Cesare Pavese tiene un libro titulado La casa in collina. Cuando estuve en Italia lo leí en italiano. Recuerdo elegirlo en un puestecito de libros de Bologna porque el protagonista iba por las colinas con su perro Belbo. Pronto descubrí que el escritor había nacido en un pueblo llamado Santo Stefano Belbo.
Aquel homenaje de nombres me gustó mucho y leí muchos más libros de Pavese, sobre todo en los trenes y en los andenes.
El otro día encontré el libro traducido al español. Busqué, hojeando, el nombre del perro y no era el mismo. En español se llamaba Nero. Aquello me extrañó. Investigué a la traductora y descubrí que era de un pueblo de la provincia de Teruel llamado Ojos Negros. Negro en italiano es nero.
Interesado en este misterio, de viaje por Portugal, consulté el libro en una biblioteca de Évora. El perro se llamaba en este idioma Tolo o Tolinho. El traductor era de un pueblo del Alentejo, Mértola.
Sobra decir, añado, que en el resto de lenguas similares al italiano, como el rumano, el catalán o el francés, el nombre de Belbo cambia. Lo he consultado en las diferentes traducciones.
Es lo que he descubierto y quería darlo a conocer.
Sin embargo, antes de acabar me gustaría añadir un último apunte igual de sorprendente.
Cesare Pavese no nació en Santo Stefano Belbo, sino en Santo Stefano Po.
De hecho, el nombre del perro en el original italiano es Po, no Belbo.
Sobra escribir, añado finalmente, que yo nací en un pueblo llamado Belbo del Río, lugar donde solía ir en busca de aventuras junto a Belbo cuando nos alejábamos del centro. Perseguíamos jabalíes y nos gustaba quedarnos con ellos, unidos llegábamos a lo alto de los desfiladeros y esperábamos a que amaneciera.
Belbo siempre sabía volver a casa: volvíamos juntos a Belbo.