir acompañado de su querido Koni, un labrador negro que la husmea una y otra vez y merodea con aire juguetón. “¿Le molesta el perro, canciller?”, le pregunta irónico consciente de la fobia canina de la lideresa alemana. Merkel, cuyo rostro ha empalidecido a punto del desmayo, dice que se encuentra bien en un ejercicio de autocontrol muy de ella . El presidente ruso apenas puede ocultar la sonrisa por el mal trago que le hace pasar a su invitada.
En el libro, que ha merecido el gran premio de novela de la Academia de Francia y ha sido finalista del Goncourt, el autor pasa revista a episodios, ficticios o no, vividos por Putin desde su llegada al poder en 1999 como primer ministro de Boris Yeltsin. Incidentes a veces hasta tragicómicos como la última elección presidencial de Yeltsin, incapacitado para moverse y ayudado a duras penas por dos colaboradores para depositar la papeleta en la urna. En la fotografía distribuida por el Kremlin desaparece la imagen de los ayudantes. Las relaciones con la oligarquía, Chechenia, Georgia y la propia Ucrania, en las primeras protestas de la revolución naranja anteriores a la anexión de la península de Crimea aparecen en el libro como reflexiones en voz alta del asesor e intelectual Baranov y de las puntualizaciones hechas por Putin, que no se fía de nada ni de nadie. Sólo se relaja en Sotchi en verano, a orillas del mar Negro, con sus caballos y sus perros o cuando se escapa a San Petersburgo, su ciudad natal, para encontrarse con unos pocos amigos ajenos a la política. De nuevo la soledad y la incomprensión que siente el dictador.
Esta es la primera novela de Da Empoli, que entre otros trabajos resalta haber sido consejero del ex primer ministro italiano Matteo Renzi y también cuando éste fue anteriormente alcalde de Florencia. El poder, viene a decir el autor, suele ser despiadado y en el caso ruso descontrolado, salvaje e irracional. Así lo acepta y comprende la sociedad rusa. Rusia ha pasado de una dictadura comunista corrupta a un gran supermercado igualmente corrupto. “No hay nada más cuerdo que apostar por la locura de los hombres”, observa Baranov
Le mage du Kremlin está siendo un éxito de ventas en Francia. Se han vendido más de 100.000 ejemplares desde que salió al mercado el pasado abril. A ello ha contribuido la invasión rusa de Ucrania el pasado febrero.
Otra novela completamente distinta es el último libro del colombiano Héctor Abad Faciolince que acaba de salir en el mercado español: Salvo mi corazón, todo está bien (Penguin Random House, 2022). Basado en hechos reales, el autor de El olvido que seremos describe en esta ocasión la vida de un sacerdote atípico, de vasta cultura, amante del cine y de la ópera y del buen comer, aquejado de una mortal enfermedad cardiaca.
Abad Faciolince plasma la incongruencia del celibato sacerdotal y la intolerancia e hipocresía de la autoridad eclesiástica frente al amor, la familia y la orientación sexual. “Si san Agustín llegó a pedirle al Señor. “Hazme casto, pero todavía no”, déjame a mí decirle: “Jesús mío, ya he sido casto medio siglo por ti, permíteme no serlo lo que me quede de vida”, afirma el protagonista Luis Córdoba, el gigantón y obeso sacerdote aquejado de una malformación cardiaca que requiere de un trasplante. Córdoba disfruta del cariño de dos mujeres que le atienden y quieren, así como de tres niños de ellas a quienes sabe entretener y hacer el papel de padre.
En mi opinión es una magnífica novela, que leí de un tirón, aconsejable, además, para muchos de esos religiosos que se debaten sobre la coherencia de la castidad. Disfrutaría el Papa Francisco leyéndola en momentos de descanso, ahora que se rumorea que tal vez siga los pasos del fallecido Benedicto XVI y renuncie al papado, y pudiera reflexionar sobre la rigidez y el cinismo que todavía buena parte de la Iglesia católica manifiesta. Seguro que lo conoce perfectamente y siente vergüenza de ello. Así lo creo como persona no creyente.
De todos modos, la lectura de Abad Faciolince siempre es un placer.