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Mientras tantoSamir Alsharif, periodista palestino: "Reclamo los mismos derechos humanos para todos".

Samir Alsharif, periodista palestino: «Reclamo los mismos derechos humanos para todos».


La cita es en una popular librería de Martín de los Heros. Esta vez, con la mirada puesta en Palestina, a raíz de la alarmante escalada del conflicto. Nuestro protagonista es Samir, un periodista de unos 50 años que colabora con National Geographic y El País, y reside actualmente en Madrid. 

P: Háblanos de tus orígenes, Samir.

SA: Me llamo Samir Alsharif, soy palestino, nací y crecí en Jerusalén Este. En mi familia somos todos mulsulmanes. Ya de mayor, estudié hebreo porque tenía que trabajar con israelíes. A fuerza de practicarlo, hablo hebreo al mismo nivel que mi lengua materna, el árabe palestino. 

P: ¿Cómo es que eres bilingüe en árabe y hebreo? ¿Te ayudó que sean lenguas semíticas, de la misma familia?

SA: Palestinos e israelíes no se mezclan. Les separa una gran barrera lingüística. Los israelíes no quieren hablar árabe y los palestinos rechazan también el hebreo. Incluso cuando tienen ciudadanía israelí. Muchos palestinos pueden comunicarse y solucionar cuestiones del día a día en hebreo, pero son incapaces de leer y escribir. Por eso se marchan a Cisjordania, donde pueden estudiar en árabe. Al principio yo no era ninguna excepción: toda mi educación fue en árabe. Pero me marcó mucho mi trabajo. Me mudé a Eilat, al sur de Israel. Allí estuve 6 años hablando hebreo las 24 horas del día. 

P: Ese bilingüismo, sumado a tu buen nivel de inglés, te convierte en una persona idónea para ser fixer. ¿Cómo describirías tu trabajo? 

SA: Aprender un idioma va mucho más allá de poder comunicarse. El inglés, por ejemplo, ha hecho mi vida más fácil. Aunque no lo domine, puedo analizar información y trabajar con organizaciones internacionales.

Volviendo a la pregunta, un fixer es una persona que ayuda a un reportero porque conoce a fondo el área en la que vive. Habla la lengua, entiende la cultura y tiene contactos. Cuando viene un corresponsal, yo me encargo de la logística. Así le ahorro tiempo y dinero a la agencia de noticias. El objetivo es que el periodista se pueda concentrar en escribir. El resto del trabajo, la parte de investigar y escuchar, lo hacemos juntos. 

Samir Alsharif, autorretrato

P: ¿Qué aspectos del conflicto desconocemos los europeos?

SA: Vivimos en un país pequeño, tanto si lo consideras Israel como históricamente Palestina, “desde el río hasta el mar”. Lo llaman el estado Apartheid, y es que en todas partes se ve el contraste entre las dos naciones. Si vas a una ciudad como Haifa o Lud, cuando pasas de un barrio palestino a otro israelí parece que entras en otro mundo. Y ahí empieza el juego político. Se necesita un año de hebreo para poder estudiar en la universidad. Y como palestino sabes que nunca te vas a sentir cómodo en ese centro. Por eso muchos deciden no perder ese año. Estudian en inglés o directamente en una institución palestina.

De hecho, el pueblo palestino es uno de los mejor educados del mundo árabe. Nosotros invertimos mucho en educación. Independientemente del país y del idioma, sabemos que es un gasto necesario. Tenemos la tasa de analfabetismo más baja y el porcentaje más alto de estudiantes con una segunda carrera en todo el mundo árabe. Trabajamos duro para darle la mejor formación a nuestras mujeres e hijas. 

P: ¿Y cómo es el mercado de trabajo? ¿Se puede trabajar en Israel con un título palestino?

SA: Depende de las necesidades israelíes. En el año 2000 la Sanidad pública había cerrado las puertas a los médicos palestinos. Pero ellos fueron muy inteligentes. Hicieron las oposiciones en inglés y aprobaron, con lo que su título tenía validez internacional. Luego en septiembre vino la Segunda Intifada. Creció tanto la demanda de médicos, que Israel dejó a los palestinos presentarse al examen equivalente al MIR. 

Ahora imagínate que eres palestino y quieres ser psicólogo. Para que tu carrera sea reconocida en Israel, no te queda otra que estudiar en Jordania. Todas estas dificultades han hecho crecer a la diáspora palestina. Tampoco es raro estudiar en España todo tipo de carreras, porque ya hay una comunidad asentada. 

P: Recuerdo el caso de un estudiante palestino en León, pero no sabía que era tan común. 

SA: Sí, ahora hay un acuerdo por el cual los chavales menores de 18 necesitan un tutor legal para venir a España. Muchos amigos de Jerusalén Este mandan a sus hijos para que estudien aquí. Como saben que estoy en Madrid, me avisan y les firmo los papeles de la custodia. No sólo yo, también mis conocidos españoles. 

P: Cambiando de tema, ¿has vivido en Gaza?

SA: No, nunca he podido entrar. En 2012 estábamos grabando un documental financiado por el gobierno español, y yo me encargaba de la logística. Lucía, la manager, tuvo una discusión con el director del film y nos castigó a todos no dejándome entrar en Gaza. La película se tituló Defying my disability. Fue un proyecto financiado por el gobierno español para acercarnos a las personas con discapacidades, a los problemas a los que se enfrentan en su día a día. Seguimos a 4 discapacitados en Gaza y a otros 3 más en Cisjordania. El documental lo dirigió el cineasta palestino-español Ramzi Maqdisi para Movimiento Por La Paz (MPDL). Dejé de trabajar con esta ONG como protesta por esta venganza personal.

