Realimax

 

Hoy me he levantado con el día poético. En algún libro recuerdo haber subrayado hace años algo así como “he nacido cansado”. La frase me gustaba porque pensaba entonces que yo, además de cansada de no pegar ni chapa, había nacido vieja, con muita mala milk, y deseosa de meter unos buenos codazos en los riñones a todos los que, considerando al resto gilipollas, intentaban adelantar posiciones en una cola. Beirut was calling….

 

No soporto los rodeos, mi humor y mi sentido de la ironía ofrecen ya la misma fachada desvencijada que cualquier casona libanesa abandonada y devorada por las hiedras. El mundo se me antoja una especie de salón suizo de pesadilla en el que uno debe caminar de puntillas y mover las sillas solo si se ha untado a lengüetazos las patas en cera. ¿Para qué las sutilezas, las florituras alambicadas del lenguaje en un país en el que sin equívoco alguno es tan fácil determinar lo que es una mierda y lo que le queda poco tiempo para serlo? ¿A cuento de que tantas vueltas si los papeles están perfectamente repartidos y delimitados?

 

Hoy mataría a todos los poetas sin suelo, a todos los filósofos sin gramática, a todos los metafísicos de lo vacuo, a todos los visionarios de la paz que emborronan los muros con sus palomitas mensajeras. Hoy pagaría millones por leer la vida de un limpiador de inodoros que solo hubiese levantado su brazo en dirección al cielo para agitar una escobilla de wáter…

 

Homenajea Alfonso Armada en sus preciosas reflexiones de abril a ese portugués tan contraindicado para la salud espiritual de los que siguen buscando la ventanilla de reclamaciones al mundo. Pessoa, quien afirma no ser nada, ni en el presente ni en el futuro, y que sin embargo no ceja en su empeño de escribir; Pessoa, que cuando reconoce no poder querer ser la nada, inicia a continuación la eterna matraca del regodeo más absoluto en la inutilidad y futilidad de la existencia. El último de sus poemas encontrados, escrito tan sólo 30 días antes de morir, arranca así: «Que triste a noite sem lua”… Sí, tan triste y constreñida como un cuerpo lleno de gases a la espera de ser evacuados, tan terrible como la vida de esa pobre mujer con nariz de gancho a la que el Credit Libanais nunca quiso financiar una rinoplastia, tan aterrador como haber crecido en una familia de gandules palestinos, en un país de vagos libaneses, reinado por el Occidente más retrasado e inepto.

 

This is Lebanon. Hablamos mezclando varios idiomas. Tenemos todo lo que apesta de todos los mundos posibles y, aquí, recluirse en la dulce y bella embriaguez de la poesía que no se palpa, no huele, no te golpea, es una abdicación de la vida.

 

Dostoyevski, coño, ven ya a mostrarle a estos imbéciles lo que de verdad se esconde tras las verrugas de la existencia…

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