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Quince años tiene mi amor. Veo un mundo en llamas

 

Cuando la realidad salta por la ventana la oscuridad se instala en nuestras vidas. Da la impresión de que la verdad y la luz se baten en retirada. ¿Qué hacer? El periodismo debería seguir centrándose en los hechos, ¿y confiar en que la verdad y la razón acaben prevaleciendo? Cuando no hay hechos, solo interpretaciones, corremos el riesgo de que la mentira se convierta en el nuevo orden universal. Y en este momento está ganando la partida. No es solo Donald Trump. No es solo Vladimir Putin. Somos nosotros, con nuestra pereza, nuestra cobardía, nuestra tendencia a meter la cabeza bajo el ala. No querer saber es patria potestad del que prefiere ignorar al otro. Y permitir que la ley del más fuerte, en Ucrania y en Palestina y en Sudán, modifique las fronteras o practique la limpieza étnica a sangre y fuego. O que para evitar que la extrema derecha triunfe la Unión Europea venda su alma al diablo y aplique políticas de inmigración infames que niegan su propia esencia, son ineficaces y causarán daños letales a innumerables inocentes mientras echan a perder su razón de ser.

Contra todo pronóstico, y gracias a la inmensa generosidad de sus colaboradores y lectores, fronterad cumple esta semana quince años en este mundo virtual de internet. ¡Cómo no agradecer la perseverancia, la lucidez y la voluntad de Ricardo Bada! Nos ha acompañado fielmente con su De mi diario, y otras hierbas, todos y cada uno de los domingos de estos tres lustros (ha publicado la friolera de 776 artículos), hasta que los avatares de la vida y de la enfermedad de su querida Diny le agotaron. Desde aquí le enviamos a su Colonia un abrazo doble mientras preparamos un libro con una extensa antología de los escritos y pasiones de una existencia pletórica de lecturas, películas, escritos y comidas… vivida sin pelos en la lengua.

Desde el inicio soñamos y quisimos una revista que fuera híbrida, de papel y digital. Fue imposible. No hemos conseguido más que editar tres antolojías (así, a la manera de Juan Ramón Jiménez y sus inmensas minorías) en papel. Seguimos tratando de que la razón prevalezca sin enterrar la emoción, pero sin que las pasiones ciegas nos entierren en ese desvarío de la identidad que niega al otro, que levanta barreras y fronteras por doquier, que mata cargada de razón. “Veo un mundo en llamas”, dice una víctima de la bomba atómica de Hiroshima, cegada por el resplandor de la muerte, al final de Ex machinaLas siete corrientes del río Ōta, el montaje fundacional de Robert Lepage, gran poeta del teatro, que ha revisado y convertido sus siete horas en una reflexión igual de acuciante hoy como en 1994 de lo que representó Hiroshima en la historia de la humanidad. Ese mundo en llamas es el que nos rodea, y cuyo resplandor nos deslumbra, es decir, nos ciega. Gracias por seguir alimentando este candil en tiempos de oscuridad. Que sea un resplandor que nos caliente las manos, nos alumbre la cara y el camino, nos siga acompañando en la lectura y la escritura del mundo, contra el miedo, que corre tanto como la mentira.

[A modo de editorial, un género inusual en fronterad, con motivo de nuestro 15º aniversario].

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