P: Así que tampoco has podido entrar en la franja por tu raíces ni por tu labor periodística. ¡Menuda ironía!

SA: Sí, es complicado. No es ninguna ironía. ¿Qué ocurría cuando en Israel, como estado, había más habitantes de otras culturas que judíos? Israel tiene casi 10 millones de habitantes, pero… ¿cuántos de ellos son judíos, cuántos son musulmanes y cuántos son cristianos? El porcentaje de no judíos es alto. 

Hablemos ahora de los palestinos. ¿Por qué en las manifestaciones gritamos “Palestina libre desde el río hasta el mar”? Existen 5 tipos de palestinos diferentes. Si nos cuentas a todos, somos más que los israelíes. Hay casi 2 millones de palestinos con ciudadanía israelí. Luego tenemos a los palestinos sin nacionalidad, como yo. Vivimos en Jerusalén Este, somos unos 670.000. 

P: ¿Cómo se vive sin nacionalidad?

SA: Tenemos permiso de residencia, pero no la nacionalidad. No tenemos derecho al voto ni podemos elegir a un representante que aborde nuestros problemas. Aunque tenemos nuestras propias leyes, nuestra vida no es fácil. Ni siquiera las relaciones con España, porque somos apátridas. 

Pero retomemos los diferentes tipos de palestinos. Tenemos a los que viven en Cisjordania, el Banco Oeste. Este tercer tipo tiene vetada la entrada a la franja de Gaza. También están prohibidos los matrimonios entre los palestinos de Cisjordania y los gazatíes. Si una pareja “mixta” tiene un hijo, será reconocido sólo por uno de los padres, porque el censo no permite otra cosa. 

P: ¿Y no hay ningún truco para saltarse esta prohibición?

SA: No, porque no hay un estado con unas leyes que te respalden. Si buscas en Internet, encontrarás cientos de historias de gazatíes que se dirigen a Cisjordania y son arrestados en la aduana y devueltos a Gaza. Así les complican la vida a los empadronados en Ramala que quieren ir a Nablus, a sólo 36 kilómetros, pero en el lado cisjordano.

Y luego tenemos al cuarto tipo, los gazatíes. Ellos tienen prohibido establecerse en Jerusalén. Y está el caso de los refugiados, a los que no se les reconoce todos sus derechos. 

Documental de Ramzi Maqdisi sobre jóvenes discapacitados en Gaza y Cisjordania (2015).

P: ¿Los refugiados serían el quinto tipo de palestinos?

SA: Me refería en concreto a aquellos miembros de la Organización para la Liberación de Palestina que volvieron gracias a los Acuerdos de Oslo de 1993. Son personas con un carnet de identidad palestino, pero han pasado los años y siguen sin un reconocimiento legal. No existen para Israel. Vinieron de comunidades palestinas de la diáspora en todo el mundo, aunque la mayoría se había establecido en el Líbano. No son muchos, pero su situación actual es compleja. Viven en Cisjordania y no pueden salir de allí.   

P: ¿Y qué ocurre con la diáspora, con esos palestinos que residen en el extranjero?

SA: Hay unos 12 millones de palestinos diseminados por todo el mundo. A los que están en campos de refugiados no se les reconoce. Son personas sin nacionalidad, que no pueden votar, estudiar en una universidad ni tampoco viajar. Es una injusticia intolerable que sucede en Líbano, Irak y Siria. La excepción es Jordania, donde los refugiados palestinos tienen más derechos. Somos un pueblo diseminado en más países, como Yemen o España. Son muchos quienes con el paso del tiempo han adquirido la nacionalidad española, por lo que los palestinos nos hemos integrado y asimilado en este país. 

P: ¿Qué pasó el 7 octubre de 2023, cuando Hamás atacó Israel matando a unas 1200 personas y secuestrando a otras 251 víctimas más?

SA: Partamos de que matar a inocentes es algo trágico, lo mismo que secuestrar y torturar. Dicho esto, ese ataque no surgió de la nada, sino que se veía venir. Israel está y estaba sobradamente preparado para atajar rápidamente un golpe semejante. 

Todos tenemos los mismos derechos humanos, es algo básico. Pero me indigna que todo el mundo habla de la masacre del 7 de octubre, cuando el día anterior Israel asesinó a más de 170 niños palestinos sin que hubiera ninguna condena internacional. Ocurrió en Cisjordania y ese silencio suscita muchas preguntas. ¿Os importan a los occidentales las vidas de los musulmanes? ¿No pasa nada si los muertos son palestinos? ¿O es que sois unos racistas y sólo cuentan vuestras víctimas? Porque hay que hablar de todo, y llevamos 75 años de ocupación israelí. 

P: Sin duda, nos falta tiempo y espacio para analizar toda la ocupación. Hablemos entonces de lo que nadie habla: ¿es posible un futuro con esperanza?

SA: Cuando en 2014 ó 2015, como fixer, entraba en un campo con el micrófono, solía preguntarles a los refugiados: “¿cuáles son tus sueños?” Y los chavales me decían “estudiar, comprarme un coche, casarme, viajar”… Como cualquier ser humano. Pero ahora la invasión israelí de Gaza lo ha cambiado todo. Cualquier palestino te dirá que no tiene sueños, que no puede imaginar ningún futuro. Nos matan día a día, esa es la realidad y no tenemos fe en que cambie. Es tanta desesperación, que hay adolescentes obsesionados con comprar armas y organizar un atentado como protesta. 

