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Qué se puede aprender en un MBA

 

El debate sobre la bondad de los programas MBA resurge en cada crisis. Incluso en el periodo de recesión provocado por el estallido de la burbuja punto com (una broma en términos de destrucción de riqueza si se compara con la crisis actual), se atribuyó a los MBA parte de responsabilidad en lo sucedido. Las críticas son de todo tipo: entonces se acusó a estos programas de enseñar una visión heroica de la gestión empresarial, mientras que durante en la crisis post Lehman se acusó a los académicos de las Escuelas de Negocios de enseñar un modelo de construcción de carteras fallido en el que supuestamente se basaba la toma de decisiones de los bancos que necesitaron rescates masivos por parte de los gobiernos, también se acusa a estos centros educativos de fomentar el amor por el endeudamiento que está en la raíz de la actual crisis. Actualmente el debate no está ya en si los contenidos que se enseñan a los alumnos de estas instituciones son nocivos para la sociedad, sino en si merece la pena efectuar la elevada inversión que implica cursar uno de estos programas.

 

Dado que en tiempos de crisis una de las huidas hacia delante para mucha gente es inscribirse en una escuela de negocios (la otra es emprender) voy a intentar aportar, con la mayor honestidad posible, transcurridos diez años desde que cursé mi MBA, mi opinión sobre qué se puede esperar  de estos programas, por si a alguien le puede ser de ayuda en su proceso de decisión.

 

Retorno de la Inversión/Salidas profesionales: Con las cifras de retribución media post-master que aparecen en los rankings publicados por el FT y otros medios financieros la decisión parece un no brainer, como dicen los americanos ¿Pero sabéis qué? Que estas cifras, una de dos, o directamente son mentira o tienen un sesgo de muestra tan grande que no te puedes fiar de ellas (y lo digo con conocimiento de causa). A pesar de esto, he de decir que llegué a triplicar mi sueldo pre-master en 3 años y medio y que mi primer salario al acabar el master era bastante decente, con lo cual en una economía no disfuncional (a diferencia de la actual) los retornos de la inversión son elevados. Eso sí, la matrícula me salió por un 40% de lo que cuesta ahora el mismo programa. Igual las escuelas se han pasado con la subida de precios de los últimos años y si el mercado laboral sigue sin remontar difícilmente van a poder justificar los precios de matrícula actuales.

 

Respecto a puestos por los que todo el mundo mataría en Banca de Inversión o grandes casas de consultoría estratégica tipo McKinsey o BCG, casi es más fácil que te toque la lotería. Salvo en dos o tres escuelas realmente TOP en las que para entrar debes pasar un proceso de selección durísimo, en España no reclutan (si acaso en el IESE y a nivel de licenciatura en el ICADE).


Las escuelas europeas mejor situadas en rankings más serios como el del Business Week (caso de IESE o INSEAD) tampoco son garantía de nada. He visto a titulados de ambos sitios pasarlo mal con la crisis, si han tenido la mala fortuna de trabajar en el sector de actividad equivocado.     

 

Así que al que se acerque a este programa con el enfoque de «que le den un pez en vez de enseñarle a pescar» que piense en cruzar el charco y se prepare el proceso de selección de HBS, Wharton o Standford. Recomiendo como lectura adicional dos piezas que coinciden con mi experiencia una es un reportaje recientemente publicado en El País, abordando el tema por primera vez en España desde un punto de vista crítico y no como un publirreportaje de las escuelas de negocios, y la otra que es una entrevista de Fortune a Glenn Hubbard, decano de la escuela de negocios de la Universidad de Columbia.

 

Conocimientos (Hard Skills): dicho lo anterior (que es el único punto en que la realidad no superó las expectativas que me había creado antes de hacer el máster) también he de decir que aprendí cosas que cambiaron mi forma de ver el mundo radicalmente y adquirí habilidades básicas para desempeñarme a nivel profesional que la Universidad no me había enseñado. Entre los conocimientos que adquirí están:

 

Excel y Power Point a un nivel homologable.

 

Contabilidad Financiera.

 

Uniendo las dos cosas anteriores: Modelización Financiera.

 

Probabilidad y Estadística.

