Noche de agua, mar rizada sobre el valle tan querido. Abierta la mano, de todo desprendida, parece durar siempre el vacío, larga travesía sin impedimenta, suficiencia ligera: Nada es suficiente. Como negra nave rumbo a casa, navegan los hombres que no guardan tesoros, libre corazón, dedo ágil sin anillos para ordenar a tiempo los virajes. Cierto vemos en la marcha nocturna, nada que ver, maestra oscuridad de intuir las formas, el eco de la voz o el silencio previo. Se aúna la disyunción en la noche, el no-saber de una palabra, sólo el trazo primero, baila que baila, de la mano de Dios y de los niños. Pájaro cabra de ojo bien abierto retrocede mil pies para avanzar un palmo, acechando la verdad escurridiza.