Me pasan cosas. En serio, muchas, a veces incluso, sin salir de casa. Y eso gracias a las nuevas tecnologías claro está. Años atrás escribí sobre mi experiencia en Meetic que fue la de (ojo, en mi primera media hora de conexión, ya es mala suerte), encontrarme al Innombrable (ahora sí le puedo nombrar, hola Joaquín). Mi ex. No digo uno de ellos porque luego eso me genera una fama que para qué…
El tío ladino se había cambiado la profesión y se había quitado años. Eso me traumatizó claro está, pero ¡quién me iba a decir que le volvería a encontrar hace dos tardes en Tinder! Coño. Ya está bien.
Pero ojocuidao, que si esto no fuera bastante resulta que tras mi nuevo encuentro con Joaquín aparece en la pantalla de mi teléfono la foto de un chico mono, de nombre francés, y voy resoluta y le doy al Like. Y mira, casualidades, él también le da y empezamos a chatear: que si eres francés, que no, que soy canadiense, pero vivo aquí en Madrid hace años por curro. Y blablabla. Bla.
En ese justito momento se me enciende la bombilla, menos mal que se me enciende rápido: ¿os acordáis de mi Darth Vader, ese de lado oscuro profundo y nariz prominente a lo Liam Neeson? Si, ese que me dejó arañado el culo y el corazón. Pues resulta que uno de sus mejores amigos vive en Madrid y es canadiense.
¡Bingo! Mira que es grande Madrid, mira que habrá canadienses aquí, que no he hecho yo una investigación en profundidad pero más de uno habrá, mira que habrá tipos que se llamen de la misma forma, pues ea, tenía que ser el amigo de Darth Vader cojones.
En ese justo momento entran en juego mis amigas, qué sería de una sin sus amigas. Tenemos a la pendona redomada que me dice: “Tú fóllatelo, sin decirle que le conoces y después de follar se lo cascas (no se la cascas, eso en otro momento), y que se lo diga después al otro imbécil” (el imbécil es el fucking idiot del Vader, por si sois políglotas).
Luego tenemos a la amiga espiritual, que te dice que todo esto (lo de encontrarte a Joaquín o ahora al amigo de…) sucede por karma. Putoasco de karma coño, perdonen el exabrupto. Me gustaría que si es por karma me dijese el karma de las narices de una vez qué me quiere comunicar con todas estas cosas. Yo al karma me lo imagino llamando a mi puerta y diciendo, con acento catalán: Hola, soy Carme, y he venido a decirte que “ens roban”. Así, vestidita con traje regional catalán y butifarra en mano. Hola, soy tu Carme (pronúnciese Carma). Y yo ahí preguntaría. Vamos que sí preguntaría cosicas.
También tenemos al amigo conspiranoico (hi, Christian) que te comenta que tengas cuidado, que a ver si es que la mano de Vader es alargada y ha puesto ahí a su amigo en Tinder para que juguetee contigo. En plan oscuro. A ver, Vader tenía cosas alargadas pero no así la mano y chico, pues juguetear tampoco está mal. Por eso he pensado que a este amigo de, llamémosle caballero Sith porque tiene lado oscuro pronunciado también, me lo voy a follar.
Chica, tú ante la duda te lo follas primero y luego ves. Y mira que da morbo poder decirle al que fue tu Darth Vader: sorry Vader, que me estoy follando a uno de tu equipo. Si los de la fuerza son como una gran familia al fin y al cabo. Eso sí: que no me venga con la cara pintada de esa manera que no me mola nada. Capita negra con capucha vale, pero maquillaje satánico ni de coña.
Os dejo, que están llamando a la puerta. Fijo que va a ser Carme, ya verás qué hostia se lleva con la butifarra.
(Posdata: No, no esperéis una tercera entrega tipo «sexo con Yoda», que de eso no habrá. Una tiene buen gusto).