 

Finanzas Corporativas.

 

Valoración de Activos.

 

Contabilidad de Costes.

 

El Marketing según Kotler.

 

Estrategia según Porter.

 

Comportamiento Organizacional.

 

Dirección de Recursos Humanos.

 

No incluyo aquí Análisis Macroeconómico y Control de Gestión porque tuve mala suerte con los profesores que me tocaron en estas asignaturas y no aprendí gran cosa de ellos. Aunque hay que decir que, gracias al sistema de control de calidad de la escuela, al poco tiempo éstos no formaban parte del claustro.

 

Habilidades Directivas (Soft Skills): entre las cosas que formaban parte del programa, pero no eran una asignatura propiamente dicha estaban:

 

Negociación. Que resultó para mí un descubrimiento al aprender que es cuestión de preparación y análisis, no algo innato, propio de vendedores de crecepelo.

 

Trabajo en equipo. A lo largo de cada trimestre se iban formando grupos diferentes de alumnos, una parte importante de la nota de cada asignatura era en función de los trabajos de grupo. Y los grupos estaban formados en función de los test psicológicos que nos hacían en las pruebas de selección, con resultados bastante curiosos. Había grupos que en principio parecían incomprensibles, unos formados por todos los gallos de la clase (para ayudarles a lidiar con sus respectivos egos) y otros formados por los más flojitos (para empujarles a crecer, ya que había una cuota de expulsiones por bajo rendimiento académico). El caso es que gracias a estos experimentos sociológicos al final del programa las aristas de la personalidad de cada uno acababan bastante limadas.

 

Talleres de Búsqueda de Empleo. Algo que tampoco aprendí en la universidad y que me proporcionó unos recursos para generar oportunidades profesionales que me fueron muy útiles.

 

Creación de Empresas. Esto era una asignatura que casi pretendía ser un máster dentro del máster. La escuela tenía entre sus señas de identidad el fomento del Entrepeneurship a través del Venture Lab, conferencias con inversores y la opción de presentar proyectos empresariales fin de máster (dirigidos por un especialista en el sector en el que se desarrollaba la iniciativa) en lugar de otros cursos electivos.

 

Otros intangibles: gracias al contacto con alguna de la gente más brillante con la que me he cruzado descubrí Amazon UK (que ya entonces servía en la península) y con ello toda la literatura de gestión en inglés, de calidad y más barata que la editada en castellano. Conocí publicaciones como Fast Company o Business Week, bases de datos de información gratuita en internet como Yahoo Finance y me acostumbré a leer a diario el FT, el WSJ y el Expansión que repartían gratis en la escuela. La exposición a estas fuentes de información me ha ayudado, junto con la base de conocimientos adquirida en el programa, a poder explicarme el complejo mundo actual.  


Me enseñaron, después de analizar cientos de casos prácticos, a dilucidar qué es relevante y qué no de una información, a tomar decisiones con información limitada y a presentar mis trabajos y análisis de una manera más visual.

 

También aprendí a apreciar los buenos casos de estudio de la Harvard Business School (el 90% de los que se explicaban durante el programa), algunos con un nivel de creatividad y perspicacia semejante a la más alta literatura. Explicados por un profesor brillante eran un auténtico placer intelectual.

 

Conclusión: cualquier persona que aprenda todas las cosas que he enumerado anteriormente, adquiere habilidades como para defenderse y prosperar en un sistema económico (siempre que no sea disfuncional como actualmente lo es el sistema económico español). Enseñar todas estas cosas en un campus con medios tecnológicos avanzados y con profesores de prestigio no resulta barato. Otra cosa es que los precios actuales se puedan justificar. En mi caso al venir de una carrera técnica, el programa supuso un reciclaje completo y no hubiera podido desempeñar los puestos que he tenido posteriormente si no lo hubiera cursado. A otros compañeros que habían estudiado económicas o empresariales les fue de menor utilidad y alguno hubo que se consideró estafado. Al final el que la inversión rinda o no, depende  de muchos factores (entre ellos la suerte), pero sobre todo del aprovechamiento personal y del uso que cada uno haga de lo que en la escuela de negocios se enseña. 

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