P: Morir matando…

SA: Sí, morir es la única forma que tienen de escapar a esta pesadilla. ¿Y cómo quieres que reaccione un joven abocado a morir? ¿De verdad esperas que respete al otro, que aparte la mirada mientras asesinan a los suyos? ¿O intentará más bien luchar por sus derechos?

Para hablar de esperanza el 6 de octubre tiene que escandalizarnos a todos, no sólo el ataque del día siguiente. La vida está por encima de la política y de la ideología. Somos seres humanos. Reclamo la paz y la dignidad para todos. 

P: Háblanos de la internacionalización del conflicto. 

SA: Vengo de la generación lo suficientemente madura como para vivir la Primera Intifada. Fue un levantamiento civil contra la ocupación israelí sin precedentes. Pedíamos que se reconocieran nuestros derechos como palestinos. La comunidad internacional nunca ha aprobado la ocupación israelí. Como tampoco ha habido cambios, el pueblo palestino tiene derecho a resistir. La resistencia está reconocida por el derecho internacional. Empezó con piedras con las Intifadas y luego creció hasta convertirse en armas y bombas. Si estás ciego y no haces nada al respecto, luego no deberías culpar a la víctima. Porque la víctima ya ha aceptado que su vida se desarrolle en el 22% de su territorio. Firmamos el Acuerdo de Oslo en 1993 con la esperanza de que en 5 años se llegaría a una solución, pero pasó una década y no ocurrió nada. Luego todo fue empeorando hasta llegar a la guerra actual. 

P: Por desgracia, la violencia genera más violencia, el conflicto se ha ido radicalizando. 

SA: Oslo nos dio esperanzas de formar nuestro propio estado. Una esperanza que se desvaneció. No hay que culpar a los chavales de que nos hayan engañado. Recuerdo unas entrevistas que hice en 2002 (cuando la emboscada de Hebrón, en la que 3 jóvenes milicianos palestinos asesinaron a 12 soldados israelíes). Me decían que estaban dispuestos a morir con tal de recuperar su dignidad. 

Samir trabajando. (Foto cedida por él mismo)

P: ¿Hay tanta diferencia para un palestino entre la vida en Jerusalén y en otras regiones?

SA: Sí, para un palestino normal, sí. ¿Te imaginas no poder trabajar en lo que has estudiado por ser mujer, en pleno siglo XXI? Es inconcebible.

En 1998 dejé mi casa, Jerusalén, para irme a vivir a una ciudad israelí, Eilat, con la esperanza de que se me trataría como un ser humano.

P: Pero si hay racismo en todo Israel, ¿por qué viven mejor los palestinos en Eilat que en Jerusalén Este?

SA: Eilat es una ciudad turística con un pequeño porcentaje de palestinos de origen árabe. Hay muchas necesidades generadas por el turismo, por eso para nosotros es fácil trabajar como un esclavo para los israelíes. Pero yo me mudé en 1998 para evitar Jerusalén, que era una ciudad en erupción en aquel momento. La Segunda Intifada del 2000 no fue algo inesperado. Fue un levantamiento preparado que ya se podía sentir en el ambiente dos años antes, cuando yo me fui. Y es que la Segunda Intifada no surgió sólo porque Ariel Sharon profanara la mezquita de Al-Aqsa. No, no: vuestra discriminación de tantas décadas generó esa explosión. Es algo que se venía fraguando desde el 98. Sois muy inocentes en Europa creyendo a los medios sensacionalistas que aseguran que la Intifada la provocó un sólo hecho concreto. Pensad así y un día habrá un levantamiento contra vosotros. Os enteraréis para cuando ya sea tarde. 

Lo mismo sucedió con el ataque del 7 de octubre, que no surgió de la nada.

P: ¿No atajar el ataque del 7 de octubre no fue también una estrategia de Netanyahu, que estaba cuestionado por el pueblo israelí por corrupto? Una forma de cerrar filas en torno al “enemigo común”…

SA: Aparte de su liderazgo político, Netanyahu es un líder ideológico, que representa a la derecha israelí. Su filosofía es crear más y más conflicto. 

Desde luego, no es que el Mossad se viera sorprendido, sino que la inteligencia israelí trabaja para que sucedan estos estallidos. Bueno, yo no quiero pronunciarme todavía sobre el ataque del 7 de octubre de 2023 porque nos falta perspectiva, pero la dinámica con Israel es que ellos agitan para provocar los levantamientos palestinos. A través de castigos colectivos, torturas, comportamiento inhumano hacia seres humanos…

El 99% de los palestinos somos musulmanes. Lo ocurrido en la mezquita de Al Aqsa tuvo una gran importancia. Los medios israelíes sionistas son la propaganda que compra Occidente. Ellos determinan y designan los conflictos. Pensemos que en un lugar sagrado, como es la mezquita, las fuerzas israelíes mataron a palestinos, pegaron a mujeres y niños, nos discriminaron. 

¿Cómo justificar la necesidad de demoler un lugar sagrado para los musulmanes para construir allí mismo un templo judío? Ya no es una guerra política, sino que se está convirtiendo en una guerra santa, donde la religión es la clave. Y lo es cada vez más. 

