Planea sobre ellos la sombra de la duda. Juegan con dinero público. El juego consiste en invertir considerables cantidades de dinero en grandes empresas privadas castigadas por la crisis financiera global y ávidas de capital. Pero, cómo se gestiona esa inversión: ¿en público o en privado?
Frente a esta incertidumbre, lo cierto es que los denominados fondos soberanos se están consolidando entre las potencias emergente de África, América Latina y Oriente Medio. Según el informe “Fondos Soberanos 2014”, realizado por la escuela de negocios Esade, en la actualidad existen más de 84 fondos soberanos operativos. Sus activos superan los 5,9 billones de dólares.
La importancia de estos recursos para las economías nacionales es considerable. Según su proporción respecto al Producto Interior Bruto (PIB), los fondos de inversión más importantes serían el de los Emiratos Árabes Unidos (ADIA), seguido de Kuwait (KIA) y Qatar (QIA), el país más rico del mundo. No ha de ser casualidad que se trate de Estados cuya pujanza económica se basa en la producción y exportación de petróleo y gas natural. Recursos que generan la riqueza que después reinvierten en estos fondos soberanos.
Qatar, por ejemplo
A pesar de la desconfianza que genera su existencia, los fondos soberanos se han convertido en una herramienta para el crecimiento de los países inversores y un “rescate” para aquellos que han recibido el capital. Veamos pues el caso de Qatar, una economía que apuesta por la diversificación y que ha basado su crecimiento en la exportación de gas y petróleo.
Qatar Investment Authority (QIA) es la entidad encargada de la gestión de los fondos soberanos de inversión del emirato. Cuenta con diez años de vida. Su objetivo pasa por «invertir, administrar y hacer crecer las reservas de Qatar a largo plazo para apoyar el desarrollo de la economía qatarí» y «ser reconocido como institución de inversión internacional para convertirse en el socio preferido de los inversores», aseguran.
Al frente de este organismo se encuentra Abdullah bin Mohammed Al Thani, miembro de la familia real qatarí. Como Consejero Delegado tiene la responsabilidad de ejecutar y supervisar las estrategias de inversión. También es responsable de la gestión de este organismo, uno de los mayores fondos de inversión soberana en el mundo con más de 60.000 millones de dólares.
Cuestión de prioridades
Son varios los sectores que resultan especialmente atractivos para los fondos soberanos de inversión. El sector financiero, el sector inmobiliario o el sector del lujo -donde es posible encontrar desde grandes almacenes hasta puertos deportivos- son algunas de las preferencias de estos fondos soberanos.
Fue en 2008 cuando el fondo soberano qatarí se estrenó en el mercado financiero europeo. Entonces, QIA invertía 6.100 millones de libras esterlinas en Barclays. Así, pasaba a controlar el 10% de la entidad financiera. Era sólo el principio. QIA se haría con el 6,2% de Credit Suisse, convirtiéndose en el segundo mayor accionista después de Olayan Group de Arabia Saudita, que tiene una participación del 6,6%, según datos de Reuters. En 2010 el país del Golfo se hacía con el 5,17% de Banco Santander Brasil. Qatar compró entonces bonos de la filial brasileña que, posteriormente se canjearían por acciones, por valor de 2.719 millones de dólares. Todo podría ser apenas una pequeña muestra de su presencia en el sector financiero mundial. Resulta imposible obviar que el 20,86% de las acciones de la bolsa de Londres (London Stock Exchange) es propiedad de Qatar Investment Authority. Dicho de otro modo, Dubai y Qatar son los dos mayores accionistas de la tercera mayor bolsa de valores del mundo.
Para poner en marcha sus inversiones en el sector inmobiliario, Qatar creó otro organismo dependiente también del ya mencionado Qatar Investment Authority (QIA). Se trata de Qatari Diar, el fondo de inversión inmobiliaria del emirato. Las cifras hablan por sí mismas. Desde 2012, Qatari Diar cuenta con más de 49 proyectos en desarrollo o planificación en Qatar y en otros 29 países alrededor del mundo, con un valor de más de 35.000 millones de dólares. En cualquier región del globo es posible encontrar la firma qatarí en opulentas obras de arquitectura y suntuosos complejos urbanístico. Destacan, entre otros proyectos relevantes, el exclusivo complejo hotelero “Sea Pearl” en Atakoy (Turquía), el puerto deportivo de Tarragona (España), la embajada de Estados Unidos en Londres (Reino Unido), el City Centre DC en Washington (Estados Unidos), la City Gate en El Cairo (Egipto) o el Diar Dushanbe en Dushanbe (Tayikistán).
El sector del lujo es otra de las grandes bazas que juega Qatar para diversificar su economía. Así, el país más rico del mundo ya es dueño de Harrods, los grandes almacenes londinenses. La famosa cadena de tiendas fue comprada al empresario egipcio Mohamed al Fayed por unos 1.740 millones de euros. Pero el interés del emirato por lo británico va más allá. El país del Golfo tiene el control del 25% de la cadena de supermercados Sainsbury, la tercera más grande de Reino Unido.
Si hay algo que resulta imposible obviar es el interés de Qatar por las grandes firmas. El emirato tiene un 1,03% del conglomerado LVMH, propietario de marcas como Louis Vuitton, Loewe o Kenzo. En su haber también se encuentra el 11,3% de Tiffany & Co. Grandes hoteles de lujo engordan la lista de propiedades del país del Golfo. Qatar’s Constellation Hotel Holdings pagó 750 millones de euros por la adquisición de una cartera de hoteles que incluía nada menos que el Louvre y el Concorde Lafayette en París, el Hotel Martínez en Cannes y el Palais de la Mediterranee en Niza.
La diversificación de la economía qatarí es pues una amplia red que se extiende por diversos sectores. Así es como el emirato ha hecho uso de la riqueza del subsuelo para extender su dominio y controlar su dependencia de los recursos naturales.
Redactado por Belén García Hidalgo
Editado por Iara Bua