“Nunca he cantado más de dos canciones seguidas”. Es lo que me comentó la noche del jueves Ramón Arroyo, guitarrista de Los Secretos, antes de empezar su primer (¿y único?) concierto en solitario. Algo insólito. Tan insólito como será, dentro de poco, acudir a un concierto en directo en Madrid. Parece mentira que la capital de la Movida y de un país envidiado en el mundo por su patrimonio artístico y creativo, se esté quedando casi sin tejido cultural. Años de laboriosa destrucción sistemática desde las instituciones acabarán consiguiendo su objetivo. Hasta que llegue ese momento, algunos locales dan las últimas boqueadas –los que pueden, desde la legalidad, y los que no, desde la clandestinidad- para ofrecernos algunas muestras de lo que una vez fue esta ciudad.
Anoche, Ramón Arroyo nos regaló un concierto inédito y seguramente único, en uno de esos locales. Eso sí, la Comunidad de Madrid ha concedido a Los Secretos la Gran Cruz del Dos de Mayo, de lo cual me alegro enormemente porque se lo merecen. Pero los políticos no dejan de sorprenderme (para mal, por supuesto); con una mano te quitan el pan y con la otra te cuelgan una medalla. Y no se cortan un pelo.
El caso es que Ramón nos ofreció un magnífico concierto íntimo, acompañado en ocasiones por Silvia, guitarrista de Ecléctica, una prometedora banda de mujeres. No éramos más de treinta personas las que nos reunimos en torno a él y sus guitarras. Ellas son sus mejores cuerdas vocales, pero por una vez quiso usar las suyas propias para hablarnos de los recuerdos musicales de su niñez. Recuerdos de Kennedy Jones, de Roger Miller, de T. J. Red Arnall, de Bob Dylan, de Johnny Cash, de B. B. King, de Jerry Lee Lewis y de tantos otros que han forjado el estilo del que, seguramente, sea uno de los mejores guitarristas españoles de los últimos treinta años.
Nació en Tánger, pero su alma es donostiarra, donde pasó sus años mozos hasta que hizo el petate y se vino a Madrid. Y así sigue, de un lado a otro, metido en la furgoneta que le llevará hasta el próximo escenario. Como no es de esos artistas que no se dejan ver con facilidad, entre gira y gira, no es difícil verle tocando con amigos en algún garito.
Ramón ama la música y su droga es tocar en directo. Llega un momento en que “el escenario de su hogar” se le viene encima y tiene que salir en busca de otro escenario a quitarse el mono. El jueves fue uno de esos días y, para que veáis que no soy egoísta, grabé esta canción pensando en vosotros.
@Estivigon