Cuando María Xosé Silvar era pequeña su abuela inundaba la casa con las letras de los cantautores hispanoamericanos de los años 60 y 70. Esto –junto con el blues, el soul y el country a los que más tarde llegaría– configuró voz y tono de la que ya es bandera de la música actual gallega. Ritmos estadounidenses y latinoamericanos son repensados en gallego y en femenino; las letras, tejidas a base de conciencia y compromiso, pasión y llanto. Ella misma se considera heredera de la actitud valiente y honesta de los grandes cantautores a la hora de apostar por un tiempo nuevo con música para “revolucionarse y disentir contra el estado de cosas de un sistema que ata e inmoviliza”.