Una de las primeras cuestiones que llama la atención en el trabajo de Fahmida Rahman y Daniel Tomlinson en que comparan la situación de cada generación es el diferente grado de confianza que muestran en el futuro los habitantes de los países emergentes y los de los desarrollados. Si de media en los países estudiados, un 39% opina que los jóvenes vivirán mejor que sus padres y un 40% que lo hará peor; en China un 78% de los encuestados cree que las nuevas generaciones vivirán mejor que las viejas y un 7% considera que lo harán en peores condiciones. En Francia, la ecuación china se invierte y empeora: sólo un 10% considera que los hijos vivirán mejor que los padres y un 71% opina que los jóvenes tendrán una vida peor que sus mayores.
Junto a China, en la parte alta de la tabla se encuentran países como Perú, India, Indonesia o Brasil, mientras que en la parte baja, entre los países con menor confianza en el futuro, nos topamos con Bélgica, España o el Reino Unido.
La desconfianza en el futuro que muestran los países desarrollados se debe, no ya a expectativas o a un pesimismo sin fundamento, sino a hechos ya probados durante los últimos años. De acuerdo con el gráfico siguiente, que mide la evolución de la renta disponible familiar, en todos los países sin excepción la última generación en llegar al mercado de trabajo, la de los millennial (los nacidos entre 1981 y 2000, según criterio de este estudio), ha prosperado menos respecto a su predecesora que las anteriores frente a la que las antecedían.
En algunos casos, incluso, vemos cómo no sólo han prosperado menos, sino que han sufrido un serio deterioro, como en Grecia, donde la renta disponible de los millennial con edades entre los 30 y los 34 años es un 31% inferior a la de los de la generación X (nacidos entre 1966 y 1980) a su misma edad. En España, el descenso ha sido de un 30% y en Italia, del 17%.
Pero España sobresale en el gráfico anterior no sólo por el mayúsculo deterioro de la renta disponible de la generación millennial respecto a su predecesora, sino también por el importantísimo crecimiento (el mayor del grupo de países que seleccionan los autores) de las rentas de los mayores de 65 años de la generación silenciosa (nacidos entre 1926 y 1945) frente a los nacidos entre 1911 y 1925 cuando tenían esa misma edad; o las de personas entre 45 y 49 años de la generación del baby boom en comparación con las de la generación del silencio cuando contaban con esa misma edad; así como las de la generación X a los 30 años en comparación con la generación anterior a esos mismos años.
El shock de la evolución de las rentas en España ha sido mucho más importante en términos relativos que en el resto de los países, y se concentra en los años más recientes, por lo que las ‘víctimas’ son los actuales componentes de la generación X y los más jóvenes, los millennial, aunque en mucha mayor medida estos últimos.
En términos generales, como indica el gráfico bajo estas líneas en que se mide en agregado lo ocurrido en siete países (Noruega, Reino Unido, Finlandia, Dinamarca, Estados Unidos, Italia y España), en las últimas décadas, se ha ido ralentizando el ritmo en que una generación progresaba respecto a la anterior. Pero ha sido la millennial la que ha sufrido el primer retroceso en nivel de renta frente a la generación inmediatamente anterior, por la crisis y por su gestión.
La crisis y su gestión han tenido un especial impacto en las generaciones más jóvenes de los países mediterráneos, en Italia, España y Grecia. Según señala el informe, en el Reino Unido los ingresos de un millennial tipo son un 55% superiores para quienes han alcanzado los treinta años que para quienes están en sus primeros veinte. En Italia ese incremento de rentas desde los primeros veinte a los primeros treinta años es de un 20%; en España, del 8%; y en Grecia, del 4%.
En todos los casos la renta de los millennials es inferior a la de la generación X a su misma edad. En Italia, además, es inferior a la que tenían los babyboomers en sus primeros veinte o treinta años.
Pero, de acuerdo con los gráficos bajo estas líneas, todas las generaciones han visto disminuir su renta en estos tres países, con dos excepciones: los babyboomers italianos y españoles.
Esta evolución de las rentas tiene relación directa con la situación que ahora tienen los más jóvenes en el mercado laboral. En primer lugar, las tasas de paro de las personas de entre 15 y 30 años estaban en 2016 por debajo de los peores momentos de la crisis, pero aún por encima de los niveles previos a su estallido. La única excepción de la muestra utilizada por los autores es Japón, donde el desempleo entre los jóvenes en 2016 era ya más bajo que antes de que comenzara la última crisis crisis. Los países en los que la tasa de paro es más elevada entre los más jóvenes son Grecia, España e Italia, lo que puede explicar el peor comportamiento relativo de las rentas de la generación millennial.
Pero el problema no es sólo que los jóvenes sufran más el desempleo, también que su participación en el mercado de trabajo sea ahora más baja que antes del estallido de la crisis. En Italia, por ejemplo, ha bajado diez puntos, desde el 52% hasta poco más del 40%; y en España, desde niveles por encima del 65% hasta situarse poco por encima del 55%.
Más paro, menor participación en el mercado laboral y un tercer ingrediente: menores salarios. Aunque quizás este factor tiene menos importancia en la peor situación relativa de la juventud, al menos en España, puesto que la caída de los salarios por hora de los menores de 30 años ha sido inferior a la sufrida por los trabajadores de entre 50 y 59 años entre 2006 y 2014. Ello, a diferencia de lo sucedido en Grecia, en el Reino Unido o en Portugal, donde los jóvenes han sufrido bajadas salariales más importantes que las de sus mayores.
Pero, con todo y con eso, vemos que en España, como en Italia también, los salarios por hora son, para los nacidos entre 1985 y 1996, inferiores a los de quienes nacieron entre 1976 y 1986 (se aprecia poco, pero el punto violeta claro está levemente por debajo del extremo más bajo del violeta más oscuro). De todas formas, cada generación, tanto en España como en Italia, está peor que la que inmediatamente la precede.
Un último apunte para la vivienda: en el gráfico bajo estas líneas, observamos que en dos mercados inmobiliarios en los que la propiedad gana sobre el alquiler, el español y el estadounidense, los más jóvenes viven en menor proporción en su propia vivienda de lo que lo hacían generaciones anteriores a su misma edad. En el caso español destaca sobre todo la caída de la propiedad entre los millennials respecto a su generación inmediatamente anterior, la X, mucho “más propietaria” que la de los ‘babyboomers’, a excepción de los X más mayores, que ahora son menos proclives a la propiedad, un fenómeno que se está observando recientemente, según apunta el estudio.
Los millennials son menos propietarios y ello pese a la caída del precio de la vivienda, que el informe cifra en un 4,4% anual entre 1987 y 2016 en España. El problema es que otros factores ligados a la crisis, como el aumento del paro o el difícil acceso al crédito hacen más difícil poder comprarse un piso.
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