Hace unos días cayó en mis manos una antología con algunos de los mejores poetas y escritores rusos del siglo XX. Alexander Blok estaba entre ellos, con un poema que siempre me ha hecho recordar a Rimbaud. Fue el pasado mes de abril cuando salía a la luz la última fotografía conocida del poeta francés. En ella posaba sentado, junto a otras personas, en la terraza de un hotel de Adén. Hubo quien se atrevió a afirmar, en un análisis tan superficial como estúpido, que la expresión cansada y vulgar con la que el escritor aparecía en la foto, resultaba tan decepcionante que echaba por tierra la mítica imagen aventurera de Rimbaud.
Hoy se cumplen 156 años del nacimiento de Rimbaud y su figura sigue envuelta en un halo de misterio un tanto incomprensible. Su silencio definitivo es la única consecuencia posible de su sensibilidad y, sobre todo, de su gran honestidad consigo mismo, con todos nosotros. El niño prodigio llegó a los 20 años absolutamente consumido, destrozado por lo que algunas personas solo consiguen entrever en la vejez o la mayoría ignora para siempre. Rimbaud se desborda de los límites del ser, es, como lo describió de forma bellísima René Char, “¡Ese ímpetu absurdo del cuerpo y del alma, esa bala de cañón que alcanza su blanco haciéndolo estallar, claro que sí, eso es la vida de un hombre!”.
Claro que sí, valiente Rimbaud, esa fue tu vida…
Lo respetamos porque no nos engañó; porque de forma fulgurante nos iluminó con su inmensa sabiduría y talento, como una estrella fugaz que luego se hundió en la eternidad; porque se lanzó a alta mar con su destartalado barco ebrio, dispuesto a despedazarse en cada verso…
Su renuncia, su huida africana, su refugio de Harar, el audaz traficante de rifles y esclavos, el adolescente de las suelas de viento que se nos escapa continuamente…Él mismo constituye la creación literaria más extraordinaria. Rimbaud nunca jamás abandonó la poesía, solo dejó de escribirla…
Cuanto más se quiere descansar
Tanto más horrible se hace la vida;
La neblina húmeda se arrastra desde los campos,
La neblina húmeda penetra al pecho.
Arrastrándose por el terciopelo de la noche…
Olvida que hubo la vida,
Que la vida habrá, olvida…
Se arrastran desde los campos las tinieblas nocturnas…
Solo uno, solo uno,
Quedarse dormido, quedarse dormido…
Pero de todas maneras
Alguien te despertará.
Alexander Blok