– El tiempo es mi obsesión; no malgastarlo ni perderlo. Pero para mí es como…, no lo sé, como un objeto. Algo que casi se puede tocar. Siempre pienso: Ojalá pudiera acumular el suficiente. Ojalá pudiera moverlo hacia delante, hacia atrás y de lado. Ojalá Einstein tuviera razón y el tiempo fuera una especie de río en el que podemos meternos en cualquier lugar de la orilla.
Abrió y cerró el bolígrafo mirando ceñudo al vacío.
– Si existiera una máquina del tiempo, me subiría a ella-dijo-. Me daría igual a dónde me llevara, al pasado o al futuro, siempre que estuviera fuera de mi tiempo. En algún otro lugar.
La idea del tiempo como río funciona bien, y es muy bonita. Parece que lo que Enistein, y después Hawking pretendían con el río era decir no tanto que somos arrastrados por él como que, y aquí es donde la metáfora se hace más poética, transcurre el tiempo como el río a diferentes velocidades, muy vivo cerca del nacimiento y muy manso en la desembocadura. Además están meandros, cascadas… La capacidad del río como fuente y caudal (qué gran disco!) de metáforas es casi inagotable, que se lo digan a Jorge Manrique si no Mi escrito favorito sobre ríos se lo leí a Monterroso:
“HERACLITANA: Cuando el río es lento y se cuenta con una buena bicicleta o caballo sí es posible bañarse dos ( y hasta tres, de acuerdo con las necesidades higiénicas de cada quién) veces en el mismo río”