P: ¿Cuál es la situación actual? ¿No hay una especie de reacción en cadena? 

SA: El sionismo es una ramificación tortuosa del judaísmo. Que estén obsesionados con la segunda venida del Mesías no les da derecho a matar y torturar al pueblo palestino. Cuando los fanáticos quieren dominar el mundo, hay que ponerles límites. Vosotros en Occidente criticáis el fundamentalismo islámico, pero permitís el fanatismo judío. ¿Por qué Europa necesita ser cómplice de un genocidio? Necesitamos, como seres humanos, tomar una decisión ahora. Ponernos a salvo de las ambiciones de Biden y Netanyahu. Los derechos humanos son universales, no hay por qué maltratar a la población árabe. Admiro a los que se manifiestan contra la invasión de Gaza en Europa, pero la mayoría no ve nuestro sufrimiento, no les interesa. 

P: ¿Cómo explicas la escalada internacional del conflicto, los ataques al Líbano, el papel de Irán? ¿Hacia dónde se encamina Israel?

SA: Israel busca más y más violencia y confrontación, considera que el único país que le hace sombra en el mundo árabe es Irán. Pero es muy sencillo: si se hace un embargo a Israel, si EEUU deja de mandar armas, se acaba esta guerra. La comunidad internacional tiene que hacer lo mismo que con Sudáfrica. En el momento en que hubo un embargo, terminó el apartheid. 

Yo respeto mucho lo que hizo el gobierno español al principio de la invasión de Gaza. Cerrar sus aguas a las embarcaciones que transportan armas a Israel. Porque si le das más armas a Israel, atacará Irán, que es lo que busca Netanyahu. Como Irán tiene armas nucleares, el gobierno israelí necesita respaldo internacional y armas para iniciar esa guerra. Y cuando Israel ataque Irán, se desencadenará una guerra de religiones, que será aún peor que todo el horror que ya hemos vivido. 

Europa necesita tomar una decisión y desmarcarse de EEUU, por su propio bien. 

P: Es verdad que Europa tiene miedo al terrorismo islámico. Viene de los atentados del 11- S en Estados Unidos y las pequeñas réplicas sangrientas como el 11 M en España o varios ataques suicidas acaecidos en Alemania, Francia y Bélgica desde entonces. También del problema de la inmigración masiva. 

SA: Veo que Europa necesita estar asustada. Así los líderes políticos os manipulan mejor. No deberíais haceros las víctimas. ¿Quiénes nos lleva del conflicto político a la confrontación religiosa? Israel. En la historia de las 3 grandes religiones, la más pacífica a la hora de gobernar ha sido el Islam. Los cristianos llegaron a Jerusalén y asesinaron a 33000 personas, entre judíos y musulmanes. En cambio el Islam entró en Jerusalén sin que hubiera casi muertos. Y si me permites, cuando los Omeyas crearon Al Ándalus, eran caudillos que respetaron a la población civil. 

Samir en Madrid. (Imagen: Amelia S.)

P: Has ido a tocar un tema que merece un largo debate. Mi blog está dedicado a los países eslavos, ¿qué papel tienen Rusia y Ucrania en este conflicto?

SA: Bueno, ahora hablamos de la guerra entre ortodoxos y católicos. 

P: Es más complejo, porque también son muchos los ortodoxos en Ucrania y en Rusia hay un fuerte colectivo islámico. Por otra parte, la magnitud de vuestro conflicto ha dejado la guerra de Ucrania en un segundo plano.

SA: Sí, el Islam se caracteriza por la unidad, desde Indonesia a mi país. Somos casi 2 billones de creyentes en todo el mundo. En cualquier caso, los musulmanes siempre nos hemos entendido mejor con los ortodoxos que con los católicos. 

Yo estoy muy en contra de lo que sucede en Ucrania, de los ataques a civiles y demás. Personalmente soy una persona escéptica, lejos del fanatismo religioso. De todas formas, ¿quién está financiando la guerra de Ucrania?

P: Estados Unidos, aunque si Trump gana las elecciones, dejará de hacerlo.

SA: Exacto, Trump está menos motivado por el fanatismo religioso que Biden.

P: Biden tiene motivaciones personales (los oscuros negocios de su hijo en Ucrania). Además, Putin ayudó a Trump a subir al poder en las elecciones anteriores espiando y dejando en evidencia a Hillary Clinton. Y lo que dices no siempre se cumple. Si gana, Trump seguirá enviando armas a Israel. 

SA: Sí, parece que tanto como si gana Trump como si lo hace Kamala Harris, seguirá el genocidio del pueblo palestino. Pero yo soy humanista y confío en que se puedan evitar más muertes en Ucrania. 

P: Esperemos también que la paz en Ucrania tenga una dignidad, que no se cierre en falso la guerra de forma que en poco tiempo se reanude el conflicto. 

SA: Rusia va a conseguir una paz en términos muy favorables, obteniendo mucho terreno y beneficios. Pero yo, como musulmán, no apoyo el ataque ruso. En la Unión Europea os gusta etiquetarnos así, pero eso no son más que vuestros prejuicios. Igual que nadie obliga a la UE a imitar la política internacional estadounidense. Europa debería tener una voz propia en el conflicto ucraniano, evitar más muertes. 

P: Pero el orden mundial está cambiando, y Rusia tiene apoyo chino y lidera la Unión Euroasiática, que puede desbancar a la UE como el actor político y económico de mayor peso en el continente.

