Me encuentro en El País Semanal este artículo de Maruja Torres que cuenta cómo los ricos en España, y se me ocurre que en el resto del globo no debe de ser muy distinto, «pese a las penurias que tuvieron qeu soportar durante 2010, sufrieron pocas mermas no ya en sus patrimonios, sino en sus ingresos. Es más, ganaron un 8,6% más que en 2009, año en el que obtuvieron un 27% más que en el anterior». Eso, en el año de la austeridad fiscal, de apretarse el cinturón, de congelar sueldos a funcionarios, de reformar las pensiones, de recortar todo lo recortable y aún no basta. Tenemos que poner todos de nuestra parte, ser solidarios, sufrir un poco, para salir del pozo. Seamos patriotas, pensemos en el bien de España. Porque, para los españolitos de clase media y media baja, se acabaron las vacas gordas. Para los otros, siempre fue otro cantar. Nada nuevo bajo el sol. Más datos ilustrativos: echadle un vistazo a esta nota de Página 12, que explica por qué los bancos cada vez ganan más dinero en tiempos de crisis mundial.
Muy interesante, también, la lectura del artículo «El desafío se juega también en el tablero europeo», sobre cómo China está aprovechando la crisis en lo que hasta ahora llamábamos Primer Mundo para consolidar su rol de superpotencia. China como banquero del mundo, como último recurso para evitar el desastre. Primero compró cantidades importantes, definitorias, de deuda estadounidense y ahora hace lo propio con Europa. Obviamente, recuerda el periodista Claudi Pérez, nada es gratis. China consolida una posición de poder que le traerá privilegios: desde influencia en la política económica europea hasta control de las críticas al régimen que todavía algunos llaman incomprensiblemente de comunista. Pero lo fundamental es que, como señala el autor, estos movimientos van evidenciando lo que se veía venir hace tiempo, pero que la mayoría no imaginábamos que sucediese tan rápido: una transferencia de poder de Occidente a Oriente sin parangón. China es algo más que una promesa de futuro. China es hoy. Y está lanzándose, inversiones y bancos mediante, a la conquista de la Vieja Europa. Vieja y cansada. El siempre más pujante y efervescente Tío Sam también parece cansado, tanto como un Obama tan agotado que ya no consigue, ni de lejos, transmitir aquel optimismo del ‘Yes, we can’ que le llevó a la Casa Blanca. Tal vez él mismo se diga: «En qué momento».
Transcribo el final del artículo:
«China ya fabrica zapatos en Prato (Italia). Ha levantado en Shanghai una terminal aeroportuaria extrañamente parecida a la millonaria T-4 de Barajas. Y no solo la periferia tiene razones para temblar: los chinos fabrican ya en su país el 60% de los componentes de sus coches, y saben hacer trenes de alta velocidad como los de Siemens. Mil millones de personas abandonaron silenciosamente el marxismo hace 30 años: desde entonces China ha parecido durante mucho tiempo un pozo sin fondo de mano de obra barata; ahora es ya el banquero de EE UU y el salvavidas de Europa. Y ha aprendido a usar su dinero como arma estratégica.»