La exposición de Alberto Gálvez en la galería cántabra Siboney podría resumirse en una frase: “Obsesión de ver rostros hasta en las nubes algodonosas las tardes de agosto”. Las paredes se llenan de caras estáticas, paisajes con un efecto de barrido lateral o difuminadas y desenfocadas, que le dan a toda la obra un halo de misterio. Estás será su cuarta exposición en la galería, con la que ya acumula más de 12 años de fructífera asociación.