SA: No soy experto, pero ¿de dónde bebe más la UE, de Rusia o de Ucrania? De Rusia sin ninguna duda, de la que depende energéticamente. 

P: Cierto, con el gas, buena parte de la UE pasó a depender energéticamente de Rusia. Pero Alemania y Francia están habituadas a regir los destinos de Europa y apoyan a Ucrania porque es un mercado grande y para conservar la hegemonía en Europa. Es la lucha entre la UE demócrata y un modelo autocrático, con censura y sin libertades, como es la Rusia de Putin.

SA: Estoy de acuerdo contigo. La guerra de Ucrania nunca debió suceder, fue algo forzado. Europa es un continente que antes era el paladín de los derechos humanos y ahora se ha echado a perder. 

Por otro lado, si lo analizamos fríamente, cuando la guerra de Ucrania acabe, la UE saldrá muy perjudicada. Gane quien gane necesita las fuentes de energía rusas y unas fronteras estables. A la vez, le interesa una Rusia en crisis para que Bruselas siga marcando la pauta en Europa. 

P: Es curioso porque uno de los pretextos rusos para la invasión era el supuesto fascismo cuasi nazi del gobierno de Kíev. Y un año después del inicio de esa guerra, el gobierno de Zelenski apoya a Israel en la invasión de Gaza. 

SA: Bueno, yo no soy especialista en Europa del Este, pero está claro que ahí también se intenta convertir la política en una guerra ideológica mucho más oscura. Y sí, se acerca un colapso económico con el que todos vamos a sufrir. Culparemos de esa guerra a la ideología y a la religión.

En nuestro caso, se nos encamina a una guerra de Israel contra Irán, en la que también participarán EEUU como aliado israelita y Rusia por el lado iraní. Será un conflicto ideológico-religioso muy serio y peligroso. Sólo EEUU saldrá beneficiado.

P: ¿Realmente crees que se puede prever el resultado de esa Tercera Guerra Mundial, de un conflicto internacional con tantas ramificaciones?

SA: Cuando tienes miedo de perder la hegemonía, intentas conservarla asustando a todos los demás. El dólar americano está perdiendo peso. Estados Unidos controla el mundo a través del dólar. Pero no hay que preocuparse de sus abusos. China es muy inteligente y trabajadora, y no permitirá que reine el caos. 

P: Pero China tiene una motivación ideológica también.

SA: La grandeza de China está en que no le motiva nada más que los negocios. Dado la lógica que tiene, a mí personalmente no me disgustaría embarcarme en el barco chino.

P: Pues estarías fuertemente controlado por el Partido Comunista. 

SA: Pero si China es la potencia que sobrevive, me sumaré encantado a su barco. Eso es lo que ya he hecho Pedro Sánchez: no soy español y no me corresponde a mí juzgar a su gobierno, pero está claro que no tiene pelo de tonto. Todo lo contrario que Macron. Marine Le Pen está trabajando muy duro por la destrucción de Francia. Y mira a Macron, antes tenía apoyo africano y ahora está solo. 

La mentalidad de EEUU está clara: que se maten entre ellos, en Europa y Oriente Medio, Y cuando colapsen, nuestro poder saldrá reforzado. 

P: Ha habido un cambio en la política exterior española, que ha abandonado al pueblo saharaui, para acercarse a Marruecos a raíz de la crisis migratoria. Esto también supone un problema, ya que el gas se lo comprábamos a Algeria, que se ha sentido desplazada. 

SA: La UE erais un espacio que vendía tecnología e industria, pero ahora sois meros consumidores. Cada país no es libre en sus decisiones. Italia no ha sido libre en su relación con Libia, sino que estaba supeditada al interés de Francia. Igualmente, el gobierno español se ha tenido que plegar a los intereses de Alemania. 

P: No obstante, hay cierto personalismo del gobierno en este aspecto; todos los anteriores, independientemente de la ideología, apoyaban la causa saharaui. 

SA: ¿Crees que el gobierno español va a salir indemne de haber reconocido la existencia de un estado palestino? Porque yo no lo creo. 

P: No es fácil de decir, depende de la evolución del conflicto. 

SA: Exactamente, si Israel gana la guerra contra Irán, el gobierno español será duramente castigado por su apoyo a Palestina. 

P: Pero si sucede, será dentro de unos años y las consecuencias las pagará otro gobierno. 

SA: No creas, será en unos 10 años como máximo. España ha decidido señalarse y separarse del resto de la UE. Pero es una decisión inteligente, que se vincula a los Acuerdos de Oslo entre Palestina e Israel. Ahí se estableció el derecho del estado palestino a un reconocimiento, lo cual se traduce en invertir en Israel y Palestina para alcanzar una solución pacífica. Han pasado los años, no llega esta solución y tres estados (España, Noruega e Irlanda) han decidido dejar de pagar por un imposible. 

Cuando analizas las decisiones políticas, hay que pensar en cuál es el beneficio que las ha motivado. ¿Qué gana España reconociendo a Palestina? El móvil, como en muchas otras cosas, es económico. La principal preocupación del gobierno español es la economía.

P: No lo niego. Pero si analizas, todos los gobiernos luchan por aferrarse al poder. Esta también es una decisión que da votos en España, donde hay una importante simpatía por la causa palestina, y que aumenta la influencia de nuestro país en el exterior. Si el gobierno fuera siempre seguidista de Alemania y Francia, no sería más que una marioneta en política internacional. 

