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San Francisco, tierra de Onán

Viajando se aprenden la mar de cosas así fue por ejemplo cómo me enteré de la existencia de World Masturbate a Thon, un concurso internacional que tiene lugar en San Francisco y que premia al hombre que resista más masturbándose. Sí, han leído bien, el concurso existe lo que pasa es que no sale por televisión como suelen hacerlo esos otros de perseguir cuesta abajo un queso redondo o aquellos en los que fornidos señores utilizan su cuerpo para tirar de camiones y otros vehículos como si fuesen bueyes. El evento de San Francisco es muy similar a éste último, los chicos se exprimen a tope, lo dan todo hablando coloquialmente, como si de vacas lecheras se tratase.

Ya sabemos que la costumbre masculina de compararse y hacer competiciones es casi ancestral: que si vamos a ver quién la tiene más grande, que si demuéstrame que consigues mear más lejos, o sea que el evento de San Francisco no es novedoso, lo más sus patrocinadores, una marca de productos lácteos como no podía ser de otra forma, han dado forma a algo muy arraigado entre los hombres: hacer el gili (perdón, queridos lectores masculinos, que sé que no se puede generalizar).

Todos los años y ya van por la duodécima edición, varones venidos de todas partes del globo terráqueo se dan cita en San Francisco para cascársela. La edición de este año se celebró a finales de mayo. Quise inscribirme como visitante “voyeur” pero las primeras filas, en las que está asegurado que te llegue alguna salpicadura, estaban ocupadas. Así que me conformé con acreditarme como prensa y siento deciros queridos lectores/as, si es que hay alguno/a, que enseguida me aburrí: los había que se corrían enseguida, pobrines, y otros dale que te pego, dale que te pego…. Al cabo de una hora ya saqué The Wall Street Journal para leerlo tranquilamente pero es que a la hora y media tuve que salir de la sala porque el olor a carne quemada iba in crescendo…. Paseando por los pasillos tuve la oportunidad de hablar con un japonés que se había llevado el primer título dos años seguidos, Masanobu Sato. Con apenas 30 años el chico había desbancado a 50 competidores manteniendo su pene en erección durante la friolera de casi diez horas. Para que luego digan que los jóvenes no tienen méritos, hombre.

Sato comentó que había conseguido este récord gracias a largos entrenamientos y que le debía mucho a un juguete sexual, el Egg, de la misma marca que Tenga. Para los que no conozcan estos artilugios, os diré que, como Sato, vienen del país del Sol Naciente y que son unos masturbadores masculinos. Uno es como un huevo y el otro como un bote de champú: fueron creados por un antiguo mecánico y del que es similar a un bote de champú, la prestigiosa revista Forbes afirmaba que se habían vendido, hace tres años, 1,5 millones de unidades en todo el mundo. Ahí es nada…

Pero sigamos con nuestro onanista: resulta que Sato comentó que en su proeza no utilizó ningún tipo de lubricante, lo que quizás pueda explicar las llagas en la mano derecha y en la polla, digo yo. Lo suyo era simplemente un don. Y confesó que tenía novia, pero que sólo hacía el amor con ella varias veces… al año. A mi eso me decepcionó bastante qué queréis que os diga. Sato me comentó que quería seguir presentándose porque ya se había llevado el premio varias veces y que a él esto de practicar su vicio favorito en presencia del público y que encima le premiasen, le parecía un chollo… No hubo necesidad de preguntarle cómo se encontraba tras el esfuerzo porque él mismo se comparó con un deportista de élite. No digo yo que no, vaya. Al despedirnos me quiso dar la mano, pero a mi me dio un poco de repelús…

 

 

 

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