Seeing Again from Pablo Mediavilla Costa on Vimeo.
Llegué a aquella exposición por casualidad. Sonia Soberats era como parte de la familia de Leny, una de mis más íntimas amigas en Nueva York. Ella fue la persona que me invitó a la exhibición de Seeing With Photography Collective, radicado en Nueva York, en una galería en el Upper East Side.
La primera vez que vi estas fotografías me costó creer que habían sido tomadas por fotógrafos ciegos. “Muchas personas, cuando les digo que tomo fotos, no me creen”, me comentó Sonia, una de las integrantes del grupo, desde su apartamento en Queens.
Poco tiempo me llevó darme cuenta de que la historia de Sonia sería idónea para un corto documental y como asignación para una de las clases de la Maestría en Relaciones Internacionales que estaba cursando en The New School. Se trataba de una mujer mayor que, en un espacio de tres años, había padecido la muerte de sus dos únicos hijos y la pérdida de la vista, pero que ahora se dedicaba a la fotografía.
Fue extraño darme cuenta de que el lugar donde se reúne este colectivo de fotógrafos estaba muy cerca del apartamento de Chelsea donde había vivido un año antes. En aquel tiempo, no había día en que no me topara con alguna persona perdida en la oscuridad tratando de encontrar su camino con la ayuda de un bastón. El día que bajé al sótano de Visions todo tuvo sentido.
En ese edificio de la calle 23 se reúne tanto el colectivo como la clase que imparte todos los jueves Mark Andres, el profesor que desde hace más de diez años dedica parte de su vida a enseñar a tomar fotos en la oscuridad con una técnica llamada Painting with light (pintando con luz).
Mark explicó que las imágenes que estas personas fotografían se basan en “su imaginación, sus sueños o la manera en que recuerdan las cosas en su memoria”, debido a que la mayoría de los invidentes fueron capaces de ver en algún momento de su vida.
Ellos se encargan de toda la parte creativa. Lo único que los instructores hacen es asistirles con el encuadre de la cámara, después de que el fotógrafo haya expuesto su composición en una especie de escenario que, por lo general, recrean con objetos de utilería y modelos que posan de manera voluntaria.
El siguiente paso consiste en apagar las luces. “Nadie ve estas fotos mientras se están haciendo”, señala Mark. Tomar una foto puede llevar diez segundos, una hora o más, dependiendo de lo que busca el fotógrafo. La cámara se configura para mantener una larga exposición. Es durante ese espacio de tiempo en que el fotógrafo pinta, literalmente, con luz.
Como si se tratara de un cuadro, utilizan varias linternas de distintos colores para ir “roseando” de luz cada espacio que el fotógrafo quiere que aparezca en la foto. Lo único que va a salir reflejado en papel es lo que ellos alumbran.
De esta forma, Sonia ha logrado revivir muchos de los viajes que hizo cuando podía ver. “Buscamos que en la foto se vea reflejada exactamente la misma imagen que tenemos en mente. Lugo sabemos si la foto es buena o no cuando el profesor la describe”, afirma.
Para Sonia, fotografiar “ha sido como algo terapéutico” que le ha ayudado a superar los momentos difíciles. Lo que quizás no se esperó fue que su trabajo sería exhibido en varios países de Europa y América Latina, algunas ciudades de los Estados Unidos y su país natal, Venezuela, donde a menudo vuelve a impartir clases de fotografía.
Luego de que Pablo Mediavilla y yo realizamos Seeing Again, pensé en lo mucho que la gente subestima las capacidades humanas y en lo poco que se conoce de este arte mágico que logra que una persona ciega pueda pintar su imaginación.
Alejandra Otero es periodista, escribe para el diario El Nacional, de Venezuela, y trabajó durante dos años como presentadora del canal Globovisión, del mismo país.
Pablo Mediavilla Costa es periodista. En FronteraD mantiene el blog El cuaderno automático y ha publicado, entre otros, el vídeo La puerta fantasma y artículos como Una historia de Sundance