SA: España es el país de la UE menos afectado por la guerra entre Rusia y Ucrania. Por supuesto que algo os toca y habéis tenido que ceder gas a Francia, pero tenéis menos refugiados y una inflación menor. 

P: Cierto. Aún así, desde que empezaron las dos guerras notas la inflación en cualquier supermercado. También tenemos un drama en nuestras fronteras. 

SA: Cuando gobiernas te preocupas por los sueldos de tus ciudadanos, su bienestar, etc. Aun así, el impacto es menor en España que el sufrido por Alemania y Francia. Son dos economías que empiezan a hacer aguas. El gobierno español lo nota y ha decidido cambiar el rumbo. Italia también intenta hacer algo similar y desmarcarse de la inseguridad e inflación. 

En su momento, el Brexit fue una reacción de Gran Bretaña, que vio a la UE en crisis y decidió huir. Pero eso tampoco les ha ayudado, siguen teniendo los pies llenos de barro. 

Y es que existe una gran división interna en la UE y eso está teniendo consecuencias. Es algo que nos afecta también a nosotros, los palestinos. Es el momento de tomar decisiones, decidir a qué barco se sube cada uno. Estoy muy orgulloso de los europeos que se manifiestan en favor de la causa palestina. También veo concentraciones de apoyo a Ucrania. Pero tenemos que elegir si dejarnos gobernar por fanáticos y que nuestro destino lo rijan psicópatas o recobrar la humanidad y aplicar los mismos derechos a todos los seres humanos. Dejar de lado la doble moral.

Evitemos las desigualdades y los conflictos religiosos. Soy árabe, musulmán y persona pacífica. Sin embargo, si me obligan a luchar para sobrevivir, lo haré. Vosotros los españoles, llegado el caso, también. Y tú, como cristiana harías lo mismo. 

P: ¿Cómo ve Occidente la ocupación de Gaza?

SA: Con doble moral e indiferencia. Aunque se sabe todo lo que sucede, Occidente sigue sin tomar una decisión. Los gazatíes se han visto privados de todo, incluida su humanidad y dignidad. Y aún así, rechazan el fanatismo y están hartos de las ideologías. 

Tenemos muchos amigos en Francia y en Alemania que se manifiestan en favor del pueblo palestino y yo les admiro, porque sus gobiernos apoyan a Israel. En cambio, España quiere cambiar la postura de la Unión Europea, pero no tiene el poder ni la influencia suficientes. Lo cierto es que ya llevamos 51000 palestinos muertos desde que comenzó la guerra, la mayoría mujeres y niños. Nosotros aceptamos la muerte de hombres, pero no la de civiles. 

Como palestino, reclamo a los países europeos nuestro derecho a ser tratados como seres humanos. A tener voz, libertad, derecho a voto, unas elecciones libres. Apelo a los mismos derechos humanos para todas las personas. Independientemente de su religión y de su sexo. Sea musulmán, cristiano o judío, hombre o mujer. 

Mira, yo he trabajado mucho con Antonio Pita

P: Lo sé, él está ahora en Beirut, cubriendo los bombardeos. ¿Cómo fue tu experiencia trabajando con Antonio Pita para El País?

SA: ¿Antonio? Todavía me debe un chuletón. Ya en serio, es una gran persona, uno de los poquísimos periodistas que no se deja influir por su ideología, que se rige por su honestidad y su sentido común. Escribe y actúa según lo que ha visto, lo que ha percibido y experimentado, no busca manipular. Tampoco deja que su orientación política le ciegue. No se deja influir por los prejuicios previos de su vida anterior, como le ocurre a la mayoría. Cuenta lo que ha vivido en sus propias carnes, lo que ha sentido mientras. Vive en la zona, y habla ambos idiomas, hebreo y árabe. Le conozco bien, más como persona que como periodista. Y por eso estoy dispuesto a cargar con responsabilidades para protegerle.

P: Cambiando de tema, el conflicto se expande y está afectando mucho al Líbano y a Cisjordania. ¿Cómo describirías la situación de la zona?

SA: Cuando te obsesionas con destruirlo todo para reconstruir el templo como hace Israel, te fijas en dónde se concentra el poder, para que nadie te haga sombra. El único poder que puede obstaculizar a Israel es Irán. En el año 2000 Ariel Sharon atacó tranquilamente un lugar sagrado como es la Mezquita de Al-Aqsa porque no temía represalias. Sabía que ningún otro país respondería porque en el mundo árabe el poder gobierna en contra de su propia gente. El único estado ideologizado en el mundo árabe es Irán.

P: ¿Cómo que el único? Hay más regímenes islamistas confesionales, como Afganistán o el Estado Islámico.

SA: Pero pensemos en la zona. ¿Qué van a hacer Siria o Yemen, si están en guerra? O Irak, que está destruido. Hay casos de poca capacidad operativa, como Jordania, y luego está Arabia Saudí, que es el menos motivado por la religión y la ideología. Están dispuestos a ir contra el interés de sus compatriotas y permitir los abusos de Israel si con eso logran un beneficio económico. No, el único país con capacidad de enfrentarse a Israel es Irán. Y por eso quieren bombardearlo y destruirlo. Por esto mismo me aposté un chuletón con Antonio… y por desgracia, lo gané. 

