El viaje por carreteras secundarias nos lleva a lugares que ni siquiera sospechábamos que existieran ni mucho menos que nos estuviera destinados. Como el hotel Río Piscina de Priego de Córdoba, donde el niño de bronce que fundió Manuel Jiménez Pedrajas observa por la mañana el momento en que el nadador de John Cheever piensa en un río sin retorno, en lanzarse a pesar de todo en busca de un yo que ya no existe ni siquiera en la memoria.
Foto: Corina Arranz