En su primera retrospectiva en Instituto de Arte Contemporáneo (ICA) de Boston, la escultora Simone Leigh desafía los tópicos y prejuicios sobre el cuerpo negro. En declaraciones al periódico Financial Times, recogidas por Enuma Okoro (una de sus columnistas más inspiradoras), Leigh, nacida en Chicago de padres jamaicanos, recuerda que siempre había querido ser artista y ninguna otra cosa: “Pensé que lo que estaba buscando era una vida de lucha y pobreza, de lo que ya había tenido bastante… Pero si había algo que sabía hacer era trabajar con el barro. Y lo cierto es que no podía dejar de hacer cosas”. Con las manos. En la Bienal de Venecia dejó una huella perdurable el año pasado con su obra Soberanía, en la que reconvirtió la fachada del pabellón estadounidense en una escultura. Para el ICA y a lo largo de nueve salas y la Galería de los Fundadores presenta un total de 29 piezas creadas entre 2004 y este año. Se trata de una serie de variaciones con un consistente hilo conductor a partir de los temas y los materiales, con el trabajo de las mujeres negras y cómo sus vidas y sus objetos han sido ignorados u orillados a lo largo del colonialismo y sus efectos colaterales. Okoro recuerda que Leigh piensa que el concepto del “buen salvaje” no ha sido suficientemente estudiado en el mundo del arte.
Dónde: Instituto de Arte Contemporáneo de Boston, Estados Unidos
Cuándo: Hasta el 4 de septiembre. Después la exposición viajará al Museo y Jardín de escultura Hirshhorn de Washington, donde permanecerá hasta el 4 de noviembre