Para el mundo musulmán, desde Marruecos a Malasia, hay cosas intolerables. Una de ellas sería que Israel se atreva a destruir la Mezquita de Al-Aqsa. Eso haría que los ciudadanos se alzaran contra sus propios gobiernos por permitir tamaña afrenta. Y las consecuencias las viviríamos todos. 

P: El Estado Islámico, aparte de potencia militar, en cierta forma se ha infiltrado ya en Europa, con las cédulas fundamentalistas y los atentados periódicos desde el 11-S. 

SA: No despertéis ese demonio, tal y como hace Israel. Yo no quiero que desde Malasia hasta Marruecos haya una unión, porque si llega a suceder, será imparable. Ni EEUU, ni China ni Rusia podrán hacer nada para contrarrestarlo. Hablamos de más de un tercio de la población mundial. Lo que Israel y Estados Unidos está haciendo nos lleva a eso. No quiero que la religión mande. Ni la católica, ni la judía, ni el Islam: eso sería el Apocalipsis.

P: Descríbenos tu trabajo en el terreno. 

SA: Empecé en 2012 como fixer hasta ahora. En el último año decidí no estar in situ, porque se ha vuelto muy peligroso, especialmente en Cisjordania. Así que me he convertido en un fixer virtual. Trabajo con una organización, buscando información para el CPJ o Committee to Protect Journalists. Sin duda, es más fácil estar protegido desde fuera.  

Se trata de buscar respuestas y encontrar la forma de explicárselo a otra cultura, en otro idioma. Como vengo del mismo campo, sigo teniendo contactos en el terreno.

P: Tengo entendido que has estado en una cárcel israelí. ¿Nos puedes hablar de esa dura experiencia?

SA: Cuando salí de la cárcel, no era la misma persona que había entrado. Yo no sabía nada de política ni podía desvelar grandes planes. Estuve 1 año, con profesores de universidad, abogados, doctores. Eran miembros de la intelligentsia, que no me criminalizaron, porque no eran malos ejemplos. Sin ir más lejos, yo aprendí a jugar al ajedrez en la cárcel. También di clases y estudié en la cárcel. Fue el mejor año de mi vida, que me forjó para ser quien soy actualmente. Y no sólo me pasa a mí.

P: ¿Y las condiciones?

SA: Eran malas, pero las hicimos buenas, revirtiéndolas en nuestro favor. El poder era el juego principal. Eran los años en los que uno se forma, la adolescencia. Yo era el más joven en mi módulo, tenía sólo 15 años. Pero no soy ningún caso especial, es una historia bastante corriente si eres palestino. Aunque yo era el más joven, había otros chavales con sólo uno o dos años más. Ese fue el mayor error de Israel: juntarnos a todos. 

Porque la segunda vez que estuve en la cárcel, compartí celda con una persona de otro origen. 

P: ¿Durante cuánto tiempo estuvo retenido esa segunda vez?

SA: Tres meses, por eso lo considero un arresto. Tenía 17 años. Fui el primero en salir liberado de todo mi grupo, porque no solté nada. Ellos estuvieron encarcelados 3 años y medio, yo sólo 3 meses (me refiero a la segunda vez). Mi experiencia me sacó de allí. 

P: ¿Fue esa la última vez?

SA: No, estuve una tercera con 19 años. Sólo 18 días en esta ocasión. No me consiguieron sacar nada, y mucho menos nuestros planes, ninguna información. Teníamos una estrategia para resistir. Durante mi primera condena aprendí cómo responder durante los interrogatorios, especialmente cuando te torturan. 

En fin, fueron 18 días en los que me pegaron a diario. Cuando me preguntaban, todo lo que les decía era: «que os jodan. ¡Me vais a pegar, pues adelante!” Fue sencillo resistir.

P: No lo parece en absoluto.

SA: Pero es que pasar 18 días en una prisión siendo maltratado y golpeado no es lo mismo que 5 años ó 18. 

Ahora las cárceles israelíes son un infierno. Lo siento mucho por quienes lo sufren. Aún tengo 2 amigos en la cárcel y algunos primos. Mi antiguo equipo, con el que colaboraba, está en la cárcel. Es su elección, la mía es diferente. También llevo 5 amigos y 2 primos asesinados. No creas que la cárcel cambia nada. La cárcel es para los criminales, eso lo entiendo. Pero se desvirtúa cuando se aplica por motivos políticos. 

¿Cuál es el porcentaje de presos políticos en España?

P: Depende del concepto que tenga cada uno. Los nacionalistas catalanes aumentarían la cifra. En cualquier caso, no es un número muy elevado.

SA: ¿Menos del 5% puede ser? En Israel tenemos 12000 presos políticos, el 97% de todos los presos israelíes. Los testimonios de muchos periodistas que están encarcelados son espeluznantes. Pierden 45 kilos de peso en 9 meses, se dedican a contar el número de judías que comen. Todo lo que tienen es 12 migajas de pan ó 17 alubias blancas sin cocinar ni ninguna salsa. Unas 3 cucharadas de alubias para todo el día, ó 50 gramos de queso. Las condiciones son inhumanas.

En mi época tuve fruta y cigarrillos, a mí me malcriaron. La primera vez, me refiero. Para ser honestos, uno se cultiva entre abogados, médicos y profesores. Aprendí mucho sobre Franco a los 15 años en prisión, o sobre los regímenes de América Latina, o de los movimientos de resistencia y la política internacional. En la cárcel se creó la semilla para la Segunda Intifada. Y el actual líder de Gaza, Mohammed Sinwar, es también un antiguo preso político.  

