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Mientras tantoRasgar la realidad

Rasgar la realidad

Sestear absorto y pálido   el blog de Jose de Montfort

Así, exactamente, es la literatura. Al escribir sabemos que hay algo muy importante que decir con respecto a la realidad, y que tenemos ese algo al alcance, allí nomás, muy cerca, en la punta de la lengua, y que no debemos olvidarlo. Pero siempre, sin falta, lo olvidamos

Eduardo Halfon

 

En esta nueva edición de El boxeador polaco (Libros del asteroide, 2019), que recupera el libro original que ideó el autor hace 10 años, además del cuento que da título al libro y que versa sobre la propia historia del abuelo del autor, internado en Auschwitz, y que logró salvar su vida gracias a los consejos de un boxeador polaco, que le dijo qué decir y qué no decir durante el juicio al que habrían de someterle, se habla sobre los fantasmas.

Un cuento, en realidad, es el centro del libro, “La pirueta”, centrado en la búsqueda de una figura huidiza, quizá inexistente (si inventada o fantasmal, tanto da): la del supuesto pianista serbio de origen gitano, Milan Rakic y que el protagonista de nuestro libro (un trasunto del propio escritor) habría conocido en las ruinas de San José el Viejo, en las Antillas Guatemaltecas.

El boxeador polaco es, más que un intrigante volumen de relatos, un libro de historias fragmentadas no espacial sino temporalmente; esto es, dispuestas con la rara secuencialidad de los caprichos de la memoria.  Estando, además, todas ellas unidas por el hilo invisible de la poesía. De una extraña conexión imposible con la poesía. Una poesía que huye, que no se deja vislumbrar más que en cicatrices, en el humo de las atmósferas cargadas o en la soledad de los intersticios de la creación de un ensayo literario.

La fragmentariedad de este libro radica en su no explicarse del todo, en su incapacidad para explicar(se) del todo. Dicho de otro modo: El boxeador polaco es una suerte de narración en reprise. Que se acelera sin cambiar de marcha, evidenciando que la realidad siempre va más rápida que la voz del escritor que la acecha (de ahí la reflexión final del autor, recogida al principio de este texto y que se incluye en el último de los relatos del libro, “Discurso de Póvoa”).

Así, Halfon enhebra un ejercicio lingüístico que evidencia la pobreza de la palabra para condensar la magia, en muchas ocasiones incognoscible, de la realidad. Todos los textos (9 en total, todos ellos interrelacionados explícitamente entre sí -menos uno-) funcionan a la carrera, en pos de un instante poético que se desvanece y que encuentra acomodo en otras razones (permutándose en otras historias, mezclándose con otros fines).

Me pregunto cómo es que he tardado tanto en acercarme a este libro y, supongo, que es igual que la realidad, este (falso) conjunto de relatos [Pues se trata más bien de una novela conformada al estilo del cubo de Rubik], pues que lo tenía ahí justo al frente, pero se me había olvidado. Hasta hoy. Y qué bien.

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