Querido José Blatter:
Mira, nos hemos enterado por los medios de comunicación que han descubierto el sucio juego en el que estabas metido y ahora te han impuesto una pena acorde a la magnitud de los hechos, al margen de lo que vaya a considerar la justicia ordinaria, que ya sabemos cuán lenta es cuando se trata de un asunto en el que están metidos unos señores podridos de dinero.
Alegrándonos que te hayan echado el guante, te confesamos que todavía nos escuece la conciencia por no haber podido darte vuestro merecido cuando vendisteis a nuestro dictador Obiang, por varios millones, la celebración de la copa de África, sin tener piedad de nuestro desvalido país, poniéndolo en peligro de manera egoísta e infame.
Por si no lo sabías, José Blatter, el fútbol no es absolutamente nada, ni lo inventasteis vosotros. El fútbol fue creado por los hombres para entretenerse, y lo habéis convertido en algo para entontecer a la humanidad. Habiendo atraído la atención de todo el mundo, hasta ahora la FIFA no se ha preocupado por ninguno de los problemas que afectan a los millones de personas adormecidas por vuestros sucios manejos. Esperamos que por este hecho merezcáis un castigo mayor que la condena futura por vuestros latrocinios.
Ahora que son tiempos nuevos y hay formas nuevas de interacción, te damos un consejo que te vendrá de maravillas. Compra un montón de condones y otro montón de viagra y vete de vacaciones a una zona de Oriente controlada por el Estado Islámico. Supongo, por lo civilizados y refinados que son, que tendrán hoteles con suficientes estrellas para satisfacer tus añejas expectativas. Instálate y luego fíjate en la más hermosa mujer que esté ahí y consigue que te muestre las pantorrillas en público. Haz uso de tus enormes dotes seductoras y comparte tus logros en internet, con el público. Sé incluso atrevido. Así, con las nuevas formas de relación que vuestro mundo desarrollado ha establecido con la religiosidad emergente, esperamos que el final de tu aventura oriental sea a satisfacción de las dos partes, teniendo en cuenta la celeridad con que envían a la gloria eterna a los enamorados de los placeres mundanos.
Alta consideración,
Malabo, 4 de enero de 2016