¿Por qué crees que luchamos por liberar a los presos? Porque nuestros fuertes, sabios y bien formados políticos están en la cárcel. En Gaza se secuestra a soldados para liberar a prisioneros. Si los liberan a todos, será el fin de Israel. 

Hace 2 años los prisioneros hicieron una huelga de hambre y consiguieron mejoras. Pero ahora es un momento pésimo. Los prisioneros conocen la cultura israelí, pero sus carceleros desconocen completamente la cultura palestina. Mira, yo conozco tu cultura…

P: No siga. Soy eslavista, he vivido allí, hablo ruso, ucraniano y polaco, pero no sé tanto sobre Oriente Próximo. Mejor háblenos de la periodista Ameera Harouda y de su excepcional labor como fixer, un oficio que no suelen ejercer mujeres. 

SA: Como fixer, explico cómo se construye mi cultura, para que sea comprensible. Tenéis que saber en Occidente que el 65% de los palestinos con un segundo título universitario en Palestina son mujeres. Ameera Harouda es periodista. Su trabajo va más allá que el que hacemos los fixers. Ha ejercido como tal una época en la que era la única forma posible de ganar dinero. Pero al final, Harouda defiende los derechos humanos de las mujeres. Estoy de acuerdo con lo que comentas, respeto su trabajo y me enorgullece conocerla. En mi caso, para asistir a reporteros, tengo mis contactos. A menudo, cuando hay algo que no puedo conseguir, se lo pido a otra persona, generalmente mujeres.

Hay más puertas abiertas al conocimiento para una mujer que para los hombres. Es la parte más educada de la sociedad palestina. La mujer es la fábrica de nuestros hombres. Son las que han mantenido la resistencia. ¿Tú crees que mi madre me desanimó de resistir? Todo lo contrario, me animó a seguir adelante. Sin las mujeres, habríamos colapsado hace mucho tiempo. 

Ameera Haroudi en una imagen de archivo.

P: Es curioso que el apodo de Ameera sea “Mr. Rambo”…

SA: Tenemos una segregación entre hombres y mujeres, en el mundo musulmán. Si una mujer ha sido violada, no se lo puede contar a otro hombre. Vosotras tenéis más empatía. 

Yo veo una violación de otra manera. Soy padre, pero no puedo entender exactamente cómo se siente una madre que ha perdido a sus hijos, asesinados por Israel. Es una historia que ella no me va a contar a mí. Cada vez que llego a una casa, si no está el hombre, no puedo entrar. Y mucho menos hacer una entrevista. En ese momento, buscaré a la fixer más cercana en esa zona. Muchas mujeres periodistas palestinas han sido asesinadas, arrestadas o encarceladas.  

 P: ¿Cómo te sientes en España?

SA: Los españoles me juzgan por mis raíces. Hombre, árabe y musulmán es una combinación complicada en España y en Europa. Necesito, de entrada, demostrar mi humanidad y bondad para que quieran conocerme y no se limiten a prejuzgarme. 

Personalmente, me siento normal, tengo que aceptar esta sociedad y cultura, porque es el futuro de mis hijos. Si no lo hiciera, no estaría aquí. Veo muchas cosas positivas en la cultura española, la mayor parte de la gente que he conocido aquí son buenas personas. Tengo muchos amigos españoles, y muchas cosas que podría aprender de los españoles para llevármelas a mi país. 

P: Entonces, ¿qué es lo que echas de menos de Jerusalén?

SA: Las pequeñas diferencias culturales. Esa conexión cálida con la familia que tenemos nosotros. Es la parte más importante de nuestra cultura y aquí no lo veo de la misma manera. Vengo de una gran familia, religiosa, pero abierta. Bien educada, el 70% son mujeres, lo cual es muy positivo. Aceptaron a mi exmujer, que es una periodista española. Tengo 36 sobrinos, muchas hermanas y primas casadas y con niños. Les echo a todos de menos, nuestras conversaciones, el hecho de abrazarnos. Soy el tío más cercano para mis sobrinas. En nuestra familia, mi padre no aceptó dos matrimonios que se acabaron celebrando con mi consentimiento. Ahora una de ellas se quiere divorciar, y sucede lo mismo: es inconcebible para mi padre, así que lo está solucionando conmigo. Mi madre y mi hermanas vinieron en 2016 a visitar Madrid y les gustó. 

No obstante, en España parece que todos los musulmanes somos sospechosos de maltratar a las mujeres. Luego pongo las noticias, llenas de mujeres asesinadas y me quedo horrorizado. Soy una persona que siempre está a favor de los derechos humanos. En este país necesitáis trabajar mucho por los derechos humanos. 

P: En España recordamos como un hito la Conferencia de Madrid en 1991, con Haidar Abdel-Shafi preparando el camino a Arafat, en gran sintonía con su homólogo israelí Isaac Shamir, predecesor de Rabin. La Paz parecía a la vuelta de la esquina…

SA: Madrid fue importante como prólogo a los acuerdos de Oslo. Aunque nosotros decimos que “la lucha nunca acaba”, yo quiero mi libertad. Quiero que mis hijas elijan su futuro, sin un país extranjero diciéndoles en qué pueden trabajar y dónde estudiar. Me gustaría salir a pasear sin miedo a que los soldados israelíes me peguen, sin ningún motivo. O volver del trabajo sin temor a que me puedan asesinar. Estoy convencido de que